Agricultores y ganaderos de Estados como Chihuahua advierten del impacto de la falta de lluvias. Muchos dejan morir su ganado. “Hemos perforado pozos y no encontramos agua”
Carlos S. Maldonado / EL PAIS
César Rodríguez Varela es un productor de manzanas en San Antonio de San Juan, una localidad del Estado de Chihuahua, en el norte de México. Rodríguez lleva años rogándole al cielo para que llueva, pero el agua no cae como debería en la temporada húmeda. Al contrario, la región sufre una dura sequía: son tres años sin lluvia, lo que ha afectado la agricultura y al ganado, que desfallece de sed. Este agricultor ha visto cómo ha caído su producción de manzanas y teme que las pérdidas aumenten por la escasez de agua para el riego. “Los pozos se quedan sin agua”, alerta.
“Ahorita el agua está muy muy escasa”, continúa por teléfono su lamento el productor. “La gente tiene que acarrearla de los pozos agrícolas para las necesidades como bañarse, para los sanitarios. Aquí en el ejido las actividades primarias son la fruticultura, principalmente la producción de manzanas, y la ganadería, y varias personas han tenido que vender sus animales porque no pueden estarlos alimentando, porque no hay forraje”, añade.
Las perspectivas para los productores del norte de México no son alentadoras. El monitoreo de la sequía que hace la Comisión Nacional del Agua muestra un mapa pintado de rojo, que es el color que marcan las temperaturas calurosas extremas. Hasta el corte del 15 de junio, esta institución registraba sequía extrema y sequía excepcional en la mayor parte de las regiones nortes de Chihuahua, donde la aridez afecta ya a 67 municipios. Las ondas tropicales que han golpeado al país han aliviado un poco la sequedad, pero las lluvias no han sido suficientes. “La tormenta tropical Dalila generó lluvias importantes a lo largo de la costa del Pacífico mexicano. Gracias a estas precipitaciones se disminuyeron las áreas con sequía extrema y excepcional en Sonora y Chihuahua”, reporta el informe de Conagua.
“La sequía ha sido bastante grave y ha durado prácticamente tres años. Los pozos de donde extraemos el agua se han ido abatiendo, cada vez producen menos agua. Y esto influye en la calidad de las manzanas, en los calibres, son más chicos”, explica el productor. “El costo de producción en sí se encarece mucho, porque como tenemos que extraer más agua de los pozos, tenemos que pagar más energía, pero nunca se compara el agua de la lluvia con la que extraemos del subsuelo”, comenta Rodríguez.
El productor hace cuenta de sus pérdidas. Dice que hace tres años producía 60 toneladas de manzana por hectárea y ahora solo produce 40. “Cuando llueve produces más y más barato, pero cuando no produces menos y más caro”, dice. Las manzanas que cultiva Rodríguez Varela son comercializadas en el centro de México, donde está la gran mancha urbana de Ciudad de México y su zona metropolitana. Si cae la producción del fruto, su costo aumenta para el consumidor. “No recuerdo que hubiera tantos años secos”, afirma. “Este es el periodo de sequía más largo que recuerdo. Hay pozos que se han abatido completamente y hemos tenido que perforar más. Ese es otro gasto que eleva mucho los costos de producción, porque también hemos perforado pozos y no hemos encontrado agua. El pozo de agua potable del pueblo ya da menos de lo que daba antes y el agua se tiene que racionar”, advierte.
Desde la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM han alertado de que México enfrenta una sequía severa que afecta a 26 zonas metropolitanas como Tijuana, Mexicali, Los Cabos, Hermosillo, Ciudad Obregón, Culiacán, Durango, Chihuahua y Monterrey, todas en el norte del país. Esa organización académica informa que se ha reducido de forma drástica el volumen de agua disponible por habitante en el país. En el Valle de México, por ejemplo, este ha pasado de 191 metros cúbicos por habitante en 2005, a 139 en 2025. Los académicos temen que el problema aumente.
“Ya vamos para 25 meses de persistencia de la sequía. Cuando hablamos de una sequía mayor, en realidad lo que estamos hablando es que cuando falta la lluvia empezamos a tener una serie de secuelas”, ha dicho Adrián Vázquez, coordinador del Centro de Ciencias Atmosféricas y Tecnologías Verdes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez a la agencia EFE. “Muchos productores no pueden mantener el ganado y dejarlo morir se vuelve la única opción, aunque sea dolorosa”, advierte Vázquez. “La tendencia es de calentamiento. En algún punto tendremos que decidir: ¿agua para la ciudad o para el campo? Es una discusión muy difícil”, agrega.
Un dilema al que ya se enfrentan productores como Rodríguez, que deben reducir las contrataciones de mano de obra al caer las cosechas. “Ocupamos a gran cantidad de gente que regularmente es gente de la sierra, son tarahumaras que nos ayudan a hacer ese trabajo. En el tiempo de la cosecha le damos trabajo a unas 1.500 personas, a las que pagamos 350 pesos por jornada, pero ahora con este desastre calculo que serían 900 o menos”, explica.
Rodríguez se queja también de que no cuenta con apoyos gubernamentales. Al contrario, afirma, instituciones como Conagua les han retirado subsidios. “Lejos de ayudarnos con la sequía, nos están perjudicando, porque nos quitaron el subsidio para energía de noche, de 8 de la noche a 8 de la mañana, que representaba la mitad del costo normal para la extracción de agua. Tenemos años solicitándole prórroga para la concesión de extracción de agua, pero no nos contestan”, denuncia. Desde esa institución prometieron gestionar una entrevista con expertos de “las áreas correspondientes”. Rodríguez no espera que lleguen ayudas gubernamentales, pero sí que el clima les dé una tregua y el agua tan necesaria caiga del cielo para hacer producir sus manzanos.