Una victoria de Trump con mayoría en los dos hemiciclos del Congreso le facilitaría aplicar su agenda migratoria y de recortes fiscales
Miguel Jiménez
La batalla por el Congreso queda algo eclipsada por las presidenciales, pero su importancia es enorme para conocer el margen de maniobra del nuevo presidente. El escrutinio de las elecciones a la Cámara de Representantes se prolongará durante días o semanas, pero los republicanos se han asegurado ya el control del Senado, con al menos 52 de los 100 escaños. Por ahora, sigue en el aire qué partido tendrá mayoría en la Cámara baja, pero el partido de Donald Trump aspira a retenerla.
En estas elecciones se elige a 34 de los 100 senadores, que tienen un mandato de seis años y cuya composición se renueva por tercios cada dos años. Actualmente, la correlación de fuerzas favorecía a los demócratas por una estrecha mayoría de 51 puestos (contando independientes) frente a 49 republicanos. Los puestos que toca renovar ahora son los que se eligieron en 2018, en unas elecciones legislativas de mitad de mandato de Donald Trump en las que los republicanos sufrieron un severo castigo. Por ello, de los 34 senadores en juego, 23 pertenecen a los demócratas y sus aliados, mientras que solo 11 estaban en manos republicanas.
Además, de los 23 puestos demócratas, tres pertenecían a Estados teóricamente rojos, con mayoría de votantes republicanos. El partido de Trump ha conquistado los tres. En primer lugar, Virginia Occidental, donde el actual senador Joe Manchin renunció a presentarse a la reelección. Le sustituirá el republicano Jim Justice, que ha ganado con enorme claridad. Bernie Moreno le ha arrebatado su puesto al senador demócrata Sherrod Brown en Ohio. Y Tim Sheehy le ha ganado a Jon Tester, senador por Montana, otro Estado marcadamente republicano.
Por si esto fuera poco, los demócratas tienen en juego otros cinco puestos en Estados púrpura, que a veces se inclinan por un partido y a veces por el otro. Coinciden con cinco de los Estados considerados decisivos en las presidenciales: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Arizona y Nevada. En todos ellos están amenazados sus puestos, aunque el demócrata Rubén Gallego parece ir por delante de Kari Lake en Arizona. El rango más probable apunta a que los republicanos tengan entre 52 y 56 de los 100 senadores, una clara victoria.
En cambio, los republicanos no se jugaban la renovación de ninguno de sus puestos en territorio hostil. Rick Scott ha mantenido cómodamente el escaño de Florida, que era uno de los objetivos demócratas, y Ted Cruz se ha impuesto a Collin Alred, el otro puesto en juego. Den Fischer también ha retenido su escaño frente al independiente Dan Osborn.
El control de la Cámara baja
Además, durante las elecciones de este martes se renuevan por completo, como cada dos años, los 435 escaños de la Cámara de Representantes, que estaba controlada hasta ahora por los republicanos, aunque con una estrecha mayoría. Hay muchos escaños cuya renovación está asegurada, porque corresponden a distritos claramente republicanos o demócratas. La batalla está en unos 70 distritos competitivos, pero el resultado se demorará durante días o semanas, especialmente en los distritos competitivos de California, donde los plazos de espera por el voto por correo y los procedimientos de recuento hacen que el escrutinio sea muy lento.
En todo caso, el aparente buen pronóstico para Trump en voto popular en las presidenciales y los resultados parciales de las propias legislativas permiten a los republicanos aspirar a retener también la mayoría en la Cámara de Representantes. Eso facilitaría las cosas al expresidente si finalmente logra regresar a la Casa Blanca. Las rebajas fiscales y las reformas migratorias que ha prometido deben ser aprobadas por las dos cámaras, mientras que el Senado tiene la potestad de ratificar los nombramientos.
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