La CFE pasó de tener utilidades a pérdidas multimillonarias
Nunca creí el discurso de superioridad moral de la Cuarta Transformación. El famoso “nosotros no somos iguales” que reiteraba cotidianamente el presidente López Obrador. En su camino por concentrar el poder, el tabasqueño ha ido estableciendo alianzas con políticos deleznables; socios impresentables que francamente apestan.
Comienzo con el Partido Verde, el más corrupto que ha existido en la historia del país. Y esto es decir mucho, muchísimo, tomando en cuenta la competencia con otros partidos de baja ralea.
Un partido que es negocio familiar. Muy exitoso, por cierto. Desde su creación en 1986 por la familia González, entendió que estar cercano al poder era lo que más dinero dejaba. Fueron aliados del PRI de Salinas, del PAN de Vicente Fox, del PRI de Peña y ahora de Morena de López Obrador.
No tienen convicciones. Lo único verde que les interesa es el color de los dólares. Han venido ganando posiciones políticas vendiendo sus votos en el Congreso. Son tramposos y marrulleros. Esta escoria es ahora aliada de la 4T.
Como lo es el Partido del Trabajo, también fundado por el presidente Salinas para hacerle competencia a la izquierda que se estaba conjuntando en el PRD. Como el Verde, un negocio de la familia Anaya, que igual ha estado aliada al PRI que al PRD y ahora a Morena.
En las elecciones intermedias de 2015 perdieron el registro como partido. Sin embargo, el PRI, que gobernaba en ese momento, junto con el PRD y MC realizaron una serie de maniobras para repetir la elección en un distrito de Aguascalientes y lograr los votos que le faltaban para mantener dicho registro. Les salvaron el pellejo para, tres años después, ver cómo se iban a apoyar a López Obrador en la elección presidencial.
No sólo han mamado décadas del dinero de las prerrogativas de los partidos, sino que los gobiernos le han inyectado millones de pesos a Centros de Desarrollo Infantil administrados por la familia Anaya. Un negocio redondo.
Manuel Bartlett fue secretario de Gobernación durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988). Se sospecha su involucramiento directo en los asesinatos del agente de la DEA, Enrique Camarena, y del periodista Manuel Buendía. Fue artífice de la famosa “caída del sistema” en la elección de 1988 con la que Salinas le ganó la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas.
Representante de la ideología del “nacionalismo revolucionario” del PRI, lo cual nunca ocultó, supo acomodarse muy bien con los gobiernos neoliberales de Salinas y Zedillo, con quienes fue secretario de Educación Pública y gobernador de Puebla, respectivamente.
Cuando los vientos políticos cambiaron en el país, Bartlett se convirtió en socio de López Obrador, a pesar de su negra historia y de una fortuna familiar inexplicable. Este sexenio ha sido el director general de la CFE, entidad que pasó de tener utilidades a pérdidas multimillonarias.
Los Murat siempre fueron una familia priista de abolengo. El padre, José, fue gobernador de Oaxaca, donde protagonizó varios escándalos. Con Peña como presidente, se convirtió en uno de los artífices del Pacto por México, mecanismo de negociación que permitió la aprobación de las reformas neoliberales de ese sexenio.
Su hijo, Alejandro, amigo de Peña, también llegó a la gubernatura de Oaxaca con el apoyo del PRI. Pero, en cuanto López Obrador tomó posesión como Presidente, se entregó al tabasqueño como uno de sus soldados más fieles. Al final de su sexenio, dejó el PRI para transformarse en morenista de cepa. La semana pasada, cuando se discutía la reforma judicial en el Senado, Alejandro repetía “nosotros no somos iguales”, como si se le hubiera olvidado su apellido y lo que representa.
Y llegan los últimos socios de la 4T: los Yunes.
Finísimas personas. El padre militó en el PRI, se transformó en panista cuando éstos gobernaron al país y, ahora, han decidido votar con Morena.
Les pisaron la larga cola que tienen y escupieron el voto número 86 en el Senado que faltaba para la reforma judicial.
La 4T seguirá necesitándolos para hacer enmiendas constituciones y ellos, solícitos, amenazados y negociando, se convertirán en los nuevos socios de la Cuarta Transformación que tiene como objetivo, les recuerdo, “purificar la vida pública del país”.
El Verde, el PT, los Bartlett, los Murat y los Yunes son los socios impresentables de un gobierno dispuesto a aliarse con el diablo si es necesario. Yo no me sorprendo. Siempre lo he sabido y lo he dicho. Que no me vengan con su discurso de superioridad moral. Son políticos iguales o peores que los de antes. Quizá peores porque se dan baños de pureza con socios que apestan.