Los conocí en la primaria ya que por muy poco dinero te daban un montón o, porque no teniendo feria Don Memo, el señor del carrito o el tendero, los usaban como una moneda cuya paridad cambiaria eran cincuenta centavos o un peso.
Eran los chicles Yucatán y la escuela primaria era la Benito Juárez, que estaba a quinientos metros de mi casa. Por si fuera poco, esta escuela se ubicaba por la calle Yucatán sin número en la Colonia Los Olivos de la Paz, Baja California Sur.
Para ser precisos, mi ciudad natal se encuentra ubicada en ese estado mexicano en la península de Baja California.
Ese chicle al que me refiero era muy chiquito, muy barato y había un chorro de sabores: yerbabuena , menta , fruta , canela, por mascar algunos.
El origen del chicle como tal en México, data de la época prehispánica, donde los mayas ya masticaban la resina del árbol de chicozapote, a la cual llamada “sicté” por ellos, y los hacían para limpiar sus bocas y aminorar la sed.
Precisamente , según leo, la palabra “chicle” viene de ese término maya “sicté” y del náhuatl “tzictli”, que significa “cosa pegajosa “y su uso fue adoptado por otras culturas, como los aztecas, quienes lo llamaron “tzictli”.
Ya la comercialización del chicle, así como lo conocemos ahora, nació a partir de un encuentro entre el expresidente mexicano Antonio López de Santa Anna, en quien tal vez se inspiró Og Mandino para escribir su celebre libro El Vendedor más grande del mundo, y el estadounidense Thomas Adams, quien lo manejó como sustituto del caucho y luego lo adaptó para crear la goma de mascar y de ahí pal real, hasta la fecha.
Fue gracias a la comercialización de marcas como “Adams New York Chewing Gum”, “Black Jack” y “Chiclets”, y también por la difusión entre soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial que el chicle se popularizo tanto y se volvió tan famoso.
De cualquiera de estos pudimos estar masticando en la clase, pero el profe Humberto que nos daba tercer años , no ha hacia distinción de sabores, a la hora de ir hacia nosotros, tomarnos de las patillas y llevarnos hasta el sesto de la basura para que escupiéramos el chicle.
Haya sido como haya sido, el chicle tiene sus orígenes en la península de Yucatán y háganle como quieran. Punto.
Respecto a una península, esta es una porción de tierra rodeada principalmente de agua, pero unida al continente. La palabra emana del latín paene insula, que quiere decir “casi una isla”. Hay chiquitas y hay unas muy largas.
Me refiero en extensión porque los tamaños se miden de muchas maneras y ser grande o ser pequeño no significa que el primero sea mejor que el segundo.
Ahí tenemos por un lado a Peso Pluma con 1.75 de altura, mientras que, Armando Manzanero, solo alcanzaba el 1.62 m y aunque el oriundo de Zapopan tiene lo suyo, en especial en lo musical, creo que el el arte de componer nada tiene que hacer al lado del nacido en Ticul, una ciudad que se localiza en la región sur de dicho estado a una distancia de 85 km de Mérida.
“Que aquí mando yo/Carros deportivos en mi colección/Minimis, Bazucas y Kalashnikov/Todos mis muchachos están al tenton” reza una de las mas cantadas por el polémico joven quien, por cierto, de lo poco que compone, lo hace con su primo Tito Double P y no son precisamente para entonarlas frente a la ventana de la pretendida en una noche de luna.
En cambio, Esta tarde vi llover, vi gente correr/Y no estabas tú/El otoño vi llegar, al mar oí cantar/Y no estabas tú, si bien un tanto almibarada , puede tener una mejor recompensa si dice al oído, o se canta en una asamblea escolar o se incluye en el repertorio, un jueves de serenata en la plaza Santa Lucia.
Este lugar está en aquella península, la otra de las dos que hay si es que le doy sentido de pertenencia a la que considero como mía.
Porque en México, a pesar de Santa Ana, todavía existen dos penínsulas principales: la Península de Baja California se encuentra separada del resto del territorio mexicano por el Golfo de California y el Océano Pacífico, en tanto que la Península de Yucatán separa el Golfo de México del Mar Caribe. Aparte existen otras formaciones peninsulares más pequeñas, como la Península de Atasta en Campeche y la Península de Concepción en Baja California Sur, como si a las peninsulotas, les diera por parir peninsulitas.
Mientras viví en mi península , poco supe de esta otra como tal , salvo por los mapas para hacer tareas que , con o sin división política , vendían en las papelerías ; también por el otrora comercial de pilas y su slogan “…de Mérida a Ensenada y el Pilón como si nada” y del estado en si nada más por las bombas, y esa fama- no siempre cierta-así como la tienen otros lugares de que se distinguen en cuanto a sus dimensiones craneales , respecto a lo cual , uno dicen que es un mito, otros que si hay dos centímetros mas que el promedio pero nada que no vaya más allá de la frenología , esa teoría tan desacreditada y sin ninguna validez científica. Cierto o no, a un hermano le decíamos “yucateco” por esa razón y si eso hoy es una confesión políticamente incorrecta, pido disculpas.
En esta mañana hermosa
Que me abrocho mis cordones
Le pediré a Dios una cosa:
Que Yucatán me perdone
Las dos penínsulas de México, la de Baja California y la de Yucatán, no se unen físicamente, por obvias razones, ni estirándolas.
Claro: Son entidades geográficas separadas por el territorio continental de México. Dicho de otra manera: en esta esquina la península sudcaliforniana, en esta otra, la península yucateca. No hablo en términos boxísticos, hablo de distancias y son 2,828 km si el dato no me falla.
Supondré que sus respectivos gobernadores, Joaquín Díaz Mena por Yucatán , Víctor Manuel Castro Cosió por la Baja California Sur, ya se dieron cuenta que algo muy específico los identifica y por si fuera poco, les corre la misma sangre partidista.
Que más quieren.
Supondré también que ya se dieron cuenta , uno y otro, que las penínsulas ofrecen acceso a recursos marinos, como pesca y transporte, y aparte son estratégicas para el comercio y la defensa.
Algo obvio, pero supondré.
Por si fuera poco, su ubicación costera favorece la biodiversidad y el desarrollo de ecosistemas únicos, tanto terrestres como marinos.
Más no les puedo decir porque parecería acordeón para votar con respecto a los candidatos a ocupar un puesto de la suprema corte y eso, la verdad, si me daría penita.
Cada uno tiene sus asesores y sabrán que acordar, siempre que prevalezca la cuestión de ganar-ganar. La colaboración reciproca sería interesante. Hay muchos rubros en que trabajar y si se da el encuentro , por favor que Yucatán no deje de contarle los que están haciendo en materia de seguridad pública ya que ahí en mi tierrita en ese aspecto si anda mal, muy mal.
Por lo pronto y sin ser uno de ellos (de los asesores, no de los gobernadores) se me ocurre una expo ya sea en conjunto o dando y dando: que una fecha el anfitrión sea Mérida y en otra La Paz o en Los Cabos.
Una hilera gastronómica de ambas penínsulas en donde haya langosta en mantequilla o en machaca, machaca de res y de pescado, tacos de pescado, almejas chocolatas tatemadas o rellenas, ceviche de almeja o sierra o cochito , pan de dátil, empanadas de carne, de queso con piloncillo , de ate y de frijol dulce, chorizo de rancho, queso asado , tortillas de harina amasada con requesón, tatema de res, chopas asadas , ciruelas del monte , y desde luego pitayas agrias y dulces ,chimangos, orejones de mango y dulces regionales de San Bartolo, café Batalla, galletas roncadoras, nomás para ir alborotando al paladar.
Se abre un receso para descansar las quijadas, se toman un caballito de licor de damiana como digestivo o para el desempance, unos cuantos eructos de manera discreta o con absoluta libertad y a seguirle con las mesas de enfrente:
Cochinita pibil, queso relleno, sopa de lima, panuchos, papadzules, tortas de pavo, tacos de lechón, pan de cazón, tamales colados, Sikil Pak,poc chuc, brazo de reina, frijol negro, longaniza de Valladolid, marquesitas, agua de chaya, huayas, guanábanas, y pitahaya color magenta .
Si todavía quedan ganas o no tienen a la mano una sal de uva o el propio baño, entonces que role la botella de Xtabentun para hacer tiempo y otra vez hambre
Todo esto amenizado con jarana o con la flor de pitaya, La Cuera o El Chaverán .
Son apenas una lluvia de ideas.
Puede realizarse en el malecon frente al kiosko y/o en el paseo Montejo , puede que en el Jardin Valasco o en la plaza Santa Lucia o en Cabo Catoche o Cabo San Lucas si quieren en Chichên Itzá o en la sierra de la laguna pero no echen en saco roto esta idea.
Algun acomedido puede llegar vestido de Francisco Hernandez de Côrdova o de Francisco de Montejo o de Fortún Jimenez o de Hernan Cortez y asi , en esas fachas, entrar a La Negrita o al Cardenal o a Las Varitas o a La Voladora o al Torito Bravo.
Hasta aquí los dejo.
Planearle lo demás, ya sería demasiado.
Lo siento.
No insistan ya.
¡Bomba!.