El gobierno ha ofrecido que habrá una consulta pública sobre la reforma electoral donde los participantes tendrán voz sin voto. Muy generoso.
La oferta, dice Jorge Castañeda, plantea un dilema: si se participa en la consulta, se legitima su resultado. Si no se participa, pues no se participa y se deja el camino libre a la imposición.
Imposición habrá de cualquier modo, como está anunciado ya, tanto en las palabras de la presidenta Sheinbaum como en las del cada día más simpático presidente de la comisión electoral, Pablo Gómez.
La pregunta para mí no es cómo influir en el resultado, sino cómo hacer más incómoda la imposición. Creo que la imposición será más incómoda si hay una fuerte participación no gubernamental en la consulta. Creo que la incomodidad sería del tamaño de la participación no gubernamental.
A menor participación, menor incomodidad; a mayor, mayor.
La incomodidad mayor sería que hubiera una avalancha de participación, un verdadero tsunami de propuestas y voces no gubernamentales ejerciendo el derecho a voz que, generosamente, les ha sido concedido.
El gobierno promete para consulta abrir una página de internet, hacer una encuesta y tener foros públicos en todo el país.
La página de internet y la encuesta son de fácil manipulación para el gobierno. Los foros no, porque serían presenciales, entiendo, para que se expresen “los de la voz”. “Los de la voz” podrían ser muchos, por la sencilla razón de que, si algo generó la transición democrática, fue una gran cosecha de expertos electorales: en los partidos, en la academia, en los medios, en la sociedad civil.
La mayor incomodidad para el gobierno sería una consulta multitudinaria, con foros en todos los estados, donde se escuchen las voces de esta rica comunidad de conocedores, interesados en el asunto.
La mayor incomodidad para la imposición del gobierno sería una consulta larga, nutrida, plural. Ya que la imposición será cupular, que la consulta sea multitudinaria.
Mi respuesta al dilema de Castañeda es, entonces: no sólo hay que participar en la consulta, sino que hay que participar abrumadoramente, hasta donde el gobierno cierre la puerta y, si hace falta, dar portazo.
(Esta columna toma vacaciones hasta el lunes 1 de septiembre. Hasta entonces).