
Dicen que estuvo muy bien la fiesta del dirigente estatal del PAN, Gildardo Real Ramírez, pero que estuvo mejor la de Palacio de Gobierno cuando se enteraron de la lista de invitados, comenzando por el impresentable Guillermo Padrés Elías, que dicho sea de paso, también en el sarao fue el más buscado.
Se entiende. El exgobernador ejerce un liderazgo indiscutible en lo que queda del PAN y eso parece suficiente para los blanquiazules, aunque a la luz de los últimos tres procesos electorales y con excepción de Hermosillo, en el resto del estado les ha ido como en feria. Todavía resuenan las palabras de Gildardo Real en vísperas de la elección 2024, cuando dijo que si no iban en alianza con el PRI, estaban condenados a perder el registro.
Aunque no se trató de un evento político en el sentido estricto, es obvio que por el perfil de los asistentes aquello fue un venero de mensajes políticos, acaso el más relevante, el refrendo de la alianza PRI-PAN, esa que apenas les ha dado para la sobrevivencia política.
Y es que no solo asistieron, a juzgar por las imágenes que se publicaron en algunas redes sociales, algunos de los más conspicuos alfiles del padrecismo, como Agustín Rodríguez, Roberto Romero, Clemen Elías, el Güero Nieves y Javier Gándara sino también cuadros del priismo como Miguel Ángel Murillo Aispuro, Emeterio Ochoa, Pascual Soto y por allí también se vio al empresario cajemense Ricardo Bours Castelo. Dicen que también andaba Bulmaro Pacheco, pero no apareció en alguna de las fotografías.
Fue Martha Acuña Llanos, por cierto una de las más activas y eficaces militantes del PAN -que también los hay, se sabe- quien subió más imágenes a su cuenta de Facebook, documentando esa reunión de amigos y amigas.
No acudió el alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán aunque seguramente fue invitado pero al parecer tenía un compromiso familiar en Estados Unidos; tampoco estuvo Alejandro López Caballero. Y los menciono porque en una anterior reunión convocada por Padrés, este los ‘destapó’ a ambos: al primero como candidato a la gubernatura, el segundo a la alcaldía de Hermosillo.
Se trató, subráyese, de una reunión de amigos y amigas, pero sería ingenuo pensar que en la velada no se abordaron los temas políticos de coyuntura para ir preparando condiciones rumbo a la próxima contienda electoral.
El reporte que nos llega desde Palacio es que allá la fiesta estuvo mejor, pues hay quien sostiene que con esa oposición, Morena y sus aliados se la pueden llevar tranquilamente y solo deben cuidar que no sigan menudeando los escándalos y las pugnas internas. Del adversario que tienen enfrente lo único que puede esperarse es que mantengan los niveles de votación que han obtenido en los últimos tres procesos electorales.
Claro, en política, se dice, no se debe menospreciar al enemigo, pero francamente la mayoría de los personajes allí reunidos no han podido o no han sabido articular una plataforma y una narrativa que permee en los sectores más amplios de la población, mientras del lado del oficialismo parecen demasiado confiados en la fortaleza de una marca que apenas el año pasado volvió a barrer en las urnas, y confiados también en un padrón de beneficiarios de los programas sociales, que supera los 500 mil sonorenses, más o menos los votos que han obtenido desde el 2018 a la fecha y que les alcanza sobradamente para mantener su hegemonía.
También hay que decirlo: aferrarse al clavo ardiendo que es Guillermo Padrés solo refleja una realidad disociada en la que suponen que con ese liderazgo pueden remontar la crisis que los mantiene arando en el desierto electoral. Pero cada quien…
II
A propósito de realidades disociadas, me tocó leer en redes sociales algunas críticas al consultorio tradicional indígena que opera en el Hospital IMSS-Bienestar que recientemente fue inaugurado en Vícam Switch.
Las críticas iban en el sentido de que mientras en otras partes del mundo los hospitales ofrecen sus servicios con tecnología de punta, en Vícam se apela a la medicina tradicional para atender a los derechohabientes, pero se debe señalar que el hospital en mención está ubicado en el corazón del territorio yaqui, donde esas prácticas ancestrales se siguen utilizando con frecuencia.
Los hermanos yaquis difícilmente se atienden en el CIMA, como podrían suponer quienes critican este programa, que por cierto ofrece la medicina tradicional como un recurso complementario a la atención médica, que por cierto cuenta con los equipos más avanzados en quirófanos y otras áreas de especialidades, tal y como lo constatamos durante una visita guiada que el personal hospitalario ofreció el día de su inauguración. O sea, no es como que a los pacientes se les vaya a curar digamos una apendicitis, pasándoles un huevo por la frente, terapia que probablemente resulte además muy dolorosa.
El gobernador Alfonso Durazo reconoció este sistema de salud al que definió como inclusivo, preventivo y con justicia social, siendo el primero en su tipo que opera en el país. La atención a los pacientes corre a cargo de María Francisca Rosario Matuz, curandera y partera yaqui con más de 15 años de experiencia, y heredera de los conocimientos de su madre, Micaela Matuz.
La atención se brinda en un espacio certificado por Cofepris, permitiendo que se ofrezcan de manera regulada y segura infusiones, limpias y otros tratamientos propios de la tradición yaqui, complementando eso con atención médica institucional a cargo del personal médico del hospital.
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