En esos años, la comunidad china era la más grande de los grupos de extranjeros que vivían en el estado de California; trabajaban en la construcción
La totoaba es el pez más grande del Golfo de California, puede vivir hasta 50 años y sólo existe en esta región del mundo.
Cuando los chinos llegaron a México, en la segunda mitad del siglo XIX, empezaron a consumirla. Los relatos de ese tiempo describen las playas del Alto Golfo de California llenas de cadáveres de totoaba. ¿La razón? su interés sólo era el buche o vejiga natatoria con la que, hasta la fecha, hacen una sopa tradicional en su gastronomía que está rodeada, además de sabor, de un mito afrodisiaco.
En esos años, la comunidad china era la más grande de los grupos de extranjeros que vivían en el estado de California; trabajaban en la construcción de los ferrocarriles para comunicar a las ciudades de Estados Unidos y también en las actividades agrícolas. Posteriormente se integraron y conquistaron prácticamente todas las actividades productivas, entre ellas el comercio y tuvieron tanto éxito que generó el primer conflicto de China con el gobierno de los Estados Unidos. A partir de entonces el ingreso de migrantes chinos se volvió ilegal y se hacía por México y muchos de ellos terminaron quedándose en este lado de la frontera.
El crecimiento de la comunidad china en las tierras vecinas al Golfo de California hizo crecer el consumo de buche de totoaba y ahí inició la pesca y el comercio de este pez con China; y lo hizo, a tan altos volúmenes e interés que hoy, la población de totoaba está en riesgo.
Pero hay varios proyectos y trabajos que pueden enmendar los excesos de una pesquería mal llevada. Uno de ellos es el cultivo de totoaba que se da en Baja California, tanto en el sur como en el norte.
Con el conocimiento desarrollado en los laboratorios del Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la UABC, ahora es posible reproducir, criar y comerciar carne de totoaba de la mejor calidad y además ayudar a reintroducirla al Golfo de California.
De manera particular, en La Paz, Baja California, se construyó un sistema de acuacultura con la tecnología del más alto nivel. En sus laboratorios se produce el alimento de las fases larvarias de la totoaba, en enormes tubos verdes y dorados, plenos de microalgas.
Están también un conjunto de construcciones, donde, en tanques con temperatura y luz controlada están las totoabas progenitoras y otros donde están los peces en sus distintas etapas para luego trasladarlas al mar para concluir su crecimiento. En el mar, los criaderos tienen una tecnología que, cuando hay pronóstico de tormenta, se hunden para protegerlos. Desde ahí se pescan para conducirlos a la mesa y su carne se ha convertido en uno, cada vez más atractivo por la sutileza de su sabor.
Y además de la producción, cada junio, junto con grupos de voluntarios, se hace la liberación de totoaba en las playas vecinas a Loreto, Baja California. Y, desde ahí han migrado a todos los sitios del Golfo, tan al norte que en las inmediaciones de San Felipe ya se han encontrado individuos que provienen de las granjas del sur.
@mroblesg
Subsecretaria de Biodiversidad y Restauración Ambiental, de la Semarnat