El mandatario estadunidense propone una segunda cumbre con Putin e incluir a Zelenski si Alaska “sale bien” la del viernes; la UE insiste en “nada sobre Ucrania sin Ucrania”.
Bernardo Morato
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el miércoles su intención de organizar una segunda reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, esta vez con la participación del mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski, si la cumbre prevista para el viernes en Alaska avanza en la dirección deseada.
“Se pueden conseguir grandes cosas en la primera reunión, será una reunión muy importante, pero prepara el terreno para una segunda reunión”, dijo en conferencia de prensa.
Trump anticipó que el encuentro del viernes en una base militar estadounidense en Alaska buscará “encontrar una solución” a la guerra iniciada por Moscú hace más de tres años. En caso de resultados favorables, adelantó un formato trilateral para acelerar la conversación:
“Si la primera sale bien, tendremos una segunda reunión rápidamente”, señaló. “Me gustaría tenerla casi inmediatamente, y tendremos rápidamente una segunda reunión entre el presidente Putin, el presidente Zelenski y yo, si quieren que yo esté presente”, añadió.
El presidente también dejó abierta la posibilidad de cancelar el segundo encuentro si la cita con Putin no arroja compromisos concretos: “Si considero que no es apropiado celebrarla porque no hemos obtenido las respuestas necesarias, entonces no habrá una segunda reunión”, afirmó. En el mismo intercambio con la prensa advirtió que Rusia enfrentaría “consecuencias muy graves” si no acepta poner fin a la guerra, sin precisar qué medidas baraja.
Consultado sobre la viabilidad de frenar ataques contra civiles en Ucrania, Trump fue tajante al describir conversaciones previas con su homólogo ruso: “Y luego llego a casa y veo que un cohete impactó en una residencia de ancianos, o un cohete impactó en un edificio de apartamentos, y hay gente muerta en la calle. Así que creo que la respuesta es no”. La respuesta subraya el escepticismo de la Casa Blanca sobre la posibilidad de influir de manera inmediata en los patrones de ataque, incluso si se abre un canal de negociación.
Trump dijo haber mantenido una “muy buena llamada” con líderes europeos —entre ellos Zelenski— para coordinar posturas de cara a la cumbre de Alaska:
“Le daría un 10 a la llamada, muy, muy amable”, aseguró durante un acto en el Kennedy Center de Washington.
Según funcionarios europeos, el mensaje de las capitales aliadas ha sido insistente en dos puntos: que ningún acuerdo puede prescindir de Ucrania y que no deben contemplarse concesiones territoriales impuestas por la fuerza. En los últimos días, gobiernos de la Unión Europea y la OTAN han reiterado que cualquier proceso de paz exige la participación directa de Kiev y garantías de seguridad, incluida la protección de infraestructuras y población civil.
Zelenski, por su parte, ha sostenido en encuentros y ruedas de prensa con líderes europeos que no aceptará “intercambios de territorio” y que cualquier alto el fuego debe estar acompañado de garantías verificables. En la jornada previa a la cumbre, aliados clave en Berlín, París, Varsovia y Bruselas repitieron la fórmula de “nada sobre Ucrania sin Ucrania”, mientras el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, enfatizaba la necesidad de seguridad a largo plazo para el país invadido.
La secuencia diplomática que imagina la Casa Blanca —una reunión bilateral en Alaska seguida de un encuentro trilateral— se mueve entre la urgencia por reducir la violencia y el riesgo político de congelar la guerra sobre líneas de frente que no reconoce el derecho internacional. Desde el inicio de la invasión a gran escala, el gobierno ucraniano ha insistido en que no puede ceder territorio y que los acuerdos deben contemplar la retirada de fuerzas rusas y la rendición de cuentas por ataques a civiles. Varios gobiernos europeos han advertido que cualquier “paz” sin garantías podría reproducir ciclos de agresión en el futuro cercano.
El margen de maniobra dependerá de la disposición rusa a cesar el fuego y del espacio político de Kiev para aceptar —o rechazar— fórmulas de estabilización temporal. Si el primer paso “sale bien”, como dijo Trump, la organización “rápida” de una cumbre con Zelenski pondría a prueba el consenso transatlántico: incluir a Ucrania en la mesa y evitar arreglos que consoliden cambios fronterizos por la fuerza.
En tanto, la situación humanitaria en Ucrania continúa deteriorándose por el impacto de ataques contra infraestructura civil y recrudecimiento de bombardeos en áreas urbanas. La discusión sobre un cese de hostilidades, por limitada que sea, llega con el telón de fondo de más de tres años de guerra, un frente fluido y una coalición europea que ha reforzado su apoyo financiero y militar a Kiev, al tiempo que insiste en no negociar sobre soberanía ucraniana.
ENLACE: Trump abre puerta a cumbre trilateral con Putin y Zelenski tras Alaska
