El hallazgo de los cuerpos de tres niñas asesinadas en Sonora es impronunciable. Vestidas en pijamas, las gemelas de once abrazan a su hermana, dos años menor, para protegerla de la lluvia de balas que les arrebató la vida.
Ese fue el último acto de voluntad de Meredith, Medelin y Karla.
Una comunicación anónima, recibida ayer domingo, permitió que un colectivo de buscadoras las encontrara bajo un mezquite, en un descampado al este de Hermosillo.
Presumiblemente, una noche antes, junto con su madre, las menores fueron sustraídas de su vivienda localizada a unos trece kilómetros al norte del lugar de la tragedia.
El cuerpo de la madre, una joven de 28 años, fue encontrado antes, el viernes 4 de julio, cerca del entronque de la carretera que viene de la capital sonorense y va hacia Bahía de Quino. A diferencia de las niñas, sus restos exhiben signos de tortura y cortes en la cara.
Para explicar estas escenas del horror, la fiscalía sonorense tiene como hipótesis un acto de violencia familiar. Sin embargo, otras líneas de investigación deberían perseguirse.
Las niñas crecieron en Tierra Nueva, una colonia marginal al norte de Hermosillo donde ninguna menor debería crecer. Ahí la inseguridad es tan grave que las familias tapian las ventanas con ladrillo para protegerse de sus vecinos.
Este conjunto habitacional cuenta con mil ochocientas viviendas que paulatinamente han sido desertadas. Antes de perder la vida, esas niñas crecieron entre el miedo y toneladas de basura que se acumulan en los inmuebles abandonados.
Tierra Nueva es también una bodega de estupefacientes. Las pandillas que gobiernan el crimen trafican ahí principalmente cristal. El año pasado un operativo de la Guardia Nacional y el Ejército desmanteló una banda de jóvenes narcomenudistas y en abril de este 2025 fue cometido un asesinato en la calle, con los vecinos como testigos.
Muy probablemente fue este contexto de criminalidad el que arrebató la existencia de las tres chiquitas que murieron abrazadas bajo un mezquite. Más que violencia familiar, es la ola de violencia social que golpea muy duro en Hermosillo y Cajeme la que se cobró injustamente estas vidas.
Zoom: En los primeros cinco días de este mes de julio, en los alrededores de la capital de Sonora, diecisiete personas han sido ejecutadas. No se trata de violencia doméstica, sino de un contexto criminal que no discrimina.