El miembro díscolo de la saga familiar demócrata se volcó en apoyo del ahora presidente electo en agosto, tras renunciar a su candidatura como independiente
María Antonia Sánchez
Donald Trump continúa con su batería de nombramientos sin complejos. Tras designar a Pete Hegseth, un presentador de la cadena Fox, para dirigir el Pentágono, a Tulsi Gabbard, una admiradora de Vladímir Putin, para los servicios de inteligencia y a Matt Gaetz, investigado por acusaciones sexuales, consumo de drogas y apropiación de fondos, como fiscal general, el presidente electo ha decidido nominar al antivacunas Robert F. Kennedy Jr. como secretario del Departamento de Sanidad. La designación de Kennedy no ha sido ninguna sorpresa, pues durante semanas Trump había dejado claro que tendría un papel en su Administración. “Va a ayudar a que Estados Unidos vuelva a ser saludable”, dijo el presidente electo en la celebración de la victoria, la misma noche electoral. “Es un gran tipo y lo que dice, lo dice de verdad. Quiere hacer algunas cosas y vamos a dejar que las haga”, incluido “hacer lo que quiera” (sic) en lo relativo a la salud de las mujeres.
Kennedy inició su andadura en las presidenciales como candidato demócrata —el partido de la saga familiar— en las primarias. Cuando vio que no tenía opciones frente a Joe Biden, emprendió su candidatura de forma independiente para acabar retirándola y dando su apoyo a Donald Trump en agosto pasado. En vísperas de las elecciones presidenciales deslizó en redes sociales que había recibido una invitación del republicano para ser “responsable de Sanidad”. También Elon Musk, que dirigirá con Vivek Ramaswamy un nuevo departamento para aligerar el peso del Gobierno, aludió en su red social X al futuro papel de Kennedy para hacer “algo salvaje” en sanidad. Las acciones de Moderna y Novovax, dos de los principales fabricantes de vacunas contra el coronavirus, han caído tras conocerse el nombramiento.
“Estoy encantado de anunciar a Robert F. Kennedy Jr. como Secretario de Sanidad y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS)”, ha escrito Trump en su red social, Truth. “Durante demasiado tiempo, los estadounidenses han sido aplastados por el complejo alimentario industrial y las compañías farmacéuticas que se han dedicado al engaño, la desinformación y la manipulación en cuestiones de Salud Pública. La Seguridad y Salud de todos los americanos es el papel más importante de cualquier Administración, y el HHS jugará un gran papel en ayudar a asegurar que todo el mundo estará protegido de los productos químicos dañinos, contaminantes, pesticidas, productos farmacéuticos y aditivos alimentarios que han contribuido a la abrumadora Crisis de Salud en este País. El señor Kennedy restaurará estas Agencias a las tradiciones de Investigación Científica Patrón Oro, y faros de Transparencia, para acabar con la epidemia de Enfermedades Crónicas, y para ¡Hacer a América Grande y Sana de Nuevo!”, ha añadido. Durante las últimas semanas, la etiqueta Make America Healthy Again (#MAHA) ha hecho fortuna en las redes.
Sólo un día después de las elecciones, Kennedy confirmaba en X que Trump le había pedido tres cosas: “Limpiar la corrupción en las agencias de sanidad de nuestro Gobierno; devolver a esas agencias su rica tradición de estándares de oro, de ciencia basada en la evidencia, y recuperar la salud de EE UU poniendo fin a la epidemia de enfermedades crónicas”. Como adelantó en la citada red social, su desquiciada receta para la supuesta regeneración sanitaria del país es: “La guerra de la FDA [agencia federal de Alimentos y Medicamentos] contra la salud pública está a punto de terminar. Esto incluye su agresiva supresión de psicodélicos, péptidos, células madre, leche cruda, terapias hiperbáricas, compuestos quelantes, ivermectina, hidroxicloroquina, vitaminas, alimentos limpios, sol, ejercicio, nutracéuticos y cualquier otra cosa que avance la salud humana y no pueda ser patentada por Pharma [la gran industria farmacéutica]. Si usted trabaja para la FDA y es parte de este sistema corrupto, tengo dos mensajes para usted: 1. Conserve sus registros, y 2. Haga las maletas”.
Las 13 agencias que dependen del departamento, entre ellas el Centro para el Control de las Enfermedades, que desempeñó un papel fundamental durante la pandemia, tienen amplias competencias, desde velar por la seguridad de medicinas, vacunas y alimentos a la investigación médica y la red de seguridad social de los programas Medicare (para mayores de 65 años y personas con discapacidad) y Medicaid (para ciudadanos de rentas bajas), de los que dependen millones de estadounidenses. Entre los planes del nuevo secretario de Sanidad está despedir a expertos de un determinado número de esas agencias, según informa la cadena pública PBS.
Kennedy ha propalado afirmaciones infundadas sobre la supuesta relación entre las vacunas infantiles y el autismo, ha propuesto la eliminación del flúor del agua potable y ha hablado de los efectos potencialmente nocivos de los colorantes alimentarios, pero Trump le ha dado carta blanca para, en sus propias palabras, “desmelenarse” en cuestiones de alimentación, medicina y salud, las que hasta ahora supervisaba la FDA.
Como abogado, la oveja negra del clan Kennedy ha litigado contra grandes empresas, compañías farmacéuticas y agencias federales por supuestamente atentar o cuando menos mermar, a su juicio, la salud de los estadounidenses con productos químicos y aditivos tóxicos, aunque ha rechazado ser antivacunas, pese a su demostrada relación con Children’s Health Defense, uno de los principales grupos contra la inmunización. Defiende que los estudios e investigaciones sobre el particular sean públicos y así la gente pueda elegir qué vacunas escoge, si es que opta por alguna. Es decir, que la inmunización sea una decisión individual, algo que contraría de pleno la inmunidad de rebaño necesaria para la escolarización, por ejemplo.
Sus controvertidos y en ocasiones racistas comentarios sobre la covid —llegó a afirmar, sin sonrojo, que estaba diseñada “para atacar a las personas blancas y a las negras; la gente más inmune son los judíos y los chinos”—, el confinamiento, las vacunas y otros asuntos de salud pública han hecho que reniegue de él su familia más cercana, incluidas su hermana Kerry, su prima carnal Caroline —hija del asesinado presidente John F. Kennedy, tío suyo— y en especial el hijo de esta, Jack, que se ha mofado abiertamente de sus ideas en las redes. La primera ha deplorado el enloquecido discurso de su hermano, a su juicio “un esfuerzo inexplicable” por “prender fuego a la memoria de mi padre”, el también asesinado senador Robert Kennedy. Además de su discurso conspiranoico, muy en la línea del ambiente circense que rodea la futura Administración de Trump, Kennedy ha sido protagonista de escándalos que parecen sacados de un guion de serie B, como su reciente confesión de que hace años dejó en Central Park (Nueva York) el cuerpo sin vida de un osezno atropellado sin querer por una amiga suya.