El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fue durante décadas la principal máquina de acarreo de votos a favor del PRI. Ninguna organización gremial tenía mejor capacidad para arrimar electores y ganar contiendas.
Los liderazgos de ese gremio, principalmente Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo, amasaron un enorme poder a cambio de los servicios prestados por el aparato clientelar que tenían bajo su mando.
Hay evidencia para afirmar que el SNTE entregó a Felipe Calderón un margen importante de votos en la elección de 2006. Sin el apoyo de esta organización, probablemente Andrés Manuel López Obrador habría llegado a la Presidencia 12 años antes.
La caída de la maestra Gordillo, durante el primer año de la administración de Enrique Peña Nieto, hizo suponer que ese aparato había encontrado un punto final. Con ingenuidad supusimos que, a partir de ese momento, el magisterio quedaría liberado de la ingrata tarea que durante décadas significó vulnerar la equidad en las contiendas.
Pues tal hipótesis se reveló errónea. En febrero de este año, Alfonso Cepeda Salas, dirigente que heredó el trono de Jonguitud y Gordillo, prometió afiliar a 5 millones y medio de personas a Morena. Cuenta para ello con el magisterio y también, según dijo, con sus familiares y amigos.
La primera muestra de amor del SNTE al partido guinda será exhibida en los comicios judiciales del próximo domingo. Como en los viejos tiempos del PRI, las y los maestros han sido convocados a tomar cursos de capacitación donde se adoctrina a propósito de las candidaturas por las que deben votar.
Cepeda Salas no solo ayudará a que crezca la participación proyectada, conseguirá también que las personas integrantes del Poder Judicial deban al SNTE su triunfo. En efecto, se reclamarían después los servicios prestados a cambio de sentencias favorables.
Esto es mucho peor que lo que teníamos antes. El poder del liderazgo magisterial será monstruoso, intocable, más influyente que el de ninguna otra organización social.
Zoom: Ahora queda claro que el error en 2006 no fue que el SNTE ayudara a que Felipe Calderón se alzara con la Presidencia, lo verdaderamente importante para el lopezobradorismo fue que ese sindicato se equivocara de caballo. Ahora que el magisterio ha corregido su alianza, el clientelismo electoral resulta más que bienvenido.