Bernardo Barranco
Durante la jornada electoral judicial, pocos medios se veían en la explanada del INE, en el sur de la Ciudad de México. A diferencia de otros procesos electorales en que se advertían numerosas carpas, cámaras, unidades móviles y decenas de conductores, reporteros y expertos, ahora brillaron por su ausencia. En esta ocasión, había cierto estiaje del acostumbrado bullicio mediático. ¿Por qué la televisión y la radio desdeñaron esta elección? ¿Percibían ya una baja afluencia de votación? O de antemano ¿querían desdeñar y silenciar un proceso de votación inexplorado?
Muchos medios, hay que señalarlo, se alinearon e hicieron eco de los reproches y advertencias de la oposición contra el proceso. ¿Cuántos intereses económicos y de poder están en juego? Dicho de otro modo, los medios coadyuvaron a la polarización contra la reforma y elección judicial. Contribuyeron con su silencio y/o estridencias para sembrar estremecimiento entre la población.
Si bien en Estados Unidos, muchos estados eligen a sus jueces, los magistrados federales son nominados por el presidente y confirmados por el Senado. En Bolivia se adoptó en la Constitución de 2009 un método inédito para adjudicar los puestos de las altas cortes del país a través de elecciones universales. México fue más allá: es el primer país del mundo que elige a todos sus ministros, magistrados y jueces mediante el sufragio. Esto ha llamado la atención de la prensa internacional, ya que se está ante un proceso inédito que merece ser observado. La BBC se pregunta: ¿por qué fue tan baja la participación en la elección judicial en México, si era una iniciativa de un gobierno tan popular?
Hay que adelantar que los medios y la prensa internacionales fueron escépticos del proceso electoral. La prensa internacional siguió de cerca la elección judicial mexicana por su carácter sin precedentes a escala mundial. Probablemente el ejercicio mexicano incomoda a muchos gobiernos llamados democráticos. El hecho es que innumerables medios asumieron una visión crítica que empataba con el enfoque de la oposición política del país. Por ejemplo, The New York Times publicó un análisis titulado: “Cómo la votación de casi 2 mil 700 jueces puede empoderar a un partido”, aludiendo al temor de que el partido gobernante capture el Poder Judicial y obtuviera con ello el control de los tres poderes, mayoría en el Poder Legislativo, el Ejecutivo y ahora, el Judicial.
Fuera de contadas excepciones, la tónica general de los medios internacionales fue de intranquilidad. Abundaron nociones como “amenaza a la independencia judicial”, “riesgo de control partidista” y “ejercicio polémico” aparecieron reiteradamente en portales globales, columnas de opinión y despachos de agencias.
Un gran sector de la prensa, televisión y radio nacionales fue negativa al proceso. El lenguaje de la prensa y televisión críticas fue contundente: términos como “farsa”, “simulacro”, “fracaso”, “circo” y “carencia de legitimidad” se pudieron leer o escuchar.
La prensa tradicional de corte más conservador o empresarial también hizo eco de las voces en contra. Diarios como Reforma, El Universal –en algunas columnas informativas– y Excélsior publicaron reportes subrayando los aspectos negativos: la bajísima afluencia, la desinformación del electorado e incertidumbres legales sobre la constitucionalidad de la reforma judicial.
Varios destacaron el dato de que hubo un número sin precedente de votos nulos o en blanco. De hecho, según los resultados preliminares del INE, se anularon más de 10 millones de boletas en esta elección, cifra que supera por amplio margen los votos obtenidos por cualquier candidato individual a ministro de la Suprema Corte.
Mención aparte requieren las grandes televisoras. La cobertura de Televisa fue intermitente y en tono moderado. Calificó el proceso de “inédito” y envió reporteros a diversas casillas del país. En cambio, Tv Azteca optó por un tratamiento mínimo y obsesivamente crítico con sesgos mal intencionados. Llegó a calificar la elección como un “fracaso”, enfatizando la escasa afluencia. Un presentador de Azteca señaló irónicamente que en la Ciudad de México acudió más gente a “una feria de adopción de mascotas” ese domingo que a votar en las casillas. Además, la emisora decidió no transmitir imágenes del voto de la presidenta Claudia Sheinbaum ni del ex presidente López Obrador, gesto editorial significativo que minimiza cualquier legitimación del evento.
En radio y medios digitales nacionales se aparejaron a la polarización ideológica. La mayoría de las estaciones radiales no dedicaron programas especiales a la elección, a diferencia de lo que hacen en comicios presidenciales o legislativos. Muchos noticiarios radiofónicos resumieron la jornada en breves segmentos o esperaron hasta la noche para comentar resultados, reflejando cierto desinterés o prudencia. El rumbo de la conversación en redes sociales permutó radicalmente con la presencia de López Obrador votando desde Chiapas.
El contraste lo dieron los medios públicos. Liderados por SPR, desarrollaron una amplia cobertura desde casillas, invitando al voto, con mesas de análisis, entrevistas a expertos, enlaces desde el INE y órganos electorales locales.
Entre críticos y troyanos, los bandos coincidieron en dos claves. Una, la necesaria transformación del Poder Judicial por ser elitista, corrupta y un reino de impunidad. La segunda coincidencia es la necesaria información y un tipo de boleta mucho más amigable para el elector. Habrá que repensar el modelo electoral, hacer dos elecciones paralelas bajo los arquetipos actuales en 2027, será un suicidio político.
¿Es momento de retomar el tema de la urna electrónica?