En plena crisis por el cambio climático, la tasa de calentamiento del planeta es de 2 grados Celsius (°C) por cada cien años, pero México se calienta a una tasa de 3.2°C en el mismo lapso; es decir, un 62 por ciento por encima del resto de los países, alertó el doctor Francisco Estrada Porrúa, titular del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM.
Más aún, en comparación con el periodo preindustrial, para 2024 ha incrementado la temperatura 1.8 grados en el país, nuevamente más que el promedio mundial, añadió en la conferencia “Tendencias actuales del cambio climático en México”.
Asimismo, el científico universitario expuso que desde 2023, van 18 meses con un constante incremento de la temperatura en el mundo. Este hecho contradice la hipótesis científica de que, con los fenómenos de El Niño y La Niña, la temperatura debería de haber bajado.
Ello “ha llevado a los investigadores a considerar si hay una aceleración en el calentamiento global o si se ha subestimado la capacidad de equilibrio en la temperatura del planeta”, señala un boletín de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Las consecuencias han sido visibles desde hace años, y pueden empeorar. El doctor Estrada Porrúa recordó que, en 2006 –junto con su equipo– había calculado que la crisis climática provocaría una disminución del 24 por ciento en la producción de café en Veracruz; actualmente han observado que el impacto puede ascender 48 por ciento.
En entrevista para Contralínea –en mayo de 2024–, el doctor Estrada Porrúa había alertado de un incremento de 1.68 grados en México con base en el documento Estado y perspectivas del cambio climático en México: Un punto de partida, del PINCC. Un año después, situó este aumento en 1.8 grados. Es decir, creció en 0.12 grados.
Agregó que los impactos que pudiera causar la crisis climática en México durante este siglo “equivaldrían a que perdiéramos entre el 85 por ciento y cinco veces el PIB”; incluso, cuando aceptó que sería una cantidad subestimada, pues “tenemos muchos problemas para evaluar pérdida de biodiversidad o cosas que no tienen mercado”.
Tan sólo entre 2000 y 2022, cada desastre natural ocurrido en el país había costado más de 600 mil millones de pesos, dividido en sequías, lluvias extremas en el centro-sur y poca en el norte, acuíferos con poca disponibilidad de agua, o huracanes.
Y en 2023, último año analizado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres y Protección Civil, México presenció su segundo año más costoso por daños, principalmente por los efectos adversos del huracán Otis, en Acapulco, Guerrero. El informe calculó “daños y pérdidas por 88 mil 910 millones de pesos, lo que equivale a 0.3 por ciento del PIB de ese año”.
El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, por su parte, ha calculado que 1 mil 448 municipios de México, equivalentes al 58.6 por ciento de los 2 mil 446 totales, tienen al menos una “muy alta y alta vulnerabilidad actual para por lo menos una de las seis vulnerabilidades específicas”, así como un “aumento de vulnerabilidad a futuro para al menos una de las vulnerabilidades”.
Ante este análisis de los investigadores del PINCC, Enrique Provencio Durazo, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, resaltó la necesidad de asumir la acción climática “como un componente orgánico de la estrategia de desarrollo en las próximas décadas y colocarla en la más alta jerarquía de la acción pública”.