¿Por qué la Presidenta carece de operadores políticos?
Comentaristas afines y críticos de la 4T coinciden en que al gobierno de Sheinbaum le falta una mayor operación política para evitar y solucionar diversos problemas.
¿Por qué la Presidenta carece de operadores políticos a estas alturas del sexenio?
Todo gobierno requiere de personajes con capacidad de administrar garrotes y zanahorias con el fin de asegurar el orden y la gobernabilidad en el país.
Los hay finos y perversos. Se encargan de realizar el duro trabajo de mantener la paz social. Sus interlocutores saben que hablan en nombre del presidente cuando presentan órdenes, sugerencias y/o propuestas.
Ha habido presidentes con muchos operadores políticos, otros con menos, pero todos han tenido.
Carlos Salinas contó con su jefe de Oficina, José Córdoba. También tenía a tres viejos cuadros con el colmillo retorcido: Fernando Gutiérrez Barrios, Arsenio Farell y Carlos Hank. Despuntaban ya dos jóvenes en estas lides: Patricio Chirinos y Manuel Camacho.
Ernesto Zedillo, un tecnócrata que detestaba la política, tuvo menos operadores. A lo largo de todo su sexenio le entregó esta tarea a su secretario particular Liébano Sáenz. Al final también apareció Diódoro Carrasco como secretario de Gobernación.
Vicente Fox le encargaba muchos asuntos a su esposa, Martha Sahagún, quien usaba al secretario particular Alfonso Durazo. Sin embargo, el hombre de todas las confianzas del Presidente siempre fue Ramón Muñoz, encargado de la Oficina de la Presidencia para la Innovación Gubernamental.
Felipe Calderón confió ciegamente en su jefe de Oficina y luego secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Cuando éste falleció lo sustituyeron varios personajes: Fernando Gómez-Mont, Francisco Blake, Gerardo Ruiz y Patricia Flores.
Enrique Peña tuvo dos operadores indiscutibles desde el comienzo hasta el final: Miguel Ángel Osorio y Luis Videgaray. Para algunos asuntos, también utilizó a Aurelio Nuño y Humberto Castillejos.
Genio y figura, López Obrador no era de compartir el poder con nadie. Sin embargo, sí recurrió a un par de operadores. La primera mitad de su sexenio fue a Julio Scherer, la segunda a Adán Augusto López.
Hasta un presidente tan dominante como AMLO o tan tecnócrata como Zedillo requirieron de este tipo de personajes.
¿Por qué no los tiene Sheinbaum?
Creo que la razón principal es porque nunca los ha necesitado en su carrera política.
Su gran operador siempre fue López Obrador. Es el que le arregló los asuntos políticos más rudos.
Por ejemplo, cuando en 2021 colapsó un tramo de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, provocando la muerte de 26 personas, el entonces presidente se hizo cargo del asunto, tanto mediática como políticamente. AMLO protegió a la jefa de Gobierno de la capital, quien salió prácticamente indemne por este caso.
La falta de operación de Claudia como jefa de Gobierno la llevó a tener malos resultados en las elecciones intermedias de 2021. AMLO tuvo que entrar de nuevo al quite solicitándole a Claudia que sustituyera a su secretario de Gobierno para colocar a Martí Batres, un cuadro cercano a Palacio Nacional.
Ni qué decir de la sucesión presidencial. Desde Palacio Nacional se operó el destape de Claudia como candidata de Morena, la operación cicatriz con los perdedores y la subsiguiente campaña. AMLO se encargó, por ejemplo, de formarle una mala fama a la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, desde el púlpito presidencial.
Hasta que tomó posesión como Presidenta, el operador político de Claudia siempre fue AMLO. El problema es que el expresidente se retiró y la dejó, como debe ser, a cargo del changarro.
Sheinbaum, sin embargo, no ha encontrado con quién sustituir a AMLO.
Como Zedillo, ella es una tecnócrata que le disgusta la política. El priista, sin embargo, dejaba que Sáenz operara esos asuntos. La morenista, en cambio, no ha hallado quién le administre los sótanos del poder.
Su gran hombre de confianza, Omar García Harfuch, está concentrado en solucionar el problema de la inseguridad.
Su secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, es una funcionaria impuesta por AMLO que se ha destacado por ser una figura más decorativa. Mario Delgado, como dirigente nacional de Morena en la campaña, le resolvió enredos políticos a la candidata presidencial. Ha quedado relegado, sin embargo, a una secretaría donde ni siquiera ha podido resolver el conflicto con los maestros aliados de la 4T.
Del jefe de la Oficina presidencial, Lázaro Cárdenas, no se sabe nada. La consejera jurídica, Ernestina Godoy, supuestamente cercana a la Presidenta, tampoco se ha distinguido como operadora de Sheinbaum.
Hasta ahora, la percepción es que la Presidenta está sola. Si quiere comenzar a resolver varios problemas, debe encontrar a alguien con capacidad de administrar los sótanos del poder. De que los hay, los hay.