Sheinbaum encarga al exsubsecretario de Salud representar a México ante la Organización Mundial de la Salud, cinco años después de que liderara la respuesta de López Obrador frente a la covid
EL PAIS
Andrés Manuel López Obrador abandonó el cargo hace un año, pero el perfil público de Hugo López-Gatell no parece tenerlo en cuenta. En la foto que preside sus redes sociales, el exmandatario, entonces todavía al mando, camina y conversa con el que fue su zar contra la pandemia de la covid, una estrella inesperada que en 2020 se instaló, conferencia a conferencia, en todos los hogares mexicanos. Ese protagonismo que lo catapultó a la cima de la popularidad fue el mismo que, tropiezo a tropiezo, le hizo trastabillar hasta convertirse en la polémica figura que es hoy. Pero ninguna controversia es más fuerte que la férrea lealtad que este científico ha mostrado a la Cuarta Transformación, el proyecto que el expresidente echó a andar y que este lunes le ha otorgado, a través de su sucesora, la presidenta Claudia Sheinbaum, la tarea de representar a México en la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Amor con amor se paga”, decía el expresidente.
“Este nombramiento subraya la continuidad del proyecto de Sheinbaum con el Gobierno de López Obrador”, apunta Héctor Quintanar, politólogo de la UNAM. “A diferencia de otras transiciones en las que el sucesor ha buscado distanciarse, aunque ganara el mismo partido, en los Ejecutivos de la Cuarta Transformación sucede lo contrario”, completa. Más allá de la fidelidad a uno u otro líder, está la lealtad al proyecto del que todos se sienten parte, dice, también López-Gatell. “Es un premio por esa lealtad”, resume Javier Rosiles, politólogo de la misma Universidad. La época en la que ocupar un cargo internacional era un destierro político, dicen, quedó atrás. No caben dudas de que esta designación es un reconocimiento, y muestra de ello es el ascenso de Juan Ramón de la Fuente, quien representó al país ante la ONU antes de ocupar la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La travesía por el desierto del funcionario ha sido más bien corta. El nuevo representante del país en la OMS abandonó la Subsecretaría de Salud federal en septiembre de 2023 para buscar, sin éxito, convertirse en el candidato de Morena para competir por la jefatura de la Ciudad de México. Esa intentona no resultó, y López Obrador lo rescató como asesor en materia sanitaria en la recta final de su sexenio. Con la salida del morenista del cargo, el médico pasó a adoptar un perfil bajo que ahora vuelve a subir hasta alcanzar casi la primera línea, para sorpresa de muchos, que todavía recuerdan las fricciones que tuvo con Sheinbaum cuando ella era jefa de Gobierno de la capital a cuenta del uso de los cubrebocas. Más graves fueron, no obstante, las polémicas en torno al número de fallecidos por la enfermedad, que oficialmente se cifran en 333.000, una suma que ha sido cuestionada por la Comisión Independiente de Investigación de la pandemia.
“El gran momento en el que se zanjaron esas divisiones fue 2024”, señala Quintanar, que además pone el dedo sobre las notorias diferencias con Marcelo Ebrard, precandidato a la presidencia y hoy secretario en el Gobierno de su competidora directa: “Gatell no hizo ningún amago de ruptura ni de explotar por sí mismo la fuerza que había creado a lo largo del sexenio anterior”. Su estrategia, más bien, fue la paciencia, y ha dado sus frutos.
A pesar de la soberbia que se le atribuye y de las numerosas polémicas que acumula, este médico e hijo de médicos cuenta con una trayectoria técnica que levanta el respeto de sus pares. “Hay muy poca gente con la capacidad de López-Gatell para estar en ese sitio”, considera Samuel Ponce de León, coordinador del programa de Prevención de Riesgos Epidemiológicos de la UNAM, que apuntala: “Tiene la experiencia y los conocimientos, es un hombre inteligente que tuvo el error de los cubrebocas y de politizar extraordinariamente la posición del sector salud. Lo hará bien si se mantiene en los límites de la objetividad”.
“Es un científico que cometió errores de político”, valora Rosiles, y es el funcionario-político el que levanta mayores asperezas en el sector, no tanto el funcionario-médico. “Va a depender de cuál sea el nombramiento oficial. Para hacer algo que tenga que ver con el trabajo técnico, tiene todas las credenciales que se necesitan”, comenta otro epidemiólogo: “Si es una posición política que lleva la agenda política de México ante los organismos internacionales, será otra cosa”. Un tercero se muestra más preocupado con que sea el enlace entre la OMS y el país, pues uno de los problemas que tuvo al frente de la respuesta contra la covid, dice, fueron las dificultades para “verificar la información”.
El encargo de la presidenta, según ha manifestado él mismo durante una entrevista con La Noticiera este lunes, es ayudar a “reconfigurar lo más rápido posible el Gobierno del sistema global de salud”. De fondo, ha explicado, está el intento de contener el impacto que tiene la salida de Estados Unidos del organismo internacional, que el experto cifra en un descenso del presupuesto del 18% y en la desaparición de mucho “personal experto”. “Identificamos algunas oportunidades en las que el Estado mexicano puede contribuir al bien común global”, ha completado. El especialista ya había sido invitado por la OMS en 2020 a participar como experto en la elaboración del Reglamento Sanitario Internacional, una petición que aceptó y que entonces interpretó como una “distinción al país”.
México hizo gala a mediados del siglo XX de ser un país que se alineaba, en su política internacional, con las mejores causas, como el antifascismo y la acogida al exilio español, del que el propio Gatell es descendiente. Aquel posicionamiento le granjeó al Gobierno un reconocimiento y un prestigio en el mundo que de otra forma no habría logrado. “Siempre es una moneda al aire, pero me parece que hay una intención muy clara de la Cuarta Transformación de recuperar este tipo de política exterior, y este nombramiento puede ir en este sentido”, especula Quintanar. Poner a México en el mapa y convertirlo en un actor líder en el principal foro de salud del globo podría acabar siendo el pago de vuelta de Gatell a la presidenta que lo ha nombrado.