Jim Cason y David Brooks, corresponsales
Nueva York y Washington. El hombre en el puesto más poderoso del mundo, guiando al último superpoder en guerras, genocidios, disputas comerciales, posibles crisis económicas y sociales por sus propias políticas, ni hablar de alarmante evidencia del cambio climático que sigue negando, se centra en la receta de la Coca Cola, recuperar un nombre racista para un equipo de futbol americano, acusa de “traición” a expresidentes y festeja el despido de un cómico.
Algunos observadores creen que el enfoque en estos asuntos secundarios tiene otro objetivo: distraer del creciente escándalo por su relación de amistad con el ahora difunto Jeffrey Epstein, consorte de ricos y famosos, acusado de tráfico sexual y pederastia. Tan serio es el problema político que este martes el presidente de la cámara baja Mike Johnson anunció que adelantará las vacaciones de cinco semanas de la cámara a partir de este miércoles para evitar que el tema de esa relación proceda en el recinto legislativo, acusando a los demoócratas de usarlo como parte de un “juego político”.
Epstein, quien aparentemente se suicidio en su celda en Nueva York en 2019 mientras esperaba un eventual juicio por traficar favores sexuales con menores de edad, tenía una serie de amistades con varios integrantes de las cúpulas políticas y empresariales incluyendo al príncipe Andrew de Inglaterra, Bill Clinton, y Trump, entre muchos más. Las bases de Trump creen que Epstein fue asesinado justo para que no se revelara una “lista de clientes” famosos demócratas, versión que el propio Trump nutrió en el pasado. Sin embargo, hay videos y declaraciones de Epstein y Trump sobre su gran amistad y hasta sus preferencias por mujeres atractivas, incluyendo algunas “muy jóvenes”. Trump había prometido hacer pública la lista y otros documentos relacionados con el caso cuando llegó a la Casa Blanca, y su procuradora había dicho que estaba evaluando esa “lista” que estaba sobre su escritorio.
Pero de pronto la Casa Blanca y el Departamento de Justicia indicaron este mes que el caso está cerrado, que esa lista no necesariamente existe, provocando una ola de ira y descontento entre las filas más fieles del presidente y entre algunos de sus aliados más cercanos. Trump declaró que ese asunto ya está descartado, y que es algo “aburrido” y “sin importancia”.
El Wall Street Journal nutrió la controversia el pasado jueves cuando reportó que Trump había enviado una carta en 2003 por el 50 cumpleaños de su entonces cuate Epstein con varias insinuaciones sobre sus mutuos intereses en mujeres. Trump atacó al Journal y a su dueño, su aliado derechista Rupert Murdoch, también dueño de Fox News, y los demandó por 10 mil millones de dólares por difamación. La Casa Blanca también anunció que el corresponsal del Wall Street Journal será expulsado del pool de reporteros que viajan con el presidente como castigo.
Ese martes, el Departamento de Justicia anunció que el subprocurador general Todd Blanche está buscando una cita con Ghislaine Maxwell, novia de Epstein y cómplice en organizar sus servicios y deseos sexuales, y que cumple una condena federal de 20 años por participar en el tráfico sexual de menores de su novio. Eso ha detonado especulación sobre si se le ofrecerá algún indulto a cambio de apoyar las versiones que ayuden a proteger al mandatario.
Trump, continuando con sus esfuerzos para distraer del caso Epstein, escribió en su red social que el ex presidente Barack Obama debería de ser investigado por “traición”, sin especificar de qué lo estaba acusando, más allá de que el ex presidente estaba intentando llevar a cabo un “golpe de Estado”. La oficina del ex presidente protestó por mensaje y sólo comentó que era un “intento débil de distracción”.
A la vez, mientras la Casa Blanca inundaba el espacio público con proclamaciones sobre sus grandes éxitos, como siempre, “históricos”, al marcar sus primeros seis meses de gobierno, declarando que Trump heredó “un país muerto” al cual logró resucitar milagrosamente y que ahora es la nación “más prometedora y respetada del mundo” [https://www.jornada.com.mx/2025/07/21/mundo/028n1mun], pero la opinión pública no parece estar festejando con su líder.
La aprobación del presidente se ha desplomado por 11 puntos desde febrero, con sólo un 42 por ciento de aprobación, según la encuesta más reciente de CBS News. Con base a sondeos de Gallup, USA Today concluyó que su tasa de aprobación es la más baja que cualquier otro presidente en este punto de su administración. Un promedio de los principales sondeos del país calculado por el New York Times confirman que hoy día una mayoria (53 por ciento) desaprueban su gestión.
Pero mientras la presidencia y sus aliados se enredaban en su propia trampa sobre Epstein y rechazaban como “fake news” toda critica a sus hazañas, el mandatario anotó otro gran triunfo para su presidencia: obligó a Coca Cola a usar azúcar de caña en su bebida emblemática. Coca Cola confirmó este martes que a partir de septiembre ofrecerá una versión de su bebida con azúcar de caña (había usado jarabe de maíz desde los ochenta).
En otro frente, el presidente ha exigido que el equipo de futbol profesional, los Commanders de la capital cambie su nombre de nuevo para recuperar el anterior: Pieles Rojas. Campañas de organizaciones de derechos civiles indígenas que han luchado durante años contra los nombres y símbolos racistas de equipos deportivos lograron que ese nombre se dejara de usar. Trump amenazó con intentar frenar la construcción de un nuevo estadio si no le hacen caso.
El mandatario también dedicó tiempo a su disputa con cómicos que han sido sus críticos más efectivos, pero éstos -a diferencia de otros a los que ha atacado- no se han quedado callados. Después de festejar que el conductor del programa nacional nocturno The Late Show, Stephen Colbert, fue despedido por CBS cuando concluya su contrato en mayo de 2026, Trump advirtió que el próximo podría ser Jimmy Kimmel, conductor del programa nocturno que compite con el Late Show en la cadena ABC, y otro crítico del presidente. El lunes, Colbert, al inicio de su programa, le advirtió al mandatario: “ahora si nos vamos a quitar los guantes” y viendo directamente a la cámara, respondió así al mensaje triunfal del presidente sobre su despido: “vete a la chingada” (go fuck yourself).
En muestra de solidaridad, la cámara captó en el público a los presentadores de los programas nocturnos de NBC (o sea, la otra competencia) Jimmy Fallon y Seth Meyers, a sus famosos compañeros en comedia satírica Jon Stewart y John Oliver, y estrellas como Adam Sandler y Lin-Manuel Miranda y el periodista Anderson Cooper. Otras figuras famosas se han sumado a una torrente de apoyo y critica [https://www.youtube.com/watch?v=VIZegLAvK8o&t=8s]. Stewart, en su programa The Daily Show de ese mismo lunes, presentó a un coro tipo gospel y, al referirse al mandatario e indirectamente a CBS y Paramount -las cuales también son dueños de su canal Comedy Central- cantaron juntos “vete a chingar” [https://www.youtube.com/watch?v=TwOLo_U6bTw].