El dirigente conservador se reúne con su homólogo opositor Alberto Núñez Feijóo para tratar de combatir “la destrucción del populismo”
Cármen Morán
El líder del Partido Acción Nacional (PAN), Marko Cortés, se ha reunido este martes en España con su homólogo del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, ambos en la oposición, en una gira en la que ha anunciado más encuentros con otros dirigentes políticos. Con el presidente popular, el mexicano ha intercambiado impresiones sobre “el retroceso y la destrucción que provoca el populismo”, razón por la cual ambas fuerzas conservadoras consideran la “importancia de estrechar la cooperación para defender la democracia”, ha explicado el PAN. Cortés se ha referido a los últimos choques entre las diplomacias mexicana y española a cuenta de la Monarquía, que no estuvo invitada a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum el pasado 1 de octubre, una “lamentable postura de los gobiernos morenistas”, ha criticado el también senador panista.
Cortés ha hecho hincapié en los lazos que unen a ambas naciones, “más allá de las políticas retrógradas” del gobierno mexicano, relaciones cimentadas en el comercio, la cultura, la educación y los vínculos históricos, ha señalado. En la línea emprendida por la oposición mexicana en los últimos tiempos, ha insistido en que México atraviesa un proceso “de consolidación de un sistema autoritario”. Con esas mismas tesis, el PAN ha obtenido un magro resultado en las pasadas elecciones, donde la mayoría de Morena no solo salió victoriosa, colocando a la primera presidenta del país, sino que logró una amplísima mayoría en el Congreso.
Haciendo valer la idea del “autoritarismo” en México, el panista ha solicitado a la comunidad internacional “que se mantenga vigilante” y ambos dirigentes se han conjurado, según el comunicado, para “visibilizar la corrupción” desde sus puestos como líderes de oposición. También se comprometen a “parar las ocurrencias y a hacer propuestas concretas ante la falta de resultados de sus actuales gobiernos”.
No es la primera vez que los dirigentes opositores mexicanos viajan a España para compartir inquietudes con sus homólogos. Lo hizo el jefe de las filas del PRI, Alejandro Moreno, donde denunció cuestiones parecidas, y también en campaña viajó la entonces candidata panista Xóchitl Gálvez. La oposición mexicana busca contrarrestar con estos encuentros las relaciones no siempre fluidas del gobierno morenista con España, que se deterioraron en 2019 cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador pidió en una carta privada un posible acto conjunto en el que la monarquía española pidiera perdón por las atrocidades cometidas en la conquista.
Aquel entuerto diplomático ha tenido otro momento tenso este 1 de octubre, cuando el rey Felipe VI no fue invitado a la investidura de Claudia Sheinbaum como respuesta al desplante por aquella carta no respondida. La nueva presidenta, sin embargo, ha sostenido que el asunto se queda en eso, que siguen esperando una reparación histórica, pero que las relaciones diplomáticas con el gobierno español no son malas, ha afirmado. Pero entre los conservadores mexicanos se rentabiliza bien la idea de hermandad con España.
El panismo tuvo un gran tropiezo en el pasado sexenio cuando un buen puñado de senadores recibieron al líder ultraderechista de Vox, Santiago Abascal. Aquella fotografía levantó una enorme polvareda política, habida cuenta de que Abascal gusta de recrearse en la conquista mexicana y en el pasado colonialista, que en ocasiones ha celebrado tocándose con el yelmo militar de Hernán Cortés. Pronto el partido se desvinculó de aquel encuentro y lo atribuyó a la voluntad privada de un grupo de senadores.
El panismo busca ahora un sitio en la oposición y está en proceso de renovar al propio Cortés en la presidencia. Pero el partido se debate todavía entre una posición más dialogante, de asunción de los errores cometidos y otra de fortalecer su ideología sin complejos, es decir, defendiendo sus principios, entre los que también caben ideologías más cercanas a la ultraderecha. Cortés es senador y lo que haga ya como líder del partido puede carecer de relevancia en breve, cuando se nombre un nuevo líder. Pero una reunión en España con la ultraderecha amenazaría con renovar la crisis interna que vivió el partido en 2021.