Con bandas como Metallica, Tool, Guns N’ Roses y muchas más, miles de fans despidieron al fundador de Black Sabbath en una ceremonia que unió a generaciones amantes del metal
César Huerta Ortiz
El “Príncipe de las tinieblas”, Ozzy Osbourne, ha callado. Ayer subió por última vez a un escenario tras más de cinco décadas de carrera. Él, todo de negro, lo mismo que el trono de murciélago sobre el que se sentó para mirar al público del Villa Park en Birmingham, Inglaterra, que se rindió ante él.
Y como buenos súbditos, sin órdenes de él de por medio, miles le aplaudieron y vitorearon. Claro, razones había. Frente a ellos estaba la leyenda de 76 años que pasará a la historia. Ciertamente por su música pero, ¿quién no recordará la vez que, en pleno concierto en Iowa, el 20 de enero de 1982, le arrancó la cabeza a un murciélago que alguien le lanzó al escenario, creyendo que era de goma?
“Es genial estar en este maldito escenario, no tienen idea”, dijo tan pronto vio a la cara a los más de 40 mil asistentes.
Su llegada no podía ser algo lejano a su personalidad, la cual no ha sido afectada por el Parkinson que le fue detectado desde hace seis años.
Como no puede caminar, el ícono fue elevado al escenario mediante una plataforma oculta que lo llevó, ya sentado en su trono, hasta el centro del recinto. Los coros de “Carmina Burana” marcaron el tono solemne y épico de su aparición.
Renació con la voz intacta, el maquillaje oscuro delineando sus ojos como en los viejos tiempos, y la mirada fija, casi sacerdotal, escudriñando al público como si oficiara una misa pagana.
“¿Están listos? ¡Que empiece la locura!”, exclamó el cantante.
“I don’t know” fue la primera de su participación como solista, para luego seguir con “Mr. Crowley” y “Suicide solution”, acompañado en ambas por los músicos Tommy Clufetos, Mike Inez, Adam Wakeman y Zakk Wylde.
“Estuve en cama durante seis años, gracias de todo corazón”, dijo como preámbulo a “Mama, I’m coming home”, y en medio de los coros de “Ozzy, Ozzy, Ozzy”.
La jornada del llamado masivo Back to the Beginning, con la participación de más de 10 bandas, entre ellas Metallica, Pantera y Tool fue larga. Arrancó a las 8:00 horas, horario nacional, y pudo observarse en la página oficial del evento, previo pago.
La transmisión no fue en vivo; para evitar problemas técnicos, se emitió con poco más de una hora de desfase. Aun así, durante la participación de Alice in Chains el audio falló y quedó en silencio por varios minutos. En el chat, los usuarios se quejaron también por congelamientos en el video.
Tributo de guitarras y leyendas
Conducido por el actor Jason Momoa, el evento reunió a bandas que no dejaron de agradecer la existencia de Ozzy y del grupo fundacional del metal: Black Sabbath.
El propio actor no desaprovechó la oportunidad de sumarse al slam en algún momento, contagiado por la energía que bandas como Mastodon y Rival Sons, las primeras en presentarse, imprimieron al arranque del festival.
Uno de los pasajes más emotivos fue la conjunción inédita de Steven Tyler, de Aerosmith; Ronnie Wood, de The Rolling Stones; Rudy Sarzo, de Quiet Riot, y Travis Barker, de Blink-182, quienes tocaron clásicos como “Train kept a rollin’”, “Walk this way” y “Whole lotta love”.
La presencia de Tyler fue sorpresiva, ya que el año pasado él y su banda anunciaron su retiro de los escenarios.
Guns N’ Roses, con un Axl Rose al frente cuya voz ya no alcanza las notas de antaño, desfiló con sus clásicos “Welcome to the jungle” y “Paradise city”, pero también rindió homenaje con una versión propia de “Sabbath bloody Sabbath”.
Metallica hizo lo mismo, incluyendo “Hole in the sky” y “Johnny Blade”, además de sus propios éxitos como “Master of puppets”.
Durante el masivo, y con una imagen suya en las pantallas, se rindió homenaje a Diogo Jota, jugador de futbol profesional en la liga inglesa, fallecido esta semana en un accidente vehicular.
El último rito con Sabbath
Fue la última vez que Osbourne subió al escenario, y no podía hacerlo sin Black Sabbath, la agrupación con la que alcanzó la fama internacional en los años 70.
Tras su participación en solitario, el ídolo inglés recibió en el escenario a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, la alineación original del grupo, con quienes no se reunía desde hacía dos décadas.
Las redes sociales estallaron cuando los asistentes comenzaron a subir videos del reencuentro: Ozzy, sentado en su trono, cantaba como en sus mejores tiempos, sin que se extrañara aquel despliegue de energía con el que solía recorrer el escenario de un lado a otro.
Desde su asiento, interpretó, con la voz aún sorprendentemente firme, junto a sus excompañeros “War pigs”, “Iron man” y la clásica “Paranoid”, quizá su canción más emblemática, que marcó de energía a toda una época y que ahora fue la elegida para dar cerrojazo a más de cinco décadas.