Entrevista de la redacción de nexos con el expresidente de México
Redacción / Nexos
nexos prepara para su edición de julio de 2025 un número de tema único: Réquiem por la transición democrática. Al efecto, hemos tenido una rica serie de entrevistas con actores claves de la transición, entre ellos el expresidente Ernesto Zedillo. Adelantamos para nuestros lectores sólo una parte de la entrevista por su evidente valor periodístico y analítico, para no hablar de su fuerza y oportunidad. La entrevista completa es parte de la crónica de la transición democrática de nuestro número de julio, y será difundida también en un nuevo pódcast original de nexos.
nexos: A los cuatro días de tomar posesión como presidente de México, en diciembre de 1994, usted envió una reforma judicial al Congreso. Luego, fue parte de la reforma electoral que volvió autónomo al IFE y que aprobaron todos los partidos de entonces. ¿Cómo se conectaban en su diseño la reforma judicial y la electoral?
Ernesto Zedillo: Para tener democracia se tienen que tener pesos y contrapesos en el poder público. Si el Ejecutivo tiene el control del Legislativo por razones electorales, el Poder Judicial es realmente la última ancla no sólo de la legalidad, sino también de la democracia, es lo que puede prevenir el uso abusivo del poder. Ése era mi razonamiento.
Me puse a ver la historia del Poder Judicial en México. Formalmente, era un Poder Judicial independiente desde la Constitución de 1857. En la de 1917 se ratifica esa independencia, pero si lee uno la historia, ve las decisiones y los pasos que se fueron dando, desde el Ejecutivo, para tener control y acotar la autoridad del Poder Judicial. A mí me daba hasta pena, como secretario de Programación y Presupuesto, ir a saludar al presidente de la Corte para decirle cuánto le iba tocar de presupuesto al Poder Judicial. Esto es totalmente indigno. Esto no puede existir en un país civilizado, en un país democrático.
Claro, había gente que decía: “Bueno, luego se te voltean”. No importa. En el mediano y largo plazo, si tenemos una buena Constitución y un proceso adecuado para que los miembros de la judicatura sean profesionales con principios serios, eso es mejor para todos. Y ésa fue una motivación muy concreta para haber emprendido la judicial como la primera reforma del gobierno.
Lo que han hecho López Obrador y sus cómplices en los últimos meses, en esta materia, es realmente el final de la democracia mexicana.
nexos: En 1996 se llevó a cabo la reforma electoral que volvió autónomo al IFE, lo sacó de la pirámide del Poder Ejecutivo. ¿Hasta dónde metió las manos el Ejecutivo en esa reforma?
Zedillo: No metí las manos. Convoqué a todos los partidos a que lo hiciéramos. La razón era muy simple. ¿Cómo puede una parte interesada ser el organizador y el árbitro de las elecciones? Eso es ridículo. Es la situación ridícula que vivió nuestro país durante muchas décadas. Era un paso obvio: necesitamos un órgano autónomo que organice profesionalmente las elecciones, dotado de recursos suficientes para cumplir su función. Lo inaceptable es que el gobierno o el partido del gobierno fuera el organizador y el sancionador de la legalidad en las elecciones. Era la página número uno de cómo construir democracia. No había nada profundo en eso, era obvio. Cuando lo decía así, la gente abría los ojos.
nexos: Usted ha sido crítico de algunas de las decisiones políticas del sexenio del presidente López Obrador, en particular de la reforma judicial que está en curso. ¿Cuáles son sus consideraciones al respecto?
Zedillo: Desde que dejé la Presidencia de la República nunca había comentado sobre los asuntos políticos ni sobre las políticas públicas de los gobiernos en funciones de nuestro país. Era mi decisión. Yo estoy retirado, decía: “Me retiré el 1 de diciembre del 2000 completamente de la política y jamás volveré salvo que haya un asalto contra la democracia mexicana”. Me lo habrán oído decir algunas personas.
Bueno, en el verano del año pasado me senté a escribir una ponencia que me habían pedido para un congreso de la Asociación Mundial de Barras de Abogados, sobre cuestiones de derecho internacional. Entonces empecé a notar que había en las noticias referencias a una posible reforma judicial en México con relación a la reforma del 94. Por esa razón dije: “A ver, qué está pasando en México”, y me puse a leer. No había documentos académicos, analíticos, de lo que se trataba de hacer. Eran básicamente artículos de opinión que me alarmaron muchísimo. Pensé: “Esto es terrible, es un ataque frontal y decisivo contra la joven democracia que con muchos trabajos construimos los mexicanos”. Están queriendo destruir al Poder Judicial Federal y de los estados, sustituirlo por un poder que estará a las órdenes del gobierno y quizás de los criminales. Y lo están haciendo mediante un mecanismo de total simulación: es una farsa, es un engaño al pueblo de México, eso no es democrático.
Ningún país realmente democrático elige así a sus jueces. Hay todo un cuerpo de reflexiones que explican por qué eso es una barbaridad; eso sólo lo inventan los dictadores para controlar al Poder Judicial. Dicen que es una elección: sí, una elección de candidatos que ellos, con muchos trucos, han determinado. Pero no sólo eso. Además están ensayando con esta elección la destrucción del sistema electoral mexicano. Porque ya no serán los ciudadanos los que cuenten los votos. Y ese conteo no va a ser transparente. Se van a ir a lo oscurito para decidir quiénes son los nuevos ministros y los nuevos jueces.
Es evidente que a estas personas no les gusta la democracia. Tampoco les gusta el Estado de derecho. Lo que quieren es un régimen que pueda tomar decisiones arbitrarias, abusivas, según su propia conveniencia política. Su catálogo de acciones para destruir la democracia es quizás el más amplio que yo jamás haya visto en tan poco tiempo en ningún país. La destrucción de otros órganos autónomos del Estado, como el encargado de la transparencia, tiene un propósito avieso. Los ciudadanos ya no vamos a saber muchas cosas que hizo el gobierno de López Obrador ni que hará el gobierno en curso, porque simplemente no tendremos el derecho a pedirle a un órgano autónomo que nos dé esa información.
Y lo muy grave, obviamente, es la militarización de la seguridad porque tiene muchas consecuencias. Le están dando no sólo la seguridad al Ejército. Nosotros tenemos un Ejército ejemplar, unas Fuerzas Armadas ejemplares, cuando las comparamos con América Latina, y estas personas van a destruir eso. No van a ser Fuerzas Armadas para defender la seguridad y la soberanía nacionales, van a ser Fuerzas Armadas cómplices de un gobierno autocrático y tiránico en nuestro país. Y además, con una perversión: cambian algo que existía desde la Constitución del 57 que decía claramente que el Ejército está para ejercer funciones pertenecientes a la disciplina militar. Eso ya voló de la Constitución. El Ejército está a lo que digan el Congreso y las leyes, que controla un solo partido. Entonces el Ejército podrá hacer lo que quiera, porque además están con la protección del fuero militar. Eso sólo se ve en regímenes absolutamente autoritarios.
Podríamos hacer una larga lista. Mi conclusión es muy sencilla: en México se murió la democracia. En México están haciendo un Estado policial. Cuando la presidenta de la República nos dice que México será el país más democrático, en virtud de esa farsa de elecciones de jueces nombrados por el gobierno y posiblemente por el crimen organizado, pues no lo quiero tomar como burla, pero yo diría que es al menos cuestionable.
nexos: ¿Qué falló en el periodo de la transición? ¿Por qué fue posible esta destrucción tan rápida de la democracia en México, del equilibrio de poderes, de la independencia del Poder Judicial? ¿Qué falló?
Zedillo: Para tener democracia se requiere tener ciudadanos que crean en la democracia, que entiendan las consecuencias no sólo de tenerla, sino de no tenerla. Ahí hay un aspecto de educación. Segundo, el populismo se dio como táctica política, es un mecanismo para ganarse el poder mediante demagogia, mentiras, siempre culpar a los otros de los problemas, autollamarse representantes únicos del pueblo, decirle a la gente lo que ellos piensan que la gente quiere escuchar. Y una vez que se hacen del poder con mentiras, con demagogia, con engaños, sobresimplificando los problemas y las soluciones y haciendo promesas, paraísos o castillos en el aire, pues se las arreglan para introducir mecanismos que les permitan permanecer en el poder.
Podríamos decir que la democracia tiene que ser una servidora del desarrollo. Pero no quiere decir que la democracia por sí misma vaya a resolver todos los problemas. Lo que sí es cierto es que cuando hay democracia, quienes fallan en no hacer o no cumplir las expectativas de la gente, son desplazados en las siguientes elecciones. Y estos señores, eso es lo que han visto y dicen: “No, nosotros llegamos y llegamos para quedarnos. Porque nosotros no creemos en la democracia”. La democracia es un invento pequeño burgués, ¿no? Así decían mis amigos cuando estaba en el Politécnico: la democracia es un asunto pequeño burgués, lo que importa es tomar el poder y hacer lo que uno quiera conforme a las convicciones y la ideología. Bueno, eso está equivocado y es lo que están haciendo.
Además tienen el modelo de los malos años de mi partido. Fue donde muchos de ellos se formaron, sobre todo López Obrador, pero muchos otros. No aprendieron cómo lo cambiamos quienes llegamos más jóvenes. Se fueron a la nostalgia, a recuperar con otro nombre al PRI abusivo y autoritario.
nexos: Dicho todo esto, ¿cree usted que ya acabó la transición democrática? ¿Estamos ante un cambio de régimen? Usted ha hablado de regresión democrática y ahora, en esta charla, de algo más.
Zedillo: Hablaba de regresión democrática antes de las reformas que promovieron el señor López Obrador y su partido. Ahora hablo con toda convicción del final de la democracia mexicana. Y esto no es una postura política. Podemos revisar el libro de texto y decir: ¿qué se requiere para tener una democracia? ¿Cuáles son los elementos? Necesita usted división de poderes, necesita usted elecciones limpias, juzgadas, sancionadas, organizadas por órganos independientes; necesita usted de Estado de derecho, necesita de un Poder Judicial independiente. Chequen cada uno de estos puntos y díganme por favor si existen en México. Mi respuesta es no.
En México ahorita existe una simulación. Lo que van a tratar de hacer es lo que había en los viejos tiempos. Vamos a tener elecciones periódicas, los resultados van a estar determinados por varias circunstancias: el uso de recursos públicos para crear clientelas políticas, el uso abusivo de las reglas y los mecanismos de organización de las elecciones, el control del Poder Judicial por si hay alguna controversia, y ya sabemos que siempre el Poder Judicial va a decidir a favor de ellos.
Aquello que era un espacio abierto, donde se veían representadas las minorías, donde había competencia política con reglas que todos acordaron, ahora se han ido construyendo muros. Primero el del clientelismo, luego el mal uso de los recursos públicos, luego los proyectos faraónicos para impresionar a la gente. Después de eso, la infraestructura legal para proteger el poder. Han construido o están construyendo una fortaleza de varios muros.
Ahora tenemos un Congreso de un solo color y además con un monstruo que es la llamada supremacía constitucional. Es gravísimo. Decir que el Congreso puede decidir lo que le dé la gana y que el Poder Judicial no puede revisarlo es absolutamente escandaloso, grotesco, antidemocrático. Y estos señores lo hicieron. Y, desgraciadamente, eso pasó en el tiempo de la doctora Sheinbaum. Ya no le puede echar la culpa al señor López Obrador.
Y lo peor, y eso me angustia mucho, es que se está creando un Estado policial. Porque ése va a ser el último recurso. Ya cuando la gente esté harta y pierdan de todas maneras las elecciones, como en Venezuela, al final quedan la policía y el ejército, el espionaje, la represión, el control de los medios, para que no haya democracia, para que no haya representatividad de la voluntad de la gente.
nexos: Estamos en el peor de los mundos imaginables para el fin de la transición democrática. ¿Cómo regresar de ahí?
Zedillo: La verdad no sé, en este momento no sé. El primer punto es la denuncia. Nos la hemos visto con un aparato de propaganda monumental. Entonces hay que dar esa batalla deliberando, denunciando, discutiendo, explicando. Yo sé que muchos mexicanos han dado esa batalla y la siguen dando. Pero también los veo muy solos, porque otros factores reales de poder en México prefieren quedarse callados. Se arriman y piensan que a ellos no les va mal tener un gobierno autoritario, que, por el contrario, les puede traer ciertas ventajas.
Se van a llevar a una sorpresa. El abuso del poder no reconoce amigos ni lealtades. Ni siquiera intereses, porque cuando ya no hay el interés todo el mundo se vuelve desechable. Y creo que esas fuerzas reales, que sí existen en México, que pudieron haber alzado la voz frente a lo que estaba pasando, que se han quedado callados, pues lo van a lamentar con el tiempo, porque ellos, sus hijos, sus familias, lo van a pagar. Lo van a pagar con oportunidades de desarrollo, que no se van a dar, pero lo más grave, con una pérdida de libertad, con un abuso de sus derechos fundamentales. Insisto, lo van a lamentar, por no tener una conducta cívica.