Un solo dato se conocerá la noche del domingo y, creo, será el gran dato de la elección: la participación ciudadana. Desde finales del año pasado, Luis Carlos Ugalde, analista mayor del sistema electoral mexicano, calculó que difícilmente 10% del padrón de 100 millones de votantes sufragaría en los comicios judiciales del 1 de junio. La misma presidenta del INE, Guadalupe Taddei, me dijo en febrero que el porcentaje se movería en torno del 12%-14 por ciento. Pero ayer arriesgó otra cifra: “Soy optimista, será entre 18% y 20 por ciento”. Le dije que sería un éxito que 18, 20 millones de mexicanos acudieran a las urnas y ella me dio las razones de por qué cree que así será. Le solté mis dudas sobre la confiabilidad que fue desarmando una a una: ¿por qué no habrá cómputo de votos en las casillas ni sábanas en las paredes de la calle con los resultados, ni PREP ni resultados prontos ni inhabilitación de boletas no usadas? Para todo tuvo una respuesta, una lógica, una secuencia y una conclusión. “Que no les quede duda, la certeza de la elección está garantizada”, remató. No soy de los que piensan que el domingo acudiremos a la demolición del INE, pero quiero ver de qué se trata una elección sin cómputo inmediato, sábanas, PREP, etcétera, más allá de la certeza de Taddei, que el domingo se juega también el pellejo.