CONECTA ARIZONA
Griselda Triana es una mujer mexicana que ha convertido una lucha personal y familiar en el estandarte de esposas, madres, hermanos e hijos de periodistas asesinados o víctimas de desaparición forzada. Su historia es conocida por miles; inició el 15 de mayo de 2017, en las calles de Culiacán, Sinaloa, fecha y lugar donde privaron de la vida a su esposo, el periodista y escritor especializado en temas del narco, Javier Valdez Cárdenas.
La última vez que habló con él, fue media hora antes de que lo ultimaran; él llamó para preguntar si había hecho comida, ella respondió que no, porque Javier había quedado de comprar un pollo asado para llevarlo a casa.
La siguiente llamada que recibió fue de un compañero de Ríodoce, el semanario de investigación periodística, cofundado por Javier Valdez en el año 2003 en Sinaloa.
Veinte años después de que surgiera dicho medio, y casi siete años después de la muerte de su esposo, Griselda Triana se ha convertido en activista, defensora de los derechos humanos y representa oficialmente la asociación civil Tejidos Solidarios, fundada un año antes, como una red de apoyo, acompañamiento y reclamo de justicia para las familias de periodistas que dejaron o los hicieron dejar una silla vacía en sus hogares.
Gris, como la llaman de cariño, formó parte de las actividades del festival de periodismo más importante del noroeste de México, Contar(nos) Mx, organizado por Patricia y Olivia Godoy Bernal por séptima ocasión en diversos espacios de Hermosillo, Sonora.
En la charla “Mujeres que tejen (y sostienen) redes contra la impunidad”, Triana -acompañada por la periodista especializada en temas ambientales Astrid Arellano-, habló de Tejidos Solidarios y el poder que tienen las mujeres, quienes encabezan en su mayoría, las acciones de búsqueda física y de justicia por las y los periodistas desaparecidos y asesinados, transformando el miedo, el dolor y el desplazamiento en acciones.
Señaló que trabaja con familias que se han convertido en víctimas indirectas de delitos contra la libertad de expresión. Desde 2019 y, a raíz del asesinato de su esposo, Griselda documenta qué pasa con las familias de los profesionales de la información; expresó que es “algo terrible”.
Comenzó a tener encuentros con familias que han vivido experiencias similares en otros estados de México, encontrando que lo principal es la falta de acceso a la justicia, porque a final de cuentas, es lo único que buscan.
Agregó que 90% de los crímenes contra periodistas en México están impunes y, en el caso de la desaparición forzada, es 100% porque ninguno ha regresado a casa.
Cuando los periodistas son asesinados las familias, las mujeres, se encuentran solas; primero, los amigos, los compañeros, dijo, se acercan a casa, a la funeraria, “pero pasan los días y ya no los vuelves a ver”.
Las autoridades están rebasadas, señaló, y eso también es un factor que enferma a las familias, porque quedan aisladas y no piensan en ejercer sus derechos como víctimas.
La activista reveló que, en México, actualmente, hay una cifra de más de 200 periodistas desaparecidos y asesinados, a cuyas familias se ha acercado Tejidos Solidarios para continuar formando, extendiendo y fortaleciendo una red de soporte para quienes han perdido a un familiar periodista. Uno de los casos de los que habló, es de un periodista asesinado hace 21 años, cuyos hijos fueron testigos y apenas se les está atendiendo en su salud y emociones.
Agregó que las mujeres asumen el rol de proveedoras, cuidadoras y buscadoras, generalmente, porque los hombres, aunque sientan la pérdida, deciden no involucrarse.
El objetivo de la asociación civil que representa, comento, es encontrar la paz, no solo sobrevivir, sino volver a dormir y a estar bien sin sentir culpa.
Triana señaló que, en Sonora, hay un registro de 17 o 18 periodistas asesinados y tres desaparecidos.
¿Cómo se ha mantenido con fuerza?
La vida por la que optó Griselda Triana al enfrentar la pérdida de su compañero de vida, la viudez, la falta de acción de las autoridades y, como dijo, el aislamiento fue resignificando, dándole un nuevo sentido a su vida.
Este tema lo plantea en una puesta en escena “Los periodistas cuentan”, en la que, otros comunicadores de México -que se han convertido en su familia por elección-, intervienen abordando temas que tienen en común, como la inseguridad, la pérdida, el miedo, las amenazas, el dolor, el desplazamiento, todo aquello a lo que los ha orillado uno o varios grupos de las comunidades en las que han vivido. Esto ha sido posible por la colaboración de Teatro Línea de Sombra en el que comparten sus experiencias como un acto de resistencia.
Aseguro que a los periodistas los matan los narcos, el gobierno, los servidores públicos y también personas civiles. Es una cadena, explicó, alguien da la orden, hay un perpetrador y los vuelven a matar las autoridades porque los crímenes siguen impunes, y esa es su responsabilidad.
Griselda asegura que la escena de verlo tirado sobre la calle, en el asfalto, con su cuerpo cubierto por una sábana y su sombrero, son imágenes que la perseguirán toda su vida. La imagen descrita es la que dio la vuelta al mundo, como vimos partir al sociólogo mexicano, convertido en periodista especializado en el entorno del narco. En el que, como homenaje póstumo, sigue leyéndose y tomándose como fuente de referencia sobre este tema que cada día cobra más víctimas.
“Hubiera querido tumbarme en el suelo, abrazarlo, hablarle, pero dije no, porque aquí está lleno de periodistas, y me van a tomar fotos ahí, deshecha, y yo tengo que mantener la compostura, tengo que prepararme para ver cómo le voy a avisar a mis hijos. Y así, en cámara lenta, comienza a transcurrir la vida”.
Griselda dijo que ha sido un asunto muy difícil, como lo fue también para sus compañeros de gremio cubrir la nota; todos los colegas fueron respetuosos, no les podía impedir que hicieran su trabajo. Permitió que le tomaran fotos, grabaran videos, porque había que documentar lo ocurrido y estaban haciendo su trabajo.
En Los periodistas cuentan, Griselda comparte que Javier Valdez era un hombre norteño, güero, alto, fornido, guapo, confianzudo, que sufría por ver la destrucción de su entorno, de lo que vive México, y quien sigue vigente en las letras que legó, en la fortaleza de ella, en su activismo, en el acompañamiento y en los recuerdos que va dejando de él y de ella a su paso, como el aguachile que prepara durante la participación de los periodistas en el escenario y que luego comparte con los asistentes.











