La temporada 2024 ha sido un martirio para el mexicano que ha pasado de pelear por el subcampeonato del mundo a luchar por sumar puntos para rescatar el año
Diego Mancera
El cambio ha sido radical. Hace un año, en las tripas de la Fórmula 1 se hablaba de la batalla que sostenía Checo Pérez frente a Charles Leclerc y Lewis Hamilton por el subcampeonato del mundo. Se hablaba de cómo el mexicano podía asegurar el lugar más alto que podía conseguir en más de una década en la F1, detrás del tricampeón Max Verstappen. En 2024, las cosas se han puesto peliagudas, con un Pérez que marcha en el octavo lugar del mundial, con tres choques y un mar de críticas en Europa. El resto de temporada significa una batalla para minimizar daños.
El año había empezado de maravilla para los de la bebida energética. En las primeras cuatro carreras del año, Verstappen dominaba con fuerza en la punta. En el caso de Checo Pérez, las cosas iban bien al quedar segundo en Baréin y Arabia Saudí. Tuvo un pequeño desliz en Australia cuando quedó quinto, pero volvió en Japón con otro segundo lugar y en China se quedó con el tercer escalón. Ese GP fue el último donde celebró con champán. A partir de Miami las cosas empezaron a complicarse cuando el mexicano terminó cuarto, en Emilia Romaña cayó al octavo puesto y ese fue el punto de inflexión. No pudo recuperarse.
Al otro lado del garaje, con el campeón Verstappen, encontró problemas en Mónaco cuando terminó sexto. En casa, en Austria, fue quinto. La última victoria que celebró fue en Barcelona cuando ganó la carrera, el pasado 23 de junio. A partir de entonces ha sufrido para llegar al podio. Los peores puestos que ha conseguido han sido dos sextos lugares: en Mónaco y Monza. Los problemas radicaron en la evolución del coche, el RB2024. Si el equipo era una máquina casi infalible en 2021, 2022 y 2023 (donde Verstappen ganó 19 de 22 carreras). Sin embargo, el coche perdió la velocidad punta, el ritmo también se extravió y no ha habido una mejora que pueda devolver el coche a su sitio. El paquete de diseño aerodinámico poco ha podido servir esta temporada y, aunque lo modificaron en Hungría antes del verano, las cosas no han mejorado. El año ha sido “difícil con un auto en el que no tienes confianza, en el que sabes que llega el fin de semana y cada vez hay problemas diferentes”, contó estos días Pérez, aunque la queja la ha manifestado toda la temporada. La tracción del auto también ha sido un problema, al menos, para el mexicano.
La mayor pérdida de Red Bull ha sido la de la mente maestra del diseño aerodinámico. Adrian Newey abandonó Red Bull en mayo de 2023 para buscar otros intereses. El gran ingeniero de la F1, con siete títulos mundiales, dejó al equipo a menos de la mitad de la temporada. Sus consejos activos, los cambios mágicos y la mirada fina se perdieron después de Miami, justo cuando McLaren encendió el cohete de sus autos para pelear la punta. La salida de Newey dejó sin un gran consejero a la cúpula del toro rojo justo en el momento de la caída de rendimiento de Red Bull. El próximo año, Newey estrenará oficina en Aston Martin. Jonathan Wheatley, director deportivo del equipo, también presentó su dimisión que se hará efectiva al término de la temporada, quien también dejó siete títulos de pilotos y seis de constructores. Lee Stevenson, jefe de mecánicos, también renunció.
A las despedidas se sumaron los rumores iniciales de la temporada que ponían fuera del equipo a Verstappen, quien escucharía una oferta de Mercedes. Esto nunca se concretó. Lo que sí ocurrió fue una investigación interna en contra del jefe del equipo, Christian Horner, acusado de conducta indebida. El veredicto final le favoreció y continuó como líder, aunque hubo versiones de que había un grupo de poder comandado por Jos Verstappen, padre del piloto, y Helmut Marko, asesor, que hacía presión para que Horner se marchara. Todo el cóctel de rumores terminó por salpicar al equipo.
Checo Pérez la pasó mal en el Gran Premio de Mónaco. En la clasificación, donde se juega prácticamente todo el fin de semana, el mexicano tuvo tantos problemas que finalizó en el lugar 18 de la parrilla. Eso se tradujo en una mayor presión. En las primeras curvas, el mexicano chocó contra un furibundo Kevin Magnussen y provocó un aparatoso accidente que tumbó toda aspiración del mexicano. Ahí se agravó la desconfianza del mexicano con el auto. La herida empeoró en Montreal cuando el mexicano sufrió dos choques: primero con Gasly, no tan grave, y luego contra un muro.
Entre Mónaco y Canadá ocurrió una gran sorpresa. La cúpula de Red Bull decidió renovar su contrato hasta 2026, para apoyar en la confianza del mexicano. Pero el auto no iba a hacerle caso en el resto de la temporada. Esos accidentes provocaron más críticas hacia el mexicano y cuestionaron su futuro. Incluso se decía que podían despedirle en el verano. Al final, Horner y compañía le respaldaron. Las cosas mejoraron en el circuito donde Pérez consiguió dos victorias: Azerbaiyán. En la carrera faltaban unas cuantas vueltas para el final y el mexicano iba a amarrar un tercer lugar. Un encontronazo con Carlos Sainz provocó una colisión aparatosa que le rompió el corazón al mexicano, una vez más.