La DEMOCRACIA “BURGUESA” y la ALTERNANCIA en el PODER. ¿Seducen al PROLETARIADO de; ¿Cuba, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Perú, Argentina, Ecuador, Chile, Bolivia, Uruguay, Honduras, Paraguay, Guatemala, México, Panamá, Brasil, El Salvador?
El filósofo de la historia y la economía, Karl Marx, autor del Manifiesto Comunista 1848, y el Capital 1867, enfatiza la enajenación en el proceso de trabajo y la producción; no obstante, el ideólogo comunista italiano Antonio Gramsci traslada el debate al terreno de la conciencia y la cultura: la enajenación se manifiesta cuando las clases oprimidas no logran romper la hegemonía ideológica y permanecen alienadas de su potencial emancipador.
En Occidente, Europa y América, se necesita una guerra de posiciones: construir primero una contra hegemonía mediante intelectuales orgánicos (intelectuales vinculados a la clase obrera), partidos, sindicatos y cultura popular, para ganar el consenso de amplios sectores (incluidos campesinos y clases medias) antes de tomar el control del Estado.
Antonio Gramsci, el pensador marxista italiano, no desarrolló un concepto propio y central de enajenación (alienación) como lo hizo Karl Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844, donde la enajenación se refiere fundamentalmente al trabajador que pierde el control sobre su propio trabajo, su producto, su actividad laboral y su esencia humana en el sistema capitalista.
En Occidente, Europa y América, la sociedad civil es muy desarrollada y “blindada” (como una trinchera), por lo que la burguesía mantiene su dominio no solo reprimiendo, sino haciendo que los explotados acepten el sistema como “normal” (por ejemplo, viendo el capitalismo como el único sistema posible o el individualismo como valor universal).
Para el proletariado, conquistar el poder no basta con una insurrección rápida (“guerra de maniobra”, como ocurrió en 1917 en Rusia). La hegemonía proletaria sería “ética-política”: no solo dominar, sino liderar moral e intelectualmente hacia una nueva sociedad, creando un nuevo “bloque histórico” (alianza de clases subalternas).
Para Antonio Gramsci, la lucha revolucionaria es ante todo cultural e ideológica, además de económica y política. Este concepto ha sido muy influyente en estudios culturales, sociología y teoría política contemporánea. Al través del concepto de hegemonía se explica el por qué las clases dominadas no se rebelan, aunque estén explotadas: porque la clase dominante ha logrado imponer su ideología como “sentido común”.
Sin embargo, la idea de enajenación o alienación aparece de forma implícita o relacionada con estos conceptos: La hegemonía cultural de la clase dominante produce una forma de enajenación ideológica: las clases subalternas (trabajadores, campesinos) aceptan como “natural” y “de sentido común” la visión del mundo de los dominantes, aunque esta vaya en contra de sus intereses reales.
Así, se enajenan de su propia capacidad de pensar y actuar autónomamente, interiorizando la ideología burguesa a través de instituciones como la escuela, la iglesia, los medios o la familia. Antonio Gramsci habla de clases subalternas cuya falta de autonomía histórica y política las mantiene en una condición de subordinación.
Esta sub alternidad es, en cierto modo, el equivalente súper estructural (ideológico-político) de la enajenación económica que Karl Marx ubicaba en la base productiva: el dominado no solo es explotado materialmente, sino que consiente activamente su dominación porque no logra desarrollar una conciencia propia y una “voluntad colectiva”.
Superar esta enajenación requiere una “guerra de posiciones” cultural e intelectual para construir una contra hegemonía proletaria, con intelectuales orgánicos que ayuden a las masas a elaborar su propia concepción del mundo.
Esta lectura permite entender por qué Antonio Gramsci es tan útil para analizar fenómenos contemporáneos como el consenso fabr








