La crisis inmobiliaria iniciada en el 2008, es sumamente compleja; del despojo, ocasionado por los créditos Subprime, originó la invasión de viviendas por necesidad social, la degradación de la necesidad salto a la rapiña y resurgieron con fuerza los invasores de cuello blanco, consolidando la especulación inmobiliaria; estamos hablando de una hidra inmobiliaria; veamos por pasos
Cuando estalla la crisis inmobiliaria en el 2008 en Estados Unidos puso en jaque no solo a deudores de viviendas, sino que todas las instituciones financieras relacionadas con el sector entraron en crisis, es decir la banca comercial, la de inversión, los derivados, y la misma bolsa de valores; Barack Obama afirmo que la crisis podría llegar a las dimensiones de la crisis de la desaparecida Unión Soviética.
Con la repercusión natural de esa crisis en México, desenmascaró la supuesta bonanza del sector inmobiliario y las principales empresas cayeron en impagos como GEO, Homex y Urbi.
En total desacierto, el entonces director de Infonavit Carlos Martínez Velázquez, afirmaba que la crisis era por el inadecuado manejo financiero, incluyendo el subsidio federal, “ya que las viviendas eran abandonadas por la lejanía de los centros de trabajo”.
El 90 % de las viviendas que se abandonaron fue por la imposibilidad de cumplir con los pagos por parte de los derechohabientes y ante el acoso judicial del Infonavit y los despachos jurídicos.
Pero la crisis no solo era los créditos subprime del Infonavit, sino que esta crisis llegó a los bancos y a las empresas inmobiliarias que posteriormente fueron afectadas por la invasión masiva de inmuebles en todo el país. Estamos hablando de más de 2.5 millones de viviendas abandonadas.
Esta crisis urbana e inmobiliaria que atraviesa México nadie ha podido abordarla adecuadamente, se ha improvisado tanto el gobierno federal como gobiernos estatales y locales; algunas líderes y estudiosos ligados a Central Unitaria de Vivienda (CUV) han contribuido al análisis de este fenómeno complejo según nos consta, solamente el gobernador Alfonso Durazo manifestó la voluntad por conceptualizar y crear un paradigma que permitiera abordar el desorden urbano e inmobiliario; los funcionarios medios frustraron estos intentos, porque estaban más interesados en mostrarse funcionales que reconocer la ausencia de ruta lo que llevo a frustrar la voluntad del gobernador.
Con las reformas a la Ley de Infonavit y la utilización de los recursos de la subcuenta se vigorizó el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo y para anunciaron construir un millón de viviendas, que en su momento desaprobamos porque ocasionarían más desorden no solo urbano e inmobiliario y sino de seguridad.
Sin embargo, gobiernos estatales y municipales se dieron la tarea de conseguir predios para la construcción de viviendas y ante la crisis de certeza jurídica de millones de viviendas el país, al parecer la presidenta dio un giro; se priorizara la posesión irregular en viviendas ocupadas o en conflicto y la Secretaria del bienestar como Conavi empezaron un censo en todo el país para pretender regularizar y dar certeza jurídica; se reconoció que la construcción de viviendas no era la salida, sino todo lo contrario.
Algunos gobernadores y presidentes municipales entusiasmados pensaron que con parte de esos recursos; de la subcuenta; se podrían resolver algunos conflictos y empezaron a dar pasos en esa dirección, sin embargo, tampoco esa será la solución, pero con cierta cautela, que no genere expectativas irreales.
Lo que sí es cierto, qué producto del desorden urbano y la violencia que prevalece en el país, no es correcto impulsar en estimular invasiones a viviendas o predios, sino impulsar la regularización de las ocupaciones irregulares.
Las invasiones urbanas que impulso la izquierda desde el siglo pasado tenía motivaciones teóricas y conceptuales, pero la nueva realidad nada tiene que ver con ese ciclo histórico; ahora no solo es un desorden sino una rapiña y esto nada tiene que ver con la justicia social.
Lamentablemente, líderes “domésticos” se han dedicado a invadir simplemente para sacar dinero sin ningún análisis o conceptos que puedan justificarlo; es simplemente negocio y rapiña. Ahora el estado debe sancionar esas invasiones y desalentarlas con un discurso adecuado que ayude a crear conciencia sobre el programa de reordenamiento urbano, empezando con la posesión; en las mismas invasiones, ya sea de inmuebles o predios hay infinidad de pequeños acaparadores, que si esto se ordenara podría dar pasos significativos en la tranquilidad y legalidad urbana.
Motivar invasiones en este desorden y el grado de inseguridad en el país son simplemente acciones inconscientes.
Pero no solo son los líderes “domésticos” sino pequeñas bandas, y no tan pequeñas, que han llevado a cabo una verdadera ofensiva utilizando todos los recursos legales, los vacíos legales y hasta las artimañas, para el despojo y la reventa de inmuebles.
El deterioro ha llegado a tal nivel que los comités de colonias y fraccionamientos se han convertido unos verdaderos núcleos de poder dentro de sus espacios habitacionales y también ya le entraron a la ocupación ilegal de inmuebles; incluidos en fraccionamientos o cerradas de clase media.
En punto clave aquí es detener la invasión de predios e inmuebles, pero no solo de los líderes domésticos, sino también la especulación e invasión de “empresarios” que día a día, segundo a segundo se anuncian en redes sociales para comprarte la vivienda “aunque esté invadida o vandalizada”; el costo en la alteración social es elocuente.