El Instituto de Movilidad y Transporte de Sonora (IMTES) ha tomado una decisión digna de reconocimiento:
La tarifa del transporte urbano en Hermosillo se mantendrá en 9 pesos, al menos hasta que se modernice el sistema de cobro y se adopte plenamente el pago digitalizado.
Este enfoque protege el bolsillo de los ciudadanos, en una región donde muchas familias viven con presupuestos ajustados y también pone la mira en lo que realmente importa:
La eficiencia y la transparencia en la recaudación.
Carlos Sosa Castañeda, coordinador de IMTES, fue claro al afirmar que “antes de pensar en un aumento a la tarifa, tenemos que enfocarnos en el pago electrónico gradual para que permita eficientar la recaudación”.
Es comprensible la urgencia técnica ya que desde 2017 no hay ajuste de tarifa, pero los costos operativos han crecido de manera constante, dependiéndose del subsidio estatal en más de un 50 % y apuntando hacia una tarifa técnica cercana a los 15 o hasta 19 pesos.
Aún así, no basta con subir el precio, el transporte público en Hermosillo necesita una transformación estructural más profunda.
El cobro digital no es solamente una herramienta administrativa, es la llave para desbloquear recursos que pueden invertirse en mejorar la frecuencia de rutas, aumentar la seguridad, renovar unidades y reducir tiempos de espera.
En el año 2024 la recaudación por pago en efectivo cayó aproximadamente un 20 %, mientras los subsidios estatales se disparaban.
El cambio al pago digital, bien implementado, mejora la trazabilidad del dinero y fortalece la confianza ciudadana en que el sistema es más justo, transparente y eficiente.
Ahora bien, este modelo no está exento de desafíos.
La transición requiere infraestructura tecnológica, capacitación para choferes y usuarios, y campañas informativas.
Nada de esto sucede de la noche a la mañana.
Pero es preferible invertir en un proceso sólido que elevar el pasaje de forma apresurada, sin garantías de mejora real.
El argumento moral es contundente, sería injusto encarecer el transporte sin mejorar el servicio.
La prioridad debe ser que cada peso recaudado se traduzca en unidades dignas, recorridos seguros y tasas equitativas, especialmente para estudiantes, personas mayores y trabajadores que dependen del camión para llegar a sus destinos.
Como la propia sociedad civil ha advertido, mantener los 9 pesos sin un servicio acorde está fuera de balance .
Hoy, la postura responsable es clara, no subir la tarifa hasta consolidar el pago digital.
Ese es el paso lógico, ético y técnico para garantizar calidad de servicio y sostenibilidad financiera.
Una vez que el sistema digital demuestre su eficacia, entonces será legítimo considerar cambios en el pasaje y solo si realmente se justifican.
Hermosillo tiene la oportunidad de ir más allá del discurso.
Que el cobro digital no sea una promesa, que sea una realidad tangible.
Y que, cuando llegue el momento de revisar la tarifa, luzcan claros los beneficios:
Más unidades, mejor atención, mayor puntualidad, mayor seguridad… y no un pasaje más caro por inercia.
Así, el transporte público dejará de sentirse como un peso para convertirse en un servicio del que nos sintamos orgullosos.
Al final del día, ganó la inteligencia, la razón y la presión social de los usuarios del transporte público en Hermosillo.
Al tiempo.
El autor con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación, es periodista en Derechos Humanos, Migración y Medioambiente.
Es defensor de Derechos Humanos
Director de AM Diario, colaborador en medios de Sonora como Dossier Político, Pajarito News, de Arizona como Irreverente Noticias y Ciudad de México como Esfera Noticias.