El gobierno actual cometió el error de rápidamente concederles un par de cosas que demandaban: la abrogación de una nueva Ley del ISSSTE y el congelamiento de la edad de retiro.
Ellos son los mismos rentistas de siempre. No hay nada nuevo en su estrategia de chantajear a los gobiernos para conseguir más dinero a cambio de nada. Bueno, sí dan algo: dejan de movilizase. Son la pandilla histórica de bomberos piromaníacos que llevan asolando al país durante décadas.
Encienden la pradera para ofrecer apagarla si el gobierno acepta sus demandas.
Estos rentistas del Estado están en lo suyo.
La culpa la tiene este gobierno.
Y cuando digo este gobierno me refiero al de Claudia Sheinbaum, que representa la continuidad de la llamada “Cuarta Transformación”.
La 4T fue la que eligió aliarse política y electoralmente con la CNTE. Una decisión de la que hoy tienen que hacerse responsables.
Quiérase o no, el gobierno de Peña sí intentó implementar una reforma educativa que afectó los intereses económicos del sindicato magisterial, tanto los del SNTE como los de la CNTE. López Obrador aprovechó el descontento de los maestros organizados para reclutarlos en su movimiento político. Entre otras cosas, les prometió echar para atrás la reforma de Peña, lo cual cumplió a cabalidad una vez que llegó a la Presidencia.
El SNTE y la CNTE procedieron a recuperar el terreno perdido. Si antes de Peña habían colonizado a las autoridades educativas, el sexenio pasado volvieron a establecerse como los que mandan en este sector.
A López Obrador le valió un pepino la calidad educativa. Su prioridad fue llevar la fiesta en paz con los maestros, cosa que logró a un costo altísimo para la educación pública.
Con el cambio de gobierno, ya sin la figura carismática de AMLO en el poder, la CNTE comenzó a calar a la nueva Presidenta para ver qué más podían conseguir.
El gobierno actual cometió el error de rápidamente concederles un par de cosas que demandaban: la abrogación de una nueva Ley del ISSSTE y el congelamiento de la edad de retiro. Con esta respuesta, los bomberos piromaníacos rápidamente doblaron las apuestas: demandaron un aumento de 100% de sus salarios y el regreso del sistema de pensiones solidario.
El gobierno no les otorgó 100%, pero sí un 10% que es una enorme concesión tomando en cuenta la inflación, el crecimiento económico y la situación de las finanzas públicas. Además, la Presidenta aceptó la posibilidad de un diálogo directo con ella.
La CNTE, sin embargo, ya había percibido vulnerabilidad por parte de la nueva mandataria. Y se montaron en su macho: siguen reclamando 100% de aumento y la revocación de la reforma de pensiones individuales por medio de afores.
La Presidenta reaccionó suspendiendo el diálogo directo con ellos. Los envió a negociar con los secretarios de Educación y Gobernación. Muy bien.
El problema de fondo es que la CNTE nunca fue, ni será, un aliado confiable.
Al parecer ya se rompió el pacto político que tenían con los gobiernos de Morena. Usaron a AMLO y AMLO los usó a ellos. Sheinbaum los utilizó en las elecciones y ahora quieren ver qué le pueden sacar como Presidenta.
Lo que piden, obvio, es ridículo. Un incremento salarial de ese tamaño tronaría las finanzas públicas. Nacionalizar las afores generaría un impacto negativo enorme para la economía mexicana. Si de por sí hoy no existe mucho apetito para invertir en México, imaginemos lo que implicaría para la confianza empresarial el que un grupo de maestros radicales lograra el regreso a un sistema de pensiones solidario administrado por el Estado sin recursos para hacerlo.
Obvio que la Presidenta no puede ceder a estas demandas absurdas.
¿Qué hará, entonces, la CNTE?
¿Seguirá con las movilizaciones que tanto daño nos hacen a los chilangos y a los niños que están perdiendo clases?
¿Se podrá desatorar este nudo gordiano?
¿Tiene la Presidenta los operadores políticos para hacerlo?
Una cosa queda clara. Los gobiernos de la 4T han renunciado al uso de la fuerza pública para enfrentar los golpes más duros de los maestros.
El viernes paralizaron el Aeropuerto de la Ciudad de México. Amagaron con quedarse en un plantón definitivo. El gobierno, no sé cómo, logró convencerlos de no hacerlo, lo cual demuestra que todavía hay canales de negociación abiertos. Qué bueno.
Sin embargo, este equilibrio parece muy endeble. Y, por lo pronto, al momento de escribir estas líneas, la CNTE sigue afectando la vida cotidiana de miles de capitalinos, quienes tenemos que tragarnos los costos.
Todo por culpa de un gobierno que escogió muy mal a sus aliados.