Muchos lo sufrieron, enfrentaron y prefirieron no contarlo. Ellos saben que hay una historia oculta entre empresarios, profesionales y personas non gratas al régimen de la 4T que vivieron el acoso, amenaza, extorsión y acción, por lo general alevosa, del SAT y la UIF. Por tratarse de información reservada, que además la autoridad guardó con celo (o filtró para causar mayor daño), difícilmente conoceremos la dimensión del terrorismo de Estado expresado en auditorías, congelamiento de cuentas y remisiones judiciales.
Se justificó como un combate a la defraudación y los manejos económicos y financieros delictivos. Pero quienes lo sufrieron, enfrentaron y enfrentan saben bien de qué se trató. Comenzó desde el arranque del gobierno de López Obrador, con Santiago Nieto en la UIF; se profundizó con Raquel Buenrostro en el SAT y alcanzó el punto máximo con Pablo Gómez en la UIF.
El arribo a esa unidad del equipo de un profesional en las tareas de inteligencia, Omar Reyes Colmenares, servidor público en cuya foja resalta el entendimiento de la delicadeza de esas tareas; de un investigador efectivo, técnico, discreto, actualizado, se permite abrigar la esperanza de que las cosas serán diferentes y de que esa siniestra etapa de persecución política contra quienes el régimen marcó como hostiles o sospechosos ha terminado.