Han pasado años desde que los pescadores de las poblaciones aledañas al Golfo de California han vivido con el fantasma de la vaquita marina y los problemas relacionados a ella encima de ellos.
La más reciente decisión en el Congreso de la Unión sobre la especie que conocemos como Totoaba (nombre científico Totoaba macdonaldi) en la que se permite su comercialización al exterior del país siempre y cuando se pueda verificar que fueron criadas en cautiverio, representa un momento importante para repensar la problemática del Golfo de California y todo lo que este “acuario del mundo” representa para México.
Primero, una larga pero necesaria recapitulación:
La Totoaba Macdonald es una especie endémica del Golfo de California, capaz de tener hasta metro y medio de longitud, que de acuerdo con quienes la han probado, es uno de los pescados más versátiles y con mejor sabor que existen, por lo que su extracción fue una fuente de alimentación y comercio para los pescadores de las diversas comunidades asentadas alrededor del Golfo de California por décadas, entre otras especies endémicas de la zona.
Como sabemos, el uso de herramientas de pesca antiguas para capturar a la Totoaba afecta a otras especies de la región, un tema que ha puesto en debate las tradiciones de los pueblos costeros del golfo y los esfuerzos de conservación en la región, encabezados en colaboración entre el gobierno estatal y diversos organismos.
La pesca de Totoaba es un problema en el Golfo de California desde hace décadas, en parte porque su vejiga respiratoria (o buche, como se le conoce coloquialmente) es considerado como un afrodisíaco en algunos países de Asia, por lo que su precio puede llegar hasta los miles de dólares en el mercado negro.
Con la llegada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el incremento de organismos internacionales relacionados con la conservación de especies en los 90, la vaquita marina (nombre científico Phocoena sinus) otra especie endémica de la región se volvió en el rostro del capítulo ambiental del TCLAN y del interés de varias organizaciones internacionales para la protección de especies.
En trabajo paralelo a las negociaciones del TCLAN, el gobierno mexicano anunció la creación de un polígono de protección, un espacio en el Golfo de California en el que no se puede pescar por ningún motivo y el cual está protegido por la Marina y el Ejército. Este polígono estará pensado para proteger a toda la vida marina de la región, pero indudablemente será principalmente para la vaquita marina, la cual fácilmente se enreda en los seres de pesca con mucha facilidad, reduciendo su población constantemente año con año, además de que es imposible capturarla y mantenerla en cautiverio, algo que el gobierno mexicano descubrirá muy tarde.
El polígono cambiara de forma, tamaño y nivel de observación casi cada año desde que es anunciado, con su crecimiento inevitablemente causando descontento entre los pescadores de la región, que desde el inicio perciben una merma en sus ganancias.
Esta área de “cero tolerancia” es en parte inaugurada con la visita del entonces secretario de estado de Estados Unidos, Bruce Babbit a Puerto Peñasco, acompañado del presidente Carlos Salinas de Gortari como parte del tour mediático de las negociaciones.
De manera consciente o inconsciente, las campañas que se dieron alrededor de los temas de conservación en los 90, en especial las que provenían de los Estados Unidos, tendían a sonar como los argumentos de los británicos para nunca regresar las piezas históricas de sus museos a los dueños originales. “Los locales no sabían cómo proteger a las especies”, “no entienden el daño”, “no son capaces de hacerlo solos” y otra serie de barbaries que solo buscaban infantilizar a las comunidades costeras y a los mexicanos en general.
Con los años, los políticos mexicanos se percatan de una realidad creciente, los temas de ecología y ambientalismo son una buena manera de acercarse a la parte del electorado que se autodenomina de izquierda, pues las demandas en esta materia no son “comunes” entre los 90 y los 2000, pero van creciendo año con año, aunque pocos políticos a nivel estatal son capaces de proponer una solución o tomar una posición al respecto del Golfo de California, excepto por decir que se trata de un tema federal.
(Cabe añadir aquí que las demandas ambientales si existen en esa época entre los 90 y los 2010, solo que en su mayoría provenían de comunidades indígenas o marginadas, a quienes los sectores empresarial y gubernamental no tenían problema con ignorar.)
La época de la televisión y los reality shows que tiene su inicio formal en los 90, pero cuya popularidad explota en los 2000, alcanza un punto de no retorno donde cosas como Big Brother y The Real World empiezan a perder su brillo ante las audiencias, lo que es aprovechado por canales que normalmente no habrían tenido esa clase de programación, para crear quimeras, utilizando el modelo del reality show pero con temas como el medio ambiente.
En ese espacio nace “Whale Wars” (o Guerra de Ballenas), un reality show de Animal Planet en el que se muestra la vida de la “sociedad de conservación Sea Shepherd”, peleando contra los cazadores de ballenas provenientes principalmente de países asiáticos. Mientras el programa está en televisión el gobierno mexicano firma un convenio de colaboración con la organización para la defensa del polígono de cero tolerancia.
Dependiendo de a quien se le pregunté, la presencia de Sea Shepherd en el golfo puede ser catalogada como inocua e ineficiente hasta violenta y prepotente, tantos incidentes se han presentado entre las embarcaciones de la organización y los pescadores de la zona que sería imposible enumerarlas todas. La más importante ocurre en 2021, cuando uno de sus barcos colisiona con una panga (una embarcación pequeña usada por los pescadores) dejando a un pescador muerto.
Es durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, quien en parte es empujado por el capitulo ambiental del TCLAN y la inminente renegociación del mismo que las restricciones en el Golfo aumentan, se intenta detener toda la pesca, el gobierno implementa un programa de apoyos a los pescadores manejado por las cooperativas que recibe múltiples críticas y los primeros incidentes violentos entre Sea Shepherd y los pescadores ocurren.
Ya para la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, el caso de Sunshine Rodriguez, un líder de pescadores que fue acusado de nexos con el crimen organizado que manejaba las rutas de tráfico de Totoaba, elevó nuevamente el perfil de la situación en el golfo. Rodríguez fue liberado meses después cuando no se pudo demostrar que estuviera relacionado con ese mercado negro, y mantuvo su negocio de venta de mariscos hasta su asesinato este año.
Aunque los eventos aquí enumerados no son todos los que han ocurrido en el Golfo de California, si son a mi consideración, de los más ilustrativos para la situación actual.
Han pasado años desde que los pescadores de las poblaciones aledañas al Golfo de California han vivido con el fantasma de la vaquita marina y los problemas relacionados a ella encima de ellos, la reconversión económica prometida por Peña Nieto nunca llego, la industria turística no alcanza para todos y la pesca legal que queda tampoco.
La reforma del Congreso de la Unión que permite a las empresas que tienen criaderos de Totoaba conseguir ganancias significativas, las cuales difícilmente podrán ser aprovechadas por los pescadores de la región más afectada por las restricciones muestra nuevamente lo desconectado que pueden estar las estructuras de poder de quienes más son afectados.
También presenta una posible problemática futura, ya que aunque con la actual administración de Estados Unidos no hemos tenido los problemas de antaño, donde el tema del Golfo de California era utilizado como herramienta de negociación en contra de México, para temas que iban desde comercio hasta problemáticas de agua.
Quizá el problema sigue siendo que desde el Congreso de la Unión y las estructuras de poder se sigue pensando en pescados y no en pescadores, hasta que vienen los tiempos electorales.