La sonorense Julia Méndez acudió ayer al Dodger Stadium y llevó una ofrenda para el fallecido lanzador
Ariel Velázquez
LOS ÁNGELES.- La mañana de ayer, cuando el cielo aún se teñía de tonos suaves y la ciudad de Los Ángeles apenas comenzaba a despertar, Julia Méndez, una residente de 45 años de la ciudad y originaria de San Luis Río Colorado, Sonora, ya estaba en su cocina. Con sus manos expertas, comenzó a preparar un burrito con tortillas sonorenses, amasadas y cocidas a la perfección. En medio, un guisado de carne en chile rojo. Sabía que este sería un tributo especial.
Julia vio cómo Fernando Valenzuela, con su carisma y talento, se convirtió en un ícono para los mexicanos. No sólo destacó en la loma de pitcheo, sino que hizo que millones de mexicanos creyeran que todo era posible. Para Julia, Valenzuela fue más que un expelotero; fue una figura cultural que unía a la comunidad angelina y también su más grande ídolo.
Con el burrito envuelto cuidadosamente, Julia se dirigió al número 1000 de la avenida Vin Scully, donde desde la noche del martes, decenas de aficionados improvisaron una ofrenda frente al Dodgers Stadium. Al llegar, Julia colocó su ofrenda junto a las demás, susurrando una oración silenciosa por el eterno descanso del más grande pelotero mexicano.
Mientras se secaba una lágrima, Julia recordó el día en que tuvo la fortuna de conocer a Fernando el año pasado, durante el retiro del número 34. “Fernando hizo que los mexicanos creyéramos en nosotros mismos,” comentó Julia a otros aficionados presentes. “Su legado va más allá del beisbol; es parte de nuestra identidad, de nuestra lucha y nuestros sueños.”
Dodgers está a punto de jugar la Serie Mundial 2024 contra Yankees, 43 años después de que Fernando brillara en el Clásico de Otoño. La ciudad se prepara para este celebración pero también con un profundo sentimiento de pérdida.
Julia Méndez, como muchos otros, encontró consuelo en las tradiciones. La ofrenda de comida, una costumbre mexicana arraigada en el Día de los Muertos, se convirtió en un símbolo de amor y respeto para Fernando Valenzuela. Mientras las flamas de las veladoras parpadeaban y el aroma del chile rojo aún antojaban el platillo, Julia señalo que, aunque Fernando ya no estaba físicamente, su espíritu y su legado perdurarán.
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