¿Sobrevivirán?
El que parece ser un despertar de la comunidad internacional ante las atrocidades cometidas en ese territorio de 360 kilómetros cuadrados puede no ser suficiente para cambiar el destino de una población que rondaba los 2.2 millones de habitantes a finales de 2023, cuando comenzaron los bombardeos que, al estilo de la doctrina OTAN, repetida en Irak, Siria, Libia y Serbia, no discriminan objetivos militares de civiles.
De acuerdo con estudios recientes, más del 70 por ciento de las casas y edificios están devastados y serían más de 400 mil palestinos que han muerto, muchos de ellos sin contabilizar aún por estar bajo los escombros y, aunque los ataques y la hambruna cesaran hoy, el destino de miles sería la muerte por heridas y desnutrición.
La tragedia humanitaria de los palestinos está presente desde el inicio en las redes sociales, pero era aplastada por los medios de América y Europa, mayoritariamente pro Israel, que ahora con menos intensidad, pero aún comparan el apoyo a Palestina con el apoyo al terrorismo y el criticar los métodos del Estado Israelí, las políticas de Bejnamín Netanyahu y las atrocidades de las Fuerzas de Defensa Israelíes, (FDI), con el “antisemitismo”, un pecado mayúsculo.
Después del “holocausto judío” de la Segunda Guerra Mundial a manos del nazismo, el consenso de las potencias posguerra decidió asignar el 56 por ciento de Palestina para el Estado Judío y el 44 por ciento restante para el Estado Árabe Palestino, pero tras las “convenientes” guerras de 1948 y 1967, Israel controló casi el 80 por ciento del territorio, quedando un Estado Palestino dividido entre la Franja de Gaza y Cisjordania, conocida en inglés como West Banks.
El 7 de octubre de 2023, grupos de resistencia de Hamás iniciaron un ataque coordinado que cobró la vida de cerca de mil 200 colonos israelíes. Medios del propio Israel, basados en testigos, afirman que muchos de los muertos no fueron por armas de los “terroristas”, sino por los soldados de las FDI que aplicaron la directiva “Hanibal”, de asesinar a los israelíes antes de permitir que sean capturados como rehenes.
Ahora que las evidencias apuntan a que el Gobierno de Netanyahu conocía desde meses antes los planes de ataque de Hamás y que habría facilitado el ingreso de los atacantes como una manera de justificar ante la comunidad internacional sus ataques indiscriminados y ejecutar los planes que ahora son más claros: Acabar con los palestinos de la Franja de Gaza y reconstruir la zona como una riviera turística, un plan apoyado por el mismo Trump, en su modalidad de empresario inmobiliario y Presidente de Estados Unidos, quien sin miramientos le dijo a Netanyahu, “finish the job”, termina el trabajo.
A finales de 2023, analistas en español como el mexicano Jesús López Almejo eran “crucificados”, incluso en medios alternativos, cuando expresaban la posibilidad de que Netanyahu permitió de alguna manera los ataques de Hamás para iniciar su venganza despiadada con una opinión pública “galvanizada” a favor de Israel. Sin embargo, ahora hasta analistas judíos de la talla de Jeffrey Sachs o John Mearsheimer lo dicen sin tapujos: Netanyahu permitió los ataques y ahora está cometiendo un genocidio con tácticas idénticas a las de los Nazis.
Desde el inicio de la matanza, decenas de miles de personas tomaron las calles en apoyo a Palestina en países como Alemania, Francia e incluso en Estados Unidos, creo las manifestaciones más masivas fueron en el Reino Unido, pero los medios las ocultaron, como también ocultaron la represión policiaca enviada por los gobiernos en contra de los ciudadanos.
La tragedia es poco ocultable ahora, medios en Irael, incluso en la televisión, muestran cómo los contratistas estadounidenses de la Fundación Humanitaria para Gaza, (en sustitución de la ONU), que entregan la comida a los palestinos en sitios específicos, tienen la directiva de dispararles y han asesinado a más de mil y herido a cinco veces más de adultos, jóvenes y niños que solo buscaban comida.
Ahora vemos el anuncio del Presidente francés, Emanuel Macrón, de reconocer al Estado Palestino, un hecho que hace visible el genocidio, pero empata con la aprobación de la Gneset, el parlamento de Israel, de apropiarse formalmente a Cisjordania, donde por décadas han construido asentamientos de colonos israelíes.
Los gobiernos de Eslovenia y Países Bajos han prohibido la entrada en sus países de los ministros de Seguridad y de Finanzas de Israel, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich por su apoyo al genocidio en Gaza, y si bien el Primer Ministro del Reino Unido, ha amenazado con reconocer al Estado de Palestina si no se logra un alto al fuego en Gaza, en los hechos no habría quien detenga las intenciones de Netanyahu, quien como político tiene poca aprobación en Israel, la política de eliminar a los palestinos cuenta con apoyo en más del 70 por ciento de la población, así que podría cambiar el político, pero no la política.
El propio Ehud Olmert, ex primer ministro de Israel califica la hambruna impuesta a los palestinos como crimen de guerra. Sin embargo, con excepción de Yemen, del que hablaré en la próxima entrega, e Irán, los países árabes también han dejado solos a los palestinos.
Un grupo de senadores en Estados Unidos, liderado por el Demócrata Chris Van, han pedido al Gobierno de Trump dejar de financiar los esfuerzos militares de Israel y el propio Gobierno de Netanyahu ha abierto “corredores humanitarios” para el ingreso de alimentos, pero los bombardeos continúan.
La pregunta, ¿sobrevivirán? sigue en el aire y corresponde a todos los países tomar parte en la responsabilidad de detener un genocidio donde los papeles de la Segunda Guerra Mundial se invirtieron; las víctimas del nazismo son ahora los victimarios y Estados Unidos, que combatió el nazismo, ahora apoya con dinero, armas y soporte político la erradicación.
