Los recursos diseminados por la isla, especialmente las tierras raras, causan entusiasmo por su lucrativo potencial. Pero el clima extremo, los ecologistas enardecidos y otros factores moderan las esperanzas de una bonanza.
Jeffrey GettlemanMaya Tekeli y Chris Buckley / The New York Times
Los recursos diseminados por la isla, especialmente las tierras raras, causan entusiasmo por su lucrativo potencial. Pero el clima extremo, los ecologistas enardecidos y otros factores moderan las esperanzas de una bonanza.
Los groenlandeses han expresado su cautela ante cualquier nueva industria pesada. El partido político que gobierna la isla llegó al poder hace cuatro años con una plataforma ecologista y cerró uno de los proyectos mineros más prometedores.Credit…Ivor Prickett para The New York Times
Hace más de una década, unos mineros canadienses que buscaban diamantes en el oeste de Groenlandia vieron en el horizonte una enorme joroba blanca.
La llamaron Montaña Blanca y pronto descubrieron que era un yacimiento de anortosita, un mineral de color sal y pimienta empleado en pinturas, fibras de vidrio, retardantes de llama y otras industrias. El mismo mineral crea un brillo fantasmal en la superficie lunar.
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El yacimiento, llamado White Mountain en inglés, resultó tener varios kilómetros de largo y varios kilómetros de ancho, y “solo Dios sabe a qué profundidad llega”, dijo Bent Olsvig Jensen, director gerente de Lumina Sustainable Materials, la empresa que explota la zona.
Lumina está respaldada por inversores europeos y canadienses, pero Jensen dijo que no fue fácil convertir el depósito en una montaña de dinero.
“No se puede hacer exploración todo el año; estás en el Ártico”, explicó.
Habló de vientos feroces que inmovilizaban helicópteros y dejaban inservibles las comunicaciones, de hielo que bloqueaba los barcos y de temperaturas que caían a un nivel tan terriblemente bajo —a veces 40 grados Fahrenheit bajo cero— que el fluido hidráulico que accionaba las máquinas excavadoras de la empresa “se vuelve como mantequilla”.
Sentado en las humildes oficinas de Lumina en Nuuk, la capital de Groenlandia, con los copos de nieve húmeda cayendo a tijeretazos por las ventanas, Jensen aportó una dosis de sobriedad a toda la palabrería sobre Groenlandia como tierra de incalculables riquezas minerales. Señaló que, aunque la isla cuenta con decenas de proyectos de exploración, solo hay dos minas activas: la suya y una pequeña explotación de oro.
La gigantesca isla semiautónoma del Ártico ha acaparado la atención mundial después de que el presidente Donald Trump insistió en enero que Estados Unidos debería hacerse cargo de ella. Parte del atractivo reside en sus minerales de tierras raras, vitales para las industrias de alta tecnología y fuente de competencia en todo el mundo.
China domina en los minerales críticos del mundo y ha restringido severamente la exportación de ciertos minerales a Estados Unidos. El gobierno de Trump, decidido a asegurarse activos minerales en el extranjero, ha recurrido a tácticas de alta presión. El acuerdo sobre recursos naturales que Ucrania estaba a punto de firmar con el gobierno de EE. UU. hasta que las conversaciones estallaron espectacularmente el viernes se centraba en los minerales críticos.
La Unión Europea está igual de obsesionada. Hace poco firmó un acuerdo estratégico de minerales con Ruanda, país sospechoso de fomentar la inestabilidad en el vecino Congo, rico en minerales.
[El mapa a continuación muestra los proyectos de minería en Groenlandia; los puntos negros representan depósitos de materias primas críticas; los círculos representan depósitos de materias primas no críticas y las manchas en lila las licencias de exploración. Las materias primas críticas son aquellas que son importantes para la industria, incluidas muchas tecnologías ecológicas, y tienen un alto riesgo de interrupción del suministro. Algunos depósitos conocidos de minerales corresponden a evaluaciones históricas].
Así que no debe sorprender que Trump y sus aliados estén entusiasmados con el panorama mineral de Groenlandia. El vicepresidente JD Vance ha hablado de los “increíbles recursos naturales” de Groenlandia, y los senadores republicanos celebraron recientemente una audiencia sobre la “Importancia geoestratégica de Groenlandia”, destacando sus tierras raras.
Gigantes de la tecnología como Bill Gates y Jeff Bezos, junto con algunos aliados de Trump, como Howard Lutnick, su secretario de Comercio, han invertido en empresas que realizan prospecciones en esta zona del planeta. Según un reciente estudio danés, 31 de los 34 materiales definidos como críticos por la UE, como el litio y el titanio, se encuentran en la isla.
Pero por cada casilla de la tabla periódica que Groenlandia puede llenar en la lotería de recursos, hay una lista aún más larga de retos.
Además del clima extremo, la isla tiene menos de 160 km de carreteras, solo 56.000 habitantes (lo que significa una mano de obra minúscula) y unos pocos puertos pequeños.
Igualmente desalentador para los mineros es el grupo de presión ecologista de Groenlandia. Muchos groenlandeses dicen que necesitan más minería para independizarse económica y políticamente de Dinamarca, que la mantiene a flote con cientos de millones de dólares en subsidios anuales.
Pero los groenlandeses también han expresado su cautela ante cualquier nueva industria pesada. Son protectores de su medio ambiente, que está siendo sacudido por el cambio climático. El Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el resto del mundo, lo que muy probablemente hará que los recursos minerales sean más accesibles.
El partido político que gobierna la isla llegó al poder hace cuatro años con una plataforma ecologista y cerró uno de los proyectos mineros más prometedores. Las próximas elecciones son el 11 de marzo y, junto con la independencia de Dinamarca y el estrechamiento de las relaciones con Estados Unidos, la protección del medio ambiente ocupa un lugar prioritario en la agenda.
Para muchos groenlandeses, la naturaleza forma parte de su identidad y es algo con lo que están en contacto a través de la pesca, la caza, el senderismo y el tiempo que pasan al aire libre.
“Hemos convivido con la naturaleza desde que estamos aquí, de formas sostenibles”, dijo Ellen Kristensen, ecologista del sur de Groenlandia.

La pequeña mina de oro está a corta distancia de su comunidad. Amaroq Minerals, respaldada por inversores islandeses, canadienses y de otros países occidentales, extrajo su primer oro en noviembre. Su director general, Eldur Olafsson, afirma que la lejanía de su mina obliga a la empresa a ser autosuficiente en energía, suministros y transporte, es decir en casi todo.
“Operar en Groenlandia no se parece a nada”, dijo.
Los daneses, que controlan Groenlandia desde hace más de 300 años, han tenido un éxito inconsistente. Los ingenieros daneses descubrieron una enorme reserva de criolita a finales del siglo XVIII. La criolita solía ser un componente de la producción de aluminio, y los operadores daneses la extrajeron hasta la década de 1980, cuando las alternativas sintéticas estuvieron ampliamente disponibles.
Los daneses ganaron miles de millones, y muchos groenlandeses dicen que fueron explotados. Las mismas quejas se han presentado contra una gran mina de carbón que Dinamarca explotó el siglo pasado, aunque cerró en la década de 1970.
Groenlandia está plagada de proyectos cerrados y lugares abandonados. Una mina de rubíes cerca de la costa oriental cerró en 2022 debido al aumento de las deudas. Por la misma época, el gobierno de Groenlandia abandonó formalmente sus ambiciones petrolíferas, alegando la falta de viabilidad comercial y los inaceptables riesgos medioambientales.
Ni siquiera la búsqueda de diamantes ha conducido aún a una mina comercialmente viable.
En la actualidad, gran parte del interés se concentra en las tierras raras, pero una gran mina de tierras raras en el sur de Groenlandia sigue siendo un ejemplo aleccionador.
Energy Transition Minerals, una empresa minera australiana con una considerable inversión de una empresa china, afirma que su emplazamiento en Groenlandia tiene uno de los mayores yacimientos del mundo de óxidos de tierras raras. La empresa gastó más de 100 millones de dólares en desarrollarlo, solo para que el partido gobernante de Groenlandia, Inuit Ataqatigiit, que había hecho campaña para acabar con el proyecto, hiciera exactamente eso.
La oposición fue más fuerte en Narsaq, la ciudad más cercana al emplazamiento, donde los residentes temían la contaminación radiactiva. El uranio suele encontrarse en yacimientos de minerales de tierras raras, y la preocupación era que la mina pudiera enviar polvo tóxico sobre la comunidad.

Entre los residentes que encabezaban las protestas estaba Kristensen, cuyo marido es criador de ovejas. “Nadie quiere comprar carne de ovejas que pastan junto a una mina de uranio”, dijo.
Como muchos otros, marchó por las calles nevadas de Narsaq portando carteles amarillos brillantes que decían en groenlandés: “¿Urani? Naamik”, que significa “¿Uranio? No”.
La empresa minera afirma que sus operaciones son seguras y que ha realizado numerosos estudios medioambientales que así lo demuestran. Está impugnando la decisión, y la disputa está enredada en casos de arbitraje y judiciales.
China ha invertido en otras empresas conjuntas en Groenlandia, pero ninguna ha prosperado, ya sea por el estancamiento de la producción o por las pesadas cargas financieras. Aun así, el líder chino, Xi Jinping, ha presionado para ampliar la cooperación con Dinamarca en el Ártico, promoviendo a su país como potencia polar.
China ha construido estaciones de investigación y rompehielos para sellar su presencia en cada extremo de la Tierra, y ha propuesto una “Ruta de la seda sobre hielo”, una red de rutas marítimas e inversiones que incrustaría a China en el Ártico.
Parte de la razón por la que Trump codicia tanto Groenlandia es que quiere acorralar a China. Dijo que China tiene “barcos por todas partes”.
Un groenlandés que trabaja para ayudar a Trump es Jørgen Boassen, albañil que dice que sigue la política estadounidense desde que era adolescente y que se sintió atraído al instante por Trump. Boassen hizo campaña puerta a puerta por él en las últimas elecciones estadounidenses y fue invitado a las actividades de inauguración.
Trump, dice Boassen, es “un hombre por el que vale la pena apostar”.
En enero, Boassen ayudó a organizar una visita de Donald Trump Jr. a Nuuk. El hijo del presidente insistió en que se trataba de un viaje privado, y parece que no hizo gran cosa aparte de turismo durante unas horas y organizar una cena para partidarios de Trump y algunas personas de la calle.

Unas semanas más tarde, Boassen hizo de guía para Tom Dans, asesor sobre asuntos árticos de Trump durante su primer mandato. Dans dijo que había venido a explorar oportunidades de inversión y conectar con empresarios.
Dans dijo que el panorama mineral de Groenlandia era “muy emocionante”. Pero advirtió: “No hay dinero rápido”.
Enlace: https://www.nytimes.com/es/2025/03/05/espanol/mundo/groenlandia-donald-trump-minerales-raros.html