Dawn Page / CONECTA ARIZONA
Nogales, Sonora. – En medio de un clima político tenso y del aumento de las redadas en Estados Unidos, la administración de Trump avanza a un ritmo que podría romper récords históricos, con la meta de deportar a 600,000 migrantes antes de concluir su primer año en el poder.
A finales de septiembre, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) informó que dos millones de inmigrantes indocumentados habían salido de Estados Unidos en menos de 250 días, incluidos 1.6 millones que se autodeportaron voluntariamente y más de 400,000 que fueron deportados por las autoridades desde el 20 de enero, cuando Trump tomó posesión.
Conecta Arizona viajó a la ciudad fronteriza de Nogales, Sonora, donde cientos de repatriados son trasladados a diario al albergue México te Abraza, ubicado en la unidad deportiva, para contar de viva voz su experiencia. Entre ellos se encontraba Catalina Pérez, detenida por agentes del ICE en Phoenix al salir de su trabajo. Tuvimos la oportunidad de entrevistarla antes de que abordara un taxi para tomar un autobús rumbo a Chiapas, donde se reuniría con su padre.
Su proceso duró un mes: primero estuvo en el centro de detención de Eloy y luego fue trasladada a Florence.
“Dejé a mi esposo y a mis cuatro hijos —el más pequeño tiene ocho años, la siguiente trece, uno quince y el mayor dieciséis—”, compartió. “Los niños están llorando mucho… Es mucha la angustia cuando una está encerrada y no puede comunicarse con ellos. Solo podemos hablar si ellos nos ponen saldo. Además, tenemos que comprar nuestra comida. Es horrible, nadie quiere regresar ahí”, afirmó.
Otro caso que tuvimos oportunidad de documentar fue el de Kevin Jahaziel Méndez, quien nos contó que estuvo en tres centros de detención antes de ser deportado. Conecta Arizona investigó un poco más y descubrió que había tenido dos arrestos en el condado de Harris, Texas: uno por portar un arma ilegalmente y otro por conducir con la licencia suspendida, además de un arresto en el condado de Galveston por posesión de marihuana.
Pudimos entrevistarlo a bordo de un vehículo frente a la unidad deportiva, el mismo día de su deportación. Méndez expresó que extrañaría mucho a sus seres queridos.
“Estuve viviendo en Estados Unidos por 20 años… dejo una niña de dos años… y no queda más que echarle ganas… los quiero mucho…”, expresó.
En un reciente estudio realizado por la Iniciativa Kino para la Frontera (KBI), titulado “No me dejaron despedirme”, que revela el costo humano de las deportaciones en la actualidad, se encuestó a 278 repatriados anónimos en Nogales, Sonora, desde mayo hasta julio de 2025, donde se documentaron patrones de repatriación, testimonios y reportes de maltrato.
La información recopilada con personas mexicanas deportadas que llegaron al albergue temporal del gobierno mexicano México te Abraza, en Nogales, Sonora, revela hallazgos importantes como:
• Residentes de largo plazo afectados: el 44.4 % de las personas deportadas desde el interior de Estados Unidos había vivido allí por más de 10 años.
• Frecuente separación familiar: el 39.2 % de los encuestados reportó haber experimentado separación de sus familiares.
• Condiciones inseguras en detención: múltiples testimonios denunciaron condiciones peligrosas como negligencia médica, hacinamiento o exposición a humo tóxico.
• Las deportaciones son impulsadas tanto por la colaboración con autoridades locales como por operaciones públicas del ICE: el 33 % de las deportaciones comienza con una detención de la policía estatal o regional y termina en deportación.
De acuerdo con Yovana Oviedo, coordinadora de Medios y Narrativa de la Iniciativa Kino para la Frontera, su objetivo es abogar por los derechos de los migrantes y mostrar una realidad fronteriza que muchas veces es desconocida o incluso invisibilizada.
“Yo siempre digo que las personas migrantes, antes de ser migrantes, son seres humanos. Entender que se trata de un proceso y de un sistema que les ha fallado en ambos lados de la frontera es sumamente importante. Cuando llegan a México, se enfrentan a un contexto desconocido, donde no hay una red de apoyo inmediata para quienes, después de atravesar un proceso traumático —todo lo que conlleva una deportación—, llegan a suelo mexicano y deben adaptarse a situaciones para las que no están preparados”, finalizó.
ENLACE: Deportados sin despedida: los rostros de quienes regresan a México – Conecta Arizona