Influencers ambientales destapan el intento de greenwashing detrás del Proyecto Saguaro, un plan de gas fósil que pone en riesgo la vida marina.
Carolina Gutiérrez Argüelles / ECOOSFERA
En las últimas semanas, TikTok se convirtió en el escenario de uno de los chismes ambientales más inquietantes del año: el intento de blanquear la imagen del Proyecto Saguaro, un megaproyecto energético que amenaza la biodiversidad del Golfo de California. Todo empezó cuando varios influencers ambientales recibieron propuestas de colaboración para hablar sobre “energía responsable” y “convivencia con la vida marina”. Pero detrás del discurso ecológico había algo mucho más preocupante: una estrategia de greenwashing digital que usaba la reputación de verdaderas campañas ambientales (como Ballenas o Gas) para limpiar la imagen de un proyecto ligado a la industria del gas fósil.
Influencers ambientales bajo presión
Todo comenzó con un mensaje amable y profesional: “Estamos trabajando en una campaña de concientización sobre cómo los proyectos de energía pueden convivir con la vida marina…”. El enlace que acompañaba el texto llevaba a ballenasogas.org, una página real y legítima de colectivas que defienden el Golfo de California. A simple vista, parecía una colaboración noble y alineada con la causa ambiental.

Pero pronto, los creadores notaron que algo no cuadraba. Cuando contactaron a las colectivas de Ballenas o Gas, descubrieron que no sabían nada de la supuesta campaña y que alguien estaba usando su enlace sin permiso. Al seguir investigando, varios influencers confirmaron que detrás de la invitación había una empresa vinculada al Proyecto Saguaro, lo que transformó un posible acuerdo comercial en un intento descarado de manipular la conversación ambiental en redes.
¿Qué es el Proyecto Saguaro y por qué genera tanta polémica?
El Proyecto Saguaro propone construir una planta de exportación de gas fósil en el norte de México. Desde ahí, buques gigantes (del tamaño de tres campos de fútbol) transportarían gas a través del Golfo de California hacia Asia. La promesa es “energía limpia y desarrollo económico”, pero la realidad apunta a consecuencias graves para la vida marina.
El ruido submarino de estos buques puede ensordecer a las ballenas, que dependen del sonido para orientarse y comunicarse. Además, el proyecto incluye un oleoducto que atravesaría varios estados del norte, con riesgo de fugas, contaminación de suelos y afectación a comunidades locales. En un ecosistema tan delicado como el Golfo, un pequeño error puede alterar el equilibrio de miles de especies.
El nuevo rostro del greenwashing digital
El caso del Proyecto Saguaro muestra cómo la propaganda corporativa ha evolucionado. Ya no se trata de grandes anuncios televisivos, sino de mensajes personalizados para creadores de contenido que gozan de credibilidad entre sus seguidores. La fórmula es sencilla: se usa lenguaje ecológico, se habla de “energía sustentable” y se ofrecen buenas sumas de dinero a cambio de un video que suavice el debate.
Este tipo de estrategias buscan comprar confianza, no solo audiencia. En redes donde la autenticidad es el valor más preciado, una colaboración mal informada puede cambiar la percepción pública de un tema ambiental. Por eso, cuando los influencers involucrados decidieron hacer públicas las conversaciones en lugar de aceptarlas, lograron frenar un intento de manipulación que, de haberse concretado, habría desinformado a millones.
Ballenas o Gas: el activismo real detrás del escándalo
A diferencia del Saguaro, Ballenas o Gas es una campaña genuina y ciudadana. Nació del trabajo de biólogos, comunidades costeras y activistas que defienden el Golfo de California, hogar de ballenas, delfines, corales y otras especies únicas. Su lema es directo: “No se puede convivir con la vida marina si destruyes su casa.”
Usar su nombre sin permiso fue un intento de apropiarse de su credibilidad para disfrazar un proyecto fósil de iniciativa ecológica. Pero la rápida reacción de las colectivas, junto con la denuncia pública de los creadores de contenido, impidió que la campaña avanzara. El episodio terminó siendo una poderosa lección sobre el valor de la transparencia y la ética en la comunicación ambiental.
El poder de decir “no”
Lo más valioso de todo este escándalo no fue el chisme, sino la reacción colectiva. Influencers y divulgadores decidieron investigar, preguntar y (sobre todo) decir no a una oferta que iba en contra de sus principios. Su negativa desarmó un intento de manipulación y demostró que la comunidad digital puede defender la verdad cuando actúa con conciencia.

En tiempos donde la crisis climática exige coherencia, la sostenibilidad no se compra ni se maquilla. Hablar de medio ambiente implica responsabilidad, y cada creador que decide no vender su voz contribuye a mantener viva la conversación honesta.
El caso del Proyecto Saguaro deja una enseñanza clara: la lucha por la credibilidad también es una forma de activismo. En una era donde las empresas intentan reescribir el discurso ambiental, los creadores que se mantienen firmes se convierten en guardianes de la verdad. El Golfo de California sigue siendo un paraíso en peligro, y mientras haya quienes decidan no callar, las ballenas todavía tendrán quien las escuche.
ENLACE: Influencers ambientales denuncian que intentaron sobornarlos para hablar bien del Proyecto Saguaro