FACTOR ENERGETICO
José Alberto Llavot, Gerente de Preventa y Desarrollador de Negocios en Schneider Electric para México y Centroamérica.
En el mapa global de los minerales estratégicos, México ocupa un lugar cada vez más relevante. Con reservas estimadas en 1.7 millones de toneladas de litio, el país se ubica en el top 20 mundial, en un contexto donde la demanda de este recurso, clave para baterías y sistemas de almacenamiento energético, ya supera 1 TWh al año. Solo en 2024, el crecimiento interanual del mercado de baterías de iones de litio se estimó en 26%, impulsado principalmente por el sector del almacenamiento estacionario y la transición hacia energías renovables.
Un marco regulatorio con sello mexicano
Desde abril de 2022, el litio es considerado un recurso estratégico y de utilidad pública. La reforma a la Ley de Minería otorgó al Estado el control exclusivo de su exploración y explotación, lo que llevó a la creación de la empresa estatal LitioMx. En 2024, este modelo fue elevado a rango constitucional, blindando la soberanía sobre el recurso.
A pesar de este marco legal, México aún no produce litio a escala comercial. La mayoría de los yacimientos identificados están en fase de exploración, y los proyectos enfrentan retos técnicos y financieros que podrían demorar su desarrollo. El desafío, por tanto, no es solo extraer el mineral, sino establecer una cadena de valor nacional que transforme el litio en soluciones concretas para la transición energética.
El almacenamiento como eslabón estratégico
El litio es, ante todo, un habilitador tecnológico. Su aplicación más estratégica para México se encuentra en los sistemas de almacenamiento de energía (BESS, por sus siglas en inglés). Estos sistemas permiten integrar energías renovables intermitentes, estabilizar redes eléctricas y garantizar el suministro en zonas remotas.
El potencial es significativo: estudios internacionales proyectan que la demanda global de litio podría multiplicarse por 17 hacia 2050si se cumplen los objetivos de descarbonización. En México, esto se traduce en la necesidad de incorporar almacenamiento en proyectos de energía solar, eólica y micro redes, especialmente en regiones con redes inestables o donde la electrificación rural sigue pendiente.
Soluciones desde Secure Power
En este contexto, la oferta tecnológica ya disponible en México abre una ventana de oportunidad para acelerar la transición. Desde el área de Secure Power, Schneider Electric cuenta con soluciones que integran baterías de litio de larga duración, alta eficiencia y bajo mantenimiento, adaptadas a entornos exigentes como el mexicano.
- Galaxy Lithium‑ion Battery Systems: una propuesta compacta, ligera y de gran durabilidad. Esta solución de almacenamiento optimiza la infraestructura de energía crítica trifásica, reduciendo el costo total de propiedad y fortaleciendo la resiliencia de sistemas como los UPS Galaxy VS, VM o VL.
- Baterías de ion‑litio para UPS (Guía técnica): una tecnología diseñada para reemplazar baterías tradicionales VRLA, con vida útil prolongada, menores requerimientos de espacio y refrigeración, y mantenimiento simplificado. Ideal para entornos exigentes como los centros de datos, hospitales, instalaciones industriales o transición energética en micro redes.
- Battery Energy Storage System (BESS): El gabinete todo en uno preconstruido con componentes integrados permite reducir los tiempos y costos de ingeniería, construcción e instalación. Cumple una variedad de estándares de seguridad con pruebas sólidas, incluida la norma UL 9540, y garantiza una integración más rápida y segura en su sistema.
México tiene el recurso, el marco legal y el contexto geopolítico para posicionarse como actor relevante en el mercado del litio. Pero su éxito no dependerá únicamente de extraer el mineral, sino de transformarlo en capacidades tecnológicas reales: desde fábricas de celdas y sistemas BESS hasta una red eléctrica que pueda integrar almacenamiento a gran escala.
El desafío es claro: convertir al litio mexicano en energía útil, limpia y accesible para la industria, las comunidades y el país entero. Y para ello, la tecnología ya está lista; lo que falta es articular inversión, regulación y visión estratégica.