La enfermedad por descompresión afecta gravemente a buzos pescadores en Bahía de Kino, Sonora. La falta de atención médica especializada y de acceso oportuno a cámaras hiperbáricas ha dejado a muchos con secuelas permanentes.
Daniela Reyes / CAUSA NATURA MEDIA
En el 2013 descubrieron un gran número de callos lisos en los alrededores de la Isla de San Pedro Mártir, frente a Bahía de Kino, Sonora, en el noroeste de México. Héctor Hernández, que en aquel tiempo tenía 53 años, emprendió el viaje y buceó por lapsos de 15 minutos a una profundidad de 40 metros. Al salir sintió un hormigueo que recorría sus piernas y pérdida de fuerza.
La falta de personal médico especializado para atender este tipo de incidentes y de disponibilidad de la cámara hiperbárica cuando lo necesitaba, lo incapacitaron por el resto de su vida.
Ese día experimentó una descompresión, una condición que ocurre cuando los buceadores ascienden demasiado rápido a la superficie, causando que el nitrógeno disuelto en la sangre y los tejidos formen burbujas, de acuerdo con el decálogo de buenas prácticas en el buceo hecho por la organización Comunidad y Biodiversidad (COBI).
Desde 2011 hasta agosto de 2025, 308 buzos con la enfermedad de descompresión acudieron a la cámara hiperbárica de la Unidad Básica de Rehabilitación de Bahía de Kino, que ha brindado 546 sesiones a buzos. Sin embargo, no todos acuden a recibir atención, por lo que el número de accidentes puede ser mucho más alto.
Un estudio realizado por COBI en el que entrevistaron a 113 personas dedicadas a la pesca por buceo en 2023, el 50% había padecido la enfermedad por descompresión y el 19% dijo haberla sufrido más de una vez.
En Bahía de Kino todas las personas tienen un familiar o un conocido que ha fallecido por la enfermedad de descompresión. Un artículo de la Universidad de Sonora, indicó que entre 2011 y 2012 se registraron 15 muertes en pesca por buceo de un universo de 150 buzos en la región norte de Sonora.
Una batalla contra el tiempo
El día del accidente Hernández llegó al puerto a la 1 y media de la tarde, la debilidad en sus piernas era tanta que no pudo bajarse por su cuenta y lo cargaron hasta su casa. Esperó a que el calambre y el frío en sus piernas se quitaran como en otras ocasiones, sin embargo, el malestar no cedió.
Acudió a la Unidad Básica de Rehabilitación, pero era domingo y no estaba abierta. Había un número en la puerta para comunicarse en caso de emergencia. Nunca le respondieron.
En ese momento Hernández trabajaba para una pescadería, pero no estaba asegurado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, por lo que acudió al Centro de Salud de la comunidad, a cargo de la Secretaría de Salud del estado de Sonora.
De acuerdo con COBI, el 75% de las personas que pescan por buceo carecen de acceso a seguridad social o seguros de vida, lo que aumenta la vulnerabilidad de las personas que dependen de este tipo de pesca.
El médico que lo atendió no estaba especializado en accidentes de pesca por buceo, y de acuerdo con Hernández, no valoró correctamente su caso.
“Yo le decía al doctor que ocupaba entrar a la cámara de descompresión, pero el médico se aferró a que traía un problema en la cabeza y no me dejó salir”, señaló Hernández.
El médico ordenó su traslado a Hermosillo, cuando llegó allá había pasado cinco horas del accidente y aún podía mover sus piernas. En Hermosillo le pusieron suero y cinco horas más tarde, lo enviaron de nuevo a Bahía de Kino.
“Cuando entramos al agua, con la presión, el nitrógeno que hay en el cuerpo se acomoda en los tejidos, principalmente, en los músculos, porque hay más sangre. Si se satura, esas burbujas se van a hacer como coágulos, y si van a lugares donde los vasos sanguíneos son chiquitos, hacen obstrucción provocando coagulación, inflamación, etcétera”, explicó el médico Jorge Grijalba, especialista en medicina hiperbárica y subacuática.
El tiempo que transcurre entre la descompresión y el ingreso a la cámara hiperbárica es muy importante ya que, de acuerdo con Grijalba, de esto depende el daño que va a causar la obstrucción. Algunas de las secuelas pueden ocurrir a nivel medular, cerebral, o provocar necrosis e infartos.
A través de la presión que ejerce la cámara hiperbárica, se reducen las burbujas y se oxigena para evitar que haya más daño.
“Cuando le metemos presión a las burbujas formadas por el gas nitrógeno, se hacen chiquitas, las reducimos. Son las leyes de la física de los gases: a mayor presión, menor volumen. Esa obstrucción que tenía el buzo en una zona y que estaba provocando falta de oxígeno y necrosando, al reducir las burbujas en un 80%, va a dejar de obstruir, va a llegar oxígeno y se recupera todo”, señaló Grijalba.
Sin embargo, en el caso de Hernández habían pasado más de 15 horas cuando estaba de vuelta en Bahía de Kino donde tomó algunas sesiones en la cámara hiperbárica, pero ya no tenía fuerza en sus piernas.
Con el tiempo y con mucho esfuerzo, empezó a caminar en una andadera, después con unas muletas y finalmente con un bastón. En cada paso se pisaba los pies debido a la debilidad y eso le causó varias caídas, e inclusive una fractura de cadera que lo ha obligado a usar silla de ruedas.
“De la cadera para abajo, tengo un hormigueo y las piernas entumecidas todo el tiempo. Muevo los pies y todo lo que quieras, pero no tengo fuerza”, señaló Hernández.
Al accidentarse, perdió su principal ingreso económico, que era la pesca, por lo que invirtió en estructuras de metal para rentar sombras en la orilla del mar, con eso y una pensión ha logrado mantenerse económicamente. Vive solo y depende en gran medida de los cuidados y atenciones de sus familiares y amistades.
“Te cambia el mundo y la vida, porque después de ser lo que era y de hacer lo que me gustaba, ya no puedo hacer nada. No es fácil pero estoy tranquilo, porque aquí estamos y podemos platicar la historia para que, el que está escuchando, pare la oreja: así como el mar da, también quita”, señaló Hernández.
Francisco García de 51 años, buzo pescadores en Bahía de Kino con secuelas causadas por la enfermedad por descompresión. Fuente: Daniela Reyes.
Esta historia se repite entre los buzos de la comunidad de Bahía de Kino, como la de Francisco García, que se accidentó en 2009. Él acudió a una cámara hiperbárica particular en Hermosillo donde no le aplicaron el tratamiento correcto, así que tuvo que trasladarse a Ciudad Obregón para acudir a otra cámara, pero en el transcurso ya habían pasado dos semanas.
“En la cámara de Obregón me dijeron que se había hecho todo lo que se podía. El daño ya estaba hecho”, señaló García.
Actualmente, enfrenta debilidad en sus piernas, pero debido a que tomó algunas terapias de rehabilitación, conserva un poco de movilidad en ellas y camina con el apoyo de muletas.
Sin capacidad para atender casos críticos
El día de la entrevista, Grijalba estaba esperando a un paciente de 16 años con dos meses de experiencia buceando que había tenido una descompresión de tipo dos, que se caracteriza por síntomas neurológicos o cardiorrespiratorios que pueden ser mortales.
Afecta al sistema nervioso central, la médula espinal, el corazón y los pulmones. Este joven tenía un problema neurológico y vestibular, es decir en el oído, que le provocaba mucha inestabilidad al levantarse.
Estos casos son enviados al Hospital General de Hermosillo, que se encuentra a 100 kilómetros de distancia, donde hay personal y equipo para hacerle los estudios médicos que necesitan, y una vez estables, los den de alta para ser trasladados a Bahía de Kino e ingresar a la cámara hiperbárica.
El protocolo funciona así porque en el Centro de Salud de la comunidad, ahora IMSS-Bienestar, no hay personal e infraestructura para atender a pacientes que necesiten atención crítica.
“Es un centro chico. Nos falta mucho aquí. Una vez tuve una plática con el Secretario de Salud y le dije, ‘necesitamos un centro estabilizador, no que tenga quirófano ni nada, pero que estabilice y un urgenciólogo’”, señaló Grijalba.
Esto fue confirmado por Francisco Sosa, médico adscrito al IMSS-Bienestar en la comunidad, quien reconoció la necesidad de que haya un especialista para atender este tipo de emergencias, ya que actualmente todos los médicos tienen formación general.
También señaló que no tienen una ambulancia propia para trasladar a los pacientes, sino que les prestan una del Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) del Estado de Sonora, una dependencia perteneciente a la Secretaría de Salud Estatal, y a veces también batallan para conseguir operador de la ambulancia y piden apoyo a la Cruz Roja.
Cada vez que reciben una persona por un accidente de cualquier tipo, se llena una hoja de registro, sin embargo, no cuentan con el dato desagregado de cuántos buzos han acudido a recibir atención por descompresión.
Una vez estable, se envía al buzo a la cámara hiperbárica de Bahía de Kino. Esta cámara en la Unidad Básica de Rehabilitación, creada en el 2011 a petición de la comunidad, está a cargo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (Sedif) de Sonora.
Cuando un buzo se descompresiona, se le realiza un estudio socioeconómico y se le cobra conforme a sus posibilidades. Sin embargo, en la unidad no hay capacidad para atender a pacientes que necesiten atención crítica tampoco, de acuerdo con Grijalba.
“No contamos con un equipo para entubar o un respirador que soporte las presiones dentro de la cámara. No es para cuidados críticos ni intensivos. Por eso el paciente debe estar estable. Pero sí necesitamos equipo para cuidados críticos”, señaló Grijalba.
Además, la Unidad no tiene suficiente personal capacitado para atender más casos, ya que solo son un médico y un operador que atienden de lunes a viernes de ocho de la mañana a las tres de la tarde y, dependiendo de sus posibilidades, atienden emergencias.
“Ocupan tener a alguien especializado en enfermedades del buceo porque aquí nadie sabe. Yo pienso que también le falta personal porque debería de haber siempre alguien especializado, para que en cualquier hora que pase un accidente llegue directamente a la cámara y ahí le puedan dar toda la atención”, señaló Ramón Ballardo, buzo en Bahía de Kino.
Hacia una mejor atención
La incidencia de estos accidentes, de acuerdo con COBI, vulnera el derecho a la integridad física y mental de las buzas y buzos, además de generar pérdida de ingresos para las familias, agravando así el estado de vulnerabilidad y pobreza en las comunidades.
Por eso recomienda establecer servicios de atención médica especializadas para buzos y buzas en las comunidades pesqueras y generar protocolos de emergencia claros para atender este tipo de accidentes, ya que de no hacerse, se amenaza la sostenibilidad de la actividad pesquera y se perpetúa la desigualdad.
Los buzos entrevistados para este reportaje coinciden en que se requiere fortalecer la atención de accidentes durante el buceo como la descompresión, ya que Bahía de Kino es una comunidad muy reconocida a nivel nacional por la gran cantidad de buzos que la integran.
De acuerdo con Ballardo, quien forma parte de una nueva generación de buzos, esta comunidad está en expansión, lo cual aumenta la probabilidad de accidentes. Mientras quienes vivieron un accidente como Hernández y García, abogan porque se subsanen los errores que los dejaron con secuelas y así evitar que se siga repitiendo su historia.
ENLACE: CN Media | Exiliados del mar: buzos quedan con secuelas de descompresión por una deficiente atención