De los más de 3 mil kilómetros de frontera que comparten México y Estados Unidos, existe una ruta en específico preferida por organizaciones delictivas.
MILENIO
Por su ubicación geográfica, los estados del norte de México que comparten frontera con Estados Unidos se han convertido en territorio de disputa para múltiples organizaciones delictivas que han encontrado en sus corredores el medio perfecto para contrabandear drogas, armas y migrantes.
Si bien durante décadas dichas economías ilegales se han convertido en una preocupación bilateral y en parte de la agenda de los gobiernos de ambos países, lo cierto es que su trasiego continúa siendo una realidad y se acentúa más en puntos específicos, como es el caso de la ruta Sonora – Arizona.
Dicho fenómeno se ha hecho evidente en los últimos años, específicamente durante la crisis de salud pública que se desató en Estados Unidos por el consumo de fentanilo y que fue vinculada a un viejo pero persistente rival: los cárteles mexicanos.
De acuerdo con el último informe de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) en 2024 las autoridades estadounidenses incautaron un total de 14 mil 69 kilogramos en su frontera suroeste. De dicha cifra, 9 mil 89 kilogramos fueron decomisados en el corredor fronterizo que comparten Sonora y Arizona.
El constante flujo del opioide sintético que se ha registrado en esa zona específica de la frontera no es nuevo, por el contrario, se vincula con un contexto histórico y logístico que autoridades tanto de México como de Estados Unidos han intentado contener.
La historia del sector Tucson
Las primeras rutas de trasiego de opio y morfina que narcotraficantes mexicanos comenzaron a marcar en la frontera con Estados Unidos pusieron en el radar de las autoridades las rutas del tramo que comparten Sonora y Arizona.
Información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) refiere que la zona internacional de Arizona fue patrullada originalmente por guardias montados desde 1904 y hasta el primero de julio de 1924 cuando el primer Inspector del sector, Walter F. Miller, organizó lo que se conocería como el Sector Nogales.
“El sector estaba compuesto por nueve exguardias montados y 26 oficiales seleccionados de un Registro de Servicio Civil para empleados postales ferroviarios. El equipo del sector consistía en tres vehículos estatales, varios vehículos de alquiler y suficientes caballos para el transporte de los oficiales restantes”, describe en un artículo la CBP.
Entonces, el sector estaba dividido en: Nogales, Naco, Douglas, Patagonia, Sasabe, Tucson, Ajo, Amado, Hereford, Parker Canyon y Tubac. Para 1925 sumaron estaciones en Gila Bend y Bowie.
El primero de julio de 1926, la sede del sector se trasladó a Tucson, Arizona, lo que motivó su cambio de nombre. Al tiempo, la plantilla de dicha estación aumentó de dos a cuatro inspectores de patrulla y se inauguró una nueva en Casa Grande.
Actualmente, el Sector Tucson es uno de los más transitados por la frontera suroeste, abarcando 420 kilómetros de frontera lineal desde el condado de Yuma y hasta los límites con Nuevo México. Está compuesto por nueve estaciones: Why, Casa Grande, Tucson, Nogales, Willcox, Sonoyta, Bisbee, Douglas y Three Points.
A la par del trasiego de drogas, otro latente problema convirtió a dicho sector fronterizo en un punto de interés: la migración. Un estudio realizado por el Colegio de México narra cómo algunos municipios fronterizos en Sonora como, por ejemplo Altar, se convirtieron en una parada obligada para aquellos migrantes que buscan cruzar la frontera, un hecho que tuvo diversas consecuencias en la zona.
“Los habitantes de Altar se sentían mucho más amenazados por la migración que por el tráfico de drogas. El sentimiento de inseguridad venía del hecho de que hubiera mucha ‘gente de fuera’ en el pueblo. La sensación generalizada era que esas personas -migrantes, polleros, trabajadores temporales o narcotraficantes de otras regiones- no compartían muchos de los códigos de conducta de las personas del pueblo, lo que les permitían transgredir normas sociales impunemente”, reza la investigación de la antropóloga Natalia Mendoza Rockwell.
Ambas economías ilegales, la de los migrantes y la de las drogas, hicieron del norte de Sonora una plaza codiciada para organizaciones delictivas, lo que de acuerdo con el análisis del Colegio de México, derivó en la idea de que la “monopolización” de las actividades ilícitas de alguna forma favorece la paz y el desarrollo económico de una comunidad.
Durante décadas, el Cártel de Sinaloa y sus entonces aliados, Los Salazar, hicieron de los corredores fronterizos de Sonora el cruce ideal de toneladas de narcóticos y migrantes. No obstante, dicha monopolización también intensificó el antagonismo con otros grupos y, en consecuencia, el aumento de enfrentamientos armados.
La dinámica entre organizaciones delictivas y sus operaciones que se vive en Sonora se replica en otros puntos fronterizos como, por ejemplo, el de Baja California. No obstante, al primer caso se le suma también la variante de formar parte de una de las rutas comerciales más importantes de México.
El corredor CANAMEX
En 1994, en el marco de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá, se estableció la fundación del corredor CANAMEX, un elemento de integración comercial transfronteriza entre Sonora y Arizona.
Para 2002 el Gobierno de México informó que derivado de dicho acuerdo, el comercio de Estados Unidos con Canadá se duplicó y alcanzó un total de 410 millones de dólares anuales. Entre México y Estados Unidos se triplicó.
Los resultados favorables, puntualizaron, se lograron gracias a los principales corredores de transportes en los tres países de América del Norte, destacando así el de CANAMEX.
“El corredor Canamex inicia en Edmonton, Alberta y pasa por Calgary, atraviesa Montana, de donde va a Salt Lake City, Las Vegas y Phoenix antes de cruzar la frontera mexicana hacia Nogales, para continuar hacia Hermosillo y Guadalajara. La porción estadounidense ha sido designada Corredor 26 de alta prioridad. Se le denomina en ocasiones Corredor I-15, al sur, desde Tucson, corre paralelo al servicio de ferrocarril”, señaló el Gobierno de México.
La conectividad de dicha ruta comercial, sumada al contexto social de dicha parte de la frontera han hecho del tramo Sonora – Arizona uno de los favoritos para continuar operando sus lucrativos negocios, aún y con las múltiples consecuencias adversas que han dejado para la región.
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