DEBATE
Culiacán, con una población estimada de 1,020,000 habitantes, y Guaymas, que agrupa a cerca de 160,000 personas en su mancha urbana, enfrentan desafíos opuestos en materia de agua potable. Mientras la capital sinaloense lucha contra la ineficiencia en la distribución, el puerto sonorense libra una batalla contra la escasez estructural.
Cobertura y continuidad
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la cobertura de agua entubada en ambas ciudades es alta, superando el 95% de los hogares. Sin embargo, la experiencia del usuario se define por la continuidad del servicio. En Culiacán, el organismo operador reporta que aproximadamente el 80% de la ciudad recibe agua de forma constante, con intermitencias en zonas de alta elevación. El principal problema identificado es una red de distribución con pérdidas físicas superiores al 40%. En contraste, Guaymas, bajo un esquema de severa presión hídrica por la sequía crónica en la región, implementa programas de tandeo rigurosos. La Comisión Nacional del Agua indica que el suministro puede estar limitado a 12 horas diarias o menos en temporada crítica, priorizando el uso urbano sobre el agrícola.
Pérdidas en la red
La eficiencia física y comercial de los sistemas es un termómetro de su salud financiera y operativa. En Culiacán, el porcentaje de agua no facturada, que incluye fugas físicas y conexiones irregulares, ronda el 48%. Esto significa que de cada 10 litros que ingresan al sistema, casi 5 no generan ningún ingreso. Esta agua no recuperada representa una pérdida directa para la utility, limitando su capacidad para invertir en mejoras y mantenimiento. Para Guaymas, el problema de las pérdidas, aunque también presente en un 35%, es secundario frente al desafío mayor: la falta de fuentes de abastecimiento confiables. La economía local, fuertemente ligada al turismo y la pesca, enfrenta costos adicionales por la necesidad de cisternas y plantas de tratamiento privadas para garantizar un suministro estable para hoteles y industrias.
Inversión e infraestructura
La diferencia en la escala de los problemas se refleja en los programas de inversión. El organismo operador de Culiacán ha destinado en los últimos tres años un promedio de 120 millones de pesos anuales a la rehabilitación de redes y plantas de bombeo. El objetivo declarado es reducir las pérdidas de agua en un 5% en un quinquenio. Guaymas, por su parte, depende en mayor medida de proyectos federales y estatales para obras de gran envergadura, como la modernización de acueductos. La inversión local se ha concentrado en los últimos años en la perforación de pozos de emergencia y la reparación de infraestructura crítica, con un presupuesto anual que no supera los 40 millones de pesos, según sus reportes financieros.
Impacto económico
Las deficiencias en el servicio de agua tienen un costo económico cuantificable que trasciende la queja doméstica. En Culiacán, la industria manufacturera y comercial reporta gastos operativos adicionales por la necesidad de instalar sistemas de presión constante y tanques de almacenamiento para compensar la intermitencia. Un estudio del Consejo Coordinador Empresarial local estimó que estos costos indirectos ascienden a más de 50 millones de pesos anuales para el sector. En Guaymas, el impacto es más agudo. La Cámara Nacional de Comercio señala que la percepción de escasez de agua es un factor disuasorio para la inversión turística nueva y representa un lastre para la expansión de la industria existente.