La audiencia en EE. UU. confirmó que el capo salvó la pena de muerte al admitir su red de corrupción en México y su liderazgo en el tráfico de fentanilo
Miguel Flores
La columna En tercera persona, del periodista Héctor de Mauleón, titulada El Mayo pagó sobornos hasta 2024: ¿hoy cuántos dormirán tranquilos?, expone uno de los episodios más delicados en la historia reciente del narcotráfico.
Tuvo que transcurrir más de un año desde que Ismael “El Mayo” Zambada cayera en poder del gobierno de Estados Unidos para escuchar, finalmente, las palabras que marcaron un antes y un después en México:
“Durante 50 años he dirigido una gran red criminal… Desde el principio y hasta el momento de mi captura he pagado sobornos a policías, militares y políticos en México que nos permitieron operar libremente”.
Con esta confesión, el histórico líder del Cártel de Sinaloa se salvó de la pena de muerte.
Un acuerdo tácito con la justicia estadounidense
Aunque su abogado, Frank Pérez, negó cualquier colaboración con la justicia estadounidense, el hecho de que se le acusara bajo la Ley RICO —y no bajo la Ley Patriot, enfocada al terrorismo— fue interpretado por expertos como la prueba de un acuerdo.

El juez Brian Cogan impuso al narcotraficante una multa de 15 mil millones de dólares, que serán obtenidos de sus activos y empresas detectadas. Esto implica riesgos para quienes hayan tenido vínculos financieros con él a lo largo de cinco décadas de impunidad en México.
La fiscal general Pam Bondi calificó el caso como una “victoria histórica”, señalando que Zambada “ha confesado una vida de crímenes al servicio del Cártel de Sinaloa”.
Impunidad en México y el peso del fentanilo
Bondi recordó que, en 20 años, Zambada fue acusado de al menos 16 delitos en tribunales federales estadounidenses, pero nunca enfrentó cargos en México.
“El Mayo operaba con impunidad en las más altas esferas, pagando sobornos a funcionarios del gobierno y a fuerzas de seguridad”, subrayó.
El capo también reconoció que bajo su liderazgo se traficaron más de 1.5 millones de kilos de cocaína, además de heroína y, más recientemente, fentanilo, droga que comenzó a detectarse en EE. UU. hace ocho años y se convirtió en crisis de salud pública, con decenas de miles de muertos anuales durante todo el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
Una audiencia teatral
La audiencia se convirtió en un espectáculo político, presentado como un triunfo de la administración de Donald Trump. Participaron representantes de la DEA, el FBI, Seguridad Interior y fiscales de distintos estados.

“No hemos terminado”, advirtió Derek Gordon, de Homeland Security. Terry Cole, de la DEA, añadió: “Nadie está fuera de nuestro alcance”.
El mensaje fue claro: la investigación apenas comienza. El FBI y los fiscales insistieron en que la declaración de culpabilidad de El Mayo no cierra el caso, sino que abre nuevas líneas contra quienes hicieron posible la operación del Cártel de Sinaloa.
Corrupción hasta el último rincón del poder
La gran sombra que deja la confesión es la confirmación de la corrupción estructural en México. Según lo declarado, El Mayo pagó a políticos, gobernadores, militares, policías y funcionarios de todos los niveles hasta 2024.
La presidenta Claudia Sheinbaum minimizó la declaración, afirmando que no le preocupa. Sin embargo, De Mauleón plantea la pregunta central: ¿cuántos políticos y funcionarios podrán dormir tranquilos después de esto?
El periodista concluye que lo que viene apenas empieza. El juicio en Estados Unidos no solo exhibió el poder del narcotraficante, sino también la red de complicidades que lo mantuvo intocable por más de cinco décadas.