Los mexicanos no vinieron a Madrid en Semana Santa. No hay datos aún que lo prueben, pero a la vista, comparado con años recientes, parece que vacacionaron en otros lados, por el euro caro o lo que fuere. Es una lástima, lamentan en restaurantes, tiendas, hoteles. “Es que nadie cumple como el mexicano”, me dice un promotor de viajes para los partidos del Real Madrid. No dejan de ser impresiones melancólicas.
Más firme, en cambio, es la siguiente estadística: el gobierno español mató este abril las visas de oro que otorgaban la residencia a los extranjeros que compraban un inmueble de 500 mil euros hacia arriba. Hasta hace poco, y con mala leche 4T, se esparcía la especie de un exilio de mexicanos con dinero que se escondían en España, en Madrid. Las cifras oficiales marcan que desde 2014, cuando nacieron los visados de oro, se concedieron 22 mil 430, la mayoría a chinos, rusos, iraníes e ingleses.
Sólo 2.4% fueron para mexicanos. Saquen las cuentas. “Esos visados estuvieron vinculados a inversiones inmobiliarias especulativas, un modelo que nos estaba llevando al desastre en la vivienda”, justificó el presidente Pedro Sánchez. No existió pues el exilio de oro. Queda el mito, cuya verdad jamás se sustentó en hechos verificables.