El agotamiento del neoliberalismo global
Durante cuatro décadas el neoliberalismo dominó la narrativa económica mundial. Privatización, desregulación, apertura comercial: esa fue la receta. Pero el saldo actual revela fisuras profundas:
- EE. UU.: deuda pública superior al 120% del PIB, sistema de salud costoso y desigual.
- Alemania: crecimiento apenas del 0.2%, dependencia energética tras la crisis del gas ruso.
- España/UE: aunque con récord de empleo, enfrentan déficits estructurales, sistemas de salud bajo tensión y jóvenes atrapados en la precariedad.
El modelo que prometía prosperidad ilimitada muestra límites claros incluso en sus vitrinas más brillantes.
México: laboratorio posneoliberal
En este contexto, México sorprende con cifras positivas que contradicen los pronósticos:
- Salario mínimo: incremento real de +110% en seis años.
- Desigualdad: Índice de Gini reducido a 0.42, el nivel más bajo en cuatro décadas.
- Pobreza: cerca de 9 millones de personas dejaron la pobreza multidimensional.
- Deuda pública: estable en torno al 50% del PIB, menor que el promedio OCDE.
Lo más innovador no está solo en los números, sino en la metodología de éxito: además de PIB e inversión extranjera, ahora se mide bienestar, cohesión social y felicidad.
Estado y mercado: un nuevo equilibrio
México apuesta por un capitalismo regulado, donde el Estado retoma un papel protagónico sin desplazar a la iniciativa privada.
- Proyectos como el Tren Maya, Dos Bocas y el plan solar en Sonora integran inversión pública con participación empresarial.
- El objetivo: recuperar soberanía en sectores estratégicos y al mismo tiempo generar empleos y cadenas de valor locales.
No es un caso aislado. Países como Noruega y Dinamarca muestran que la combinación de regulación, redistribución y transición energética puede dar estabilidad y prosperidad. Uruguay en América Latina también es ejemplo de baja desigualdad con cuentas públicas sanas.
El futuro posneoliberal
El concepto de lo posneoliberal no implica eliminar el mercado, sino redefinirlo:
- El capitalismo ya no puede sostenerse en la promesa de que la riqueza “se derrama”.
- La sociedad exige derechos garantizados: salud, educación, seguridad energética y salarios dignos.
- Al igual que el socialismo sobrevivió en versiones adaptadas, el capitalismo está condenado a transformarse.
México, con sus retos y contradicciones, se ha convertido en un laboratorio de esta transición. Si logra consolidar un modelo donde la estabilidad macroeconómica convive con justicia social y desarrollo tecnológico, podría marcar el rumbo de un capitalismo posneoliberal, capaz de integrar las demandas históricas del socialismo: dignidad, equidad y comunidad.
📌 Idea central
El futuro no será del neoliberalismo ni del socialismo puros, sino de un capitalismo social que reconozca que la riqueza de un país no es cuánto produce, sino cómo distribuye y cómo mejora la vida de su gente.