Los azulgrana se vencen en el minuto 99 con una jugada episódica del Inter, después de protagonizar una excelente remontada en la segunda parte de un partido soberbio en San Siro
El Inter, un equipo más despiadado que sensible, acabó cruelmente con la excitante aventura europea del Barça en Milán, a las puertas de Múnich, el escenario de la final del día 31. La apasionante trayectoria azulgrana, por inesperada y divertida, protagonizada por un equipo mayormente juvenil y desacomplejado, quedó cortada de cuajo por un equipo italiano tan adulto como maquiavélico, alejado de los focos mediáticos y refugiado en el estadio Giuseppe Meazza. Los nerazzurri son, a fin de cuentas, el antídoto del Barcelona.
INTInter

4
Yann Sommer, Yann Bisseck (Matteo Darmian, min. 70), Francesco Acerbi, Alessandro Bastoni, Henrikh Mkhitaryan (Davide Frattesi, min. 78), Hakan Çalhanoglu (Piotr Zielinski, min. 78), Federico Dimarco (Carlos Augusto, min. 54), Nicolò Barella, Denzel Dumfries (Stefan de Vrij, min. 107), Marcus Thuram y Lautaro Martínez (Mehdi Taremi, min. 70)
BCNBarcelona
3

Wojciech Szczesny, Iñigo Martínez (Ronald Araujo, min. 75), Pau Cubarsí (Gavi, min. 105), Eric García (Héctor Fort, min. 97), Gerard Martín, Dani Olmo (Fermín López, min. 82), Lamine Yamal, Frenkie de Jong, Raphinha, Pedri (Pau Víctor, min. 105) y Ferran Torres (Robert Lewandowski, min. 90)
Goles 1-0 min. 20: Lautaro Martínez. 2-0 min. 45: Calhanoglu. 2-1 min. 53: Eric Garcia. 2-2 min. 59: Dani Olmo. 2-3 min. 86: Raphinha. 3-3 min. 92: Acerbi. 4-3 min. 98: Davide Frattesi
Arbitro Szymon Marciniak
Tarjetas amarillas Calhanoglu (min. 35), Íñigo Martínez (min. 50), Mkhitaryan (min. 67), Carlos Augusto (min. 90), Acerbi (min. 93), Flick (min. 94), Pau Victor (min. 94), Alessandro Bastoni (min. 117)
El partido fue conmovedor por el trepidante intercambio de golpes y goles que solo se acabó en la prórroga después de que al Barcelona se le escapara la victoria en el tiempo añadido cuando ya celebraba el noveno remonte del curso, del 2-0 al 2-3, con un gol de Raphinha. Pero la capacidad agonística de los italianos pudo más que la mentalidad ambiciosa del irreductible equipo de Flick.
Los entrenadores insistieron en el partido de vuelta con el plan de la ida: Inzaghi recuperó a Lautaro y Flick dispuso a los dos laterales suplentes —Eric y Gerard Martín— para sustituir a los titulares lesionados: Koundé y Balde. La opción de situar a Iñigo Martínez en el costado izquierdo para dar entrada a Araujo y formar con cuatro centrales no había cuajado en Montjuïc y no parecía tampoco la mejor solución en San Siro. La apuesta era corregir en lugar de cambiar para defender mejor los saques de esquina y las carreras de Dumfries frente a Gerard Martín que tanta importancia habían tenido el miércoles anterior en el 3-3. La idea del técnico italiano apelaba también a una cuestión colectiva antes que a la individual: había que intentar que la pelota no llegara hasta Lamine Yamal. El mejor, al final, fue el portero Sommer.
La presión se impuso desde el inicio en San Siro. No era fácil para los azulgrana ganar los duelos individuales ante un equipo tan físico y atlético como el Inter y resultaba difícil salir con la pelota jugada del área en un choque muy tenso y pendiente de las penetraciones de Lautaro y Thuram. Los italianos, más intensos, empezaron a sortear el achique de espacios azulgrana y sus llegadas eran cada vez más amenazadoras que las conducciones de Lamine. La asfixia italiana partió al Barça.

















Los azulgrana empezaron a perder el balón y Dimarco no perdonó el error de Olmo para conectar con Thuram, generoso en la asistencia a Lautaro. El gol activó al Barça. Pedri tomó el mando y el control mientras el Inter se aplicaba en defender y contragolpear de la manera que tan bien ha aprendido en los cuatro años de magisterio de Inzaghi. No afinaban los barcelonistas, poco productivos en su fase de dominio, y en cambio resolvieron los nerazzurri con un penalti de Cubarsí a Lautaro que el árbitro pitó previa intervención del VAR. No perdonó Çalhanoglu desde los once metros después de que ya hubiera marrado un tiro franco después de un despeje fallido de Cubarsí.
Los azulgrana, superados por el voltaje del Inter, no encontraban la manera de sorprender a los italianos, muy concentrados en las vigilancias sobre Lamine y Olmo. El desequilibrio llegó sorprendentemente por la vía de los meritorios: Gerard Martín y Eric García. Ambos se asociaron para marcar el 1-2 y perdonaron el 2-2, que llegó después con un centro más del lateral que cabeceó Olmo. Los italianos quedaron en fuera de juego ante el arrebato y rebeldía del Barça. El partido giró a favor de los azulgrana en siete minutos ante la alegría de 4.000 seguidores, sabedores de que su equipo nunca se rinde, siempre se rebela, también en San Siro.
El vértigo y el atrevimiento barcelonista, si se quiere tan ingenuos como confiados en su suerte, acabaron con el sofisticado sistema defensivo del Inter. Ahora eran los italianos los que se equivocaban y se entregaban a Sommer. El Inter se encogía y a cambio se agrandaba el Barça. No ganaban los italianos, sino que disfrutaban los barcelonistas, soberbios después de digerir los goles de Lautaro y Çalhanoglu. Sommer ya no pudo al final con el segundo tiro de Raphinha, el futbolista de la Champions, habilitado por Pedri. Lamine pudo marcar el cuarto en un chut al palo en plena euforia del Barça. Nunca hay que descartar, sin embargo, la jugada episódica de los equipos italianos, y menos del Inter, que empató en el descuento después de un resbalón de Gerard Martín, el centro de Frattesi y la anticipación del central Acerbi. El 3-3 de Montjuïc se repetía en el Meazza.
La clasificación se jugaría en una prórroga que nubló el punto de mira del Barcelona, tan irreductible como fatigado en las áreas, vulnerable en la de Szczesny. Araujo se equivocó, al igual que en el empate, y Frattesi firmó el definitivo 3-4. El intento de Lamine por repetir el gol de Iniesta en Stamford Bridge murió en las manos de Sommer para frustración del Barça.
Los siete goles encajados pesaron más que los seis marcados para alimentar el debate sobre el modelo del Barcelona. Nadie discutirá, sin embargo, que sus partidos emocionan incluso a los aficionados del insensible Inter.
