Saguaro Energía se tambalea por conflictos internos, legales y ambientales, mostrando cómo los proyectos pueden desmoronarse sin rumbo ni respaldo social.
ECOOSFERA
El megaproyecto energético de Mexico Pacific se tambalea peligrosamente. Lo que prometía ser una planta insignia de exportación de gas natural licuado, hoy parece una bomba de tiempo entre demandas legales, permisos dudosos, conflictos con comunidades y un mercado global saturado. El informe más reciente del Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA) destapa una realidad inquietante: Saguaro Energía está sostenido con alfileres. ¿Cómo se llegó a este punto?
El megaproyecto de Saguaro: grande en promesas, débil en fundamentos
Cuando Mexico Pacific Limited (MPL) presentó su proyecto de GNL en la costa del Pacífico mexicano, la ambición era clara: construir una planta de exportación con capacidad de 15 millones de toneladas al año y acceso estratégico a Asia. Sin embargo, desde su nacimiento en 2017, el proyecto ha enfrentado un camino lleno de baches. Cinco cambios de control corporativo, seis directores ejecutivos en siete años y errores graves en permisos regulatorios son solo algunas de las señales de alerta.
Las cifras impresionan: más de 300 millones de dólares gastados en desarrollo sin un ladrillo colocado. Incluso la ubicación de su sede ha cambiado de Houston a Ciudad de México, acompañado de despidos y rotación constante de personal. Todo esto refleja una falta de dirección que, según analistas, ha minado la confianza de inversionistas y compradores internacionales.
Permisos bajo la lupa y demandas en curso
Uno de los mayores problemas que enfrenta Mexico Pacific es la fragilidad legal de sus permisos. Actualmente, hay cinco demandas activas en México que cuestionan la validez de las autorizaciones otorgadas para el proyecto Saguaro. Cuatro de estas acciones legales apuntan a posibles violaciones de derechos humanos y afectaciones a la propiedad, mientras que una quinta denuncia la manipulación irregular de una autorización ambiental emitida en 2006, originalmente pensada para un proyecto de regasificación.
Además, organizaciones como Sierra Club y Public Citizen han interpuesto demandas en Estados Unidos contra el gasoducto que alimentaría la planta, argumentando deficiencias graves en los estudios de impacto ambiental. En paralelo, el proyecto debe construir un gasoducto de 800 kilómetros a través de zonas controladas por el narcotráfico, un riesgo logístico y de seguridad que eleva los costos y preocupa a cualquier financiador serio.
Un mercado que ya no los necesita
A nivel internacional, la fiesta del gas natural licuado parece haber terminado antes de que Saguaro pudiera entrar. Analistas de ICIS y Kpler prevén al menos 11 años de sobreoferta de GNL, con un pico entre 2028 y 2032, justo cuando Mexico Pacific esperaría estar operando. Esto significa que los precios del GNL bajarán, los márgenes de ganancia se reducirán y muchos proyectos podrían quedar obsoletos incluso antes de iniciarse.
Y hay más: China, uno de los principales compradores de GNL, ha suspendido sus importaciones desde Estados Unidos y podría extender esa política a proyectos con vínculos estadounidenses, como Mexico Pacific, a pesar de operar desde suelo mexicano. Con un mercado global lleno de opciones más baratas, ¿qué incentivo tiene alguien para pagar más por un GNL mexicano, incierto y con problemas legales?
Conflictos sociales y medio ambiente en riesgo
Pero no todo es economía. En Puerto Libertad, Sonora, las comunidades locales han levantado la voz contra la instalación de esta planta. El Golfo de California, también conocido como el “acuario del mundo”, es hogar de especies marinas únicas y actividades económicas como la pesca y el ecoturismo, dos sectores ya golpeados por el cambio climático.
El aumento del tráfico de buques metaneros, el riesgo de fugas, las emisiones y la alteración de ecosistemas marinos son preocupaciones legítimas que hoy resuenan con más fuerza. Organizaciones civiles han documentado irregularidades en el proceso de consulta y exigen que se respete la voz de las comunidades.
El balance es claro: tras ocho años, cientos de millones invertidos y promesas incumplidas, Mexico Pacific y Saguaro es un ejemplo de cómo un proyecto con potencial se convierte en una pesadilla regulatoria, legal y ambiental. El caso de Saguaro Energía revela lo que sucede cuando la ambición empresarial no se acompaña de planeación, transparencia y respeto por los derechos humanos y ambientales. Un paraíso natural está en juego, la economía local está en vilo y los inversionistas se enfrentan a un escenario lleno de sombras.
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