Llega la hora de votar por los candidatos de la reforma al Poder Judicial que pergeñó López Obrador presidente. Veo en medios y redes interesantes debates sobre si votar el domingo o no hacerlo y me pregunto, dada la dimensión del acontecimiento, si López Obrador saldrá de su escondite para participar en la elección de jueces, magistrados y ministros.
El domingo se cumplirán ocho meses de su desaparición pública. Nada se ha sabido de él, nada ha comunicado, posteado, querido decir. Está en su derecho y quizá sea cierto que sigue encerrado en su finca, leyendo, escribiendo, cavilando sin asomarse a respirar un poco y disipar la ofuscación; Proust y Joyce lo hacían y de aquellos enclaustramientos surgieron obras maestras.
Ocho meses después, empero, yo sigo creyendo que no sale porque no tiene a dónde ir, porque no hay lugar en México, que no sea un evento o espacio plenamente controlado por la 4T, donde pueda pisar sin que le griten “viejo mentiroso” y cosas peores. ¿Le dará la espalda al domingo 1 de junio para que no lo incordien?
El porcentaje de participación en esa jornada será muy significativo. Un voto, uno, en Palenque o la Ciudad de México, terminará sumando a la causa, su causa.