El Pontífice visitó el país en 2016 tras una invitación del entonces presidente Enrique Peña Nieto
Joaquín Patiño
México despertó con la noticia de que el papa Francisco había muerto. Después de haber convalecido desde febrero, el pontífice murió este lunes a los 88 años de edad. Argentina ha decretado siete días de luto para su papa, mandatarios y exmandatarios han reaccionado ante el fallecimiento y han calificado a Bergoglio como un defensor de los derechos humanos, comprometido con los más débiles y un humanista en busca de la igualdad. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, conoció al Papa durante su campaña presidencial, cuando tuvo un encuentro con él en el Vaticano. “Muere el papa Francisco. Un humanista que optó por los pobres, la paz y la igualdad. Deja un gran legado de verdadero amor al prójimo. Para los católicos y los que no lo son, es una gran pérdida. Haberlo conocido fue un gran honor y privilegio. Descanse en paz”, aseveró la mandataria. En México el 78% de la población es católica, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En 2014, Enrique Peña Nieto viajó junto a su esposa, la primera dama Angélica Rivera, a la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano. El mandatario mexicano invitó al Papa Francisco a visitar México y este accedió en el acto, según ha dicho el Gobierno mexicano, pero fue hasta diciembre de 2015 que el Pontífice hizo oficial la noticia de su visita. El segundo país más católico del mundo (según el censo publicado por el Centro de Investigaciones Pew) lo recibió el 12 de febrero de 2016. Pasó seis días en territorio nacional y visitó Ciudad de México, Estado de México, Chiapas, Chihuahua y Michoacán. Durante el último día de su peregrinaje, ocurrió un milagro que no se ha vuelto a suscitar.

12 de febrero, la llegada
El viernes 12 de febrero a las 19.15, el Pontífice aterrizó en el Hangar Presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), que ahora ocupa la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Fue recibido por mariachis y cientos de feligreses que entonaron, “Francisco, hermano, ya eres mexicano”.
Posteriormente se trasladó en el famoso papamóvil a la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede, en la alcaldía Álvaro Obregón, mientras una abundante cantidad de fieles esperaron en las calles para verlo pasar y, con un poquito de suerte, intercambiar saludos.
13 de febrero, la ceremonia
Durante las primeras horas del sábado 13 de febrero, el Papa fue recibido en Palacio Nacional. Después tuvo un encuentro con los obispos en la Catedral Metropolitana, donde los exhortó a alejarse de las intrigas políticas para acercarse a los feligreses. “No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor”, dijo Francisco I. Miguel Ángel Mancera, entonces Jefe de Gobierno de Ciudad de México, le entregó las llaves de la capital.
Por la tarde, el Pontífice se trasladó a la Basílica de Guadalupe en el papamóvil. Llegó antes de las 17.00 horas a un templo atestado de gente que esperaban la misa papal. Al menos 50.000 personas aguardaban dentro del recinto; afuera, la multitud paralizó la rutina de las calles aledañas.





14 de febrero, El caracol
El domingo, el Papa Francisco abordó un helicóptero en Campo Marte para dirigirse hacia Ecatepec, Estado de México. En el trayecto sobrevoló las Pirámides de Teotihuacán. El Pontífice ofreció una misa masiva con 400.000 asistentes en El caracol, un predio de 2.000 hectáreas considerado un importante regulador de agua, que pertenece originalmente al Lago de Texcoco.
Las palabras del Papa fueron contundentes. “No es fácil evitar la seducción del dinero, la fama y el poder, pero les pido que opten por Jesús”. “La riqueza que produce la corrupción es el pan con sabor a dolor, amargura, sufrimiento”. Concluyó afirmando que Dios es misericordioso para sanar los corazones de quienes se sienten lastimados. “Su nombre es nuestra riqueza, su nombre es nuestra fama, su nombre es nuestro poder”.

15 de febrero, los indígenas
Durante su cuarto día, viajó a San Cristóbal de las Casas, Chiapas, al sur de México. El acontecimiento resultó polémico, ya que Chiapas es el Estado que presenta el menor número de católicos en el país y altos índices de violencia. Además, a finales del siglo XX, las autoridades mexicanas afirmaron que muchos catequistas católicos participaron en la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994.
El Papa ofreció una misa histórica en la sede de la Secretaría para el Desarrollo y Empoderamiento de las Mujeres con comunidades indígenas y pidió perdón por el injusto trato de la Iglesia Católica en el pasado.







16 de febrero, los egoístas
El martes 16 de febrero viajó a Morelia, Michoacán, y se reunió con jóvenes a quienes calificó como “la riqueza de México”, aunque reconoció que es difícil verlos de esa forma cuando están expuestos continuamente a la pérdida de amigos o familiares en manos del narcotráfico, las drogas y organizaciones criminales que siembran el terror.
Un ligero incidente terminó por inmortalizar la visita papal en Michoacán. Tras la ceremonia y el discurso, el Pontífice se acercó a una de las vallas para saludar a los asistentes. Alguien tiró del brazo papal con demasiada fuerza y este casi se va de boca. Su Santidad, con el rostro color tomate, gritó molesto un par de veces. “No seas egoísta”.

17 de febrero, el milagro
Su último día en México fue el miércoles 17 de febrero en Ciudad Juárez, Chihuahua. Publicó en X haberse sentido acogido y recibido con cariño. “Gracias por abrirme las puertas de su vida”, escribió.
Visitó una prisión y celebró una misa binacional, la primera en la historia, en un sitio llamado El punto, construido especialmente para que pudiera dar la comunión, y ubicado a unos metros de la frontera con Estados Unidos. El Papa se refirió a los vacíos legales de la migración, que se tienden como una red que atrapa y destruye a los más pobres. “Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado”, dijo. Del otro lado del muro, el discurso papal fue transmitido y televisado en el estadio Sun Bowl, en El Paso, Texas.









Durante su breve estadía en Ciudad Juárez, que no duró más de 24 horas, ocurrió algo que no ha vuelto a pasar: no hubo un solo asesinato. En 2024, Ciudad Juárez se colocó en el puesto 13 de las ciudades más peligrosas del mundo, con 1.112 homicidios registrados, un promedio de 3,04 muertes al día.
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