El influyente coordinador de los senadores de Morena ha visto en una semana cómo su autoridad y su manera de resolver problemas es confrontada dentro del partido
Zedrik Raziel
Adán Augusto López una vez soñó con ser presidente de México. Esa ilusión la ocupó de momento Claudia Sheinbaum, elegida candidata de Morena, el partido de ambos, y luego mandataria federal. A Adán Augusto, como se le conoce al político tabasqueño, le quedó como consuelo volverse senador y jefe de la fracción parlamentaria morenista, gracias a un pacto interno que Andrés Manuel López Obrador obligó a los aspirantes a suscribir para conjurar fracturas en la lucha por la candidatura presidencial. No es ni lejanamente una mala posición. Adán Augusto ha conseguido en nombre del movimiento triunfos tan útiles como polémicos, por ejemplo, los votos del panista Miguel Ángel Yunes Márquez —en el Senado— y del ministro Alberto Pérez Dayán —en la Suprema Corte— para que se aprobara la reforma judicial impulsada por el oficialismo. El coordinador morenista ha ganado así mucha influencia para apuntalar sus aspiraciones presidenciales con miras a 2030, y de paso las de sus colaboradores más importantes. Pero esa proyección, la altura de los escalones que ha pisado, la mirada muy puesta en las elecciones por venir y las posiciones que conquistar, le llevaron esta semana a trastabillar.
Dos eventos marcaron un cuestionamiento a la autoridad del experimentado senador, de 61 años, que atraviesa sus horas de gloria más bajas. Primero, la presidenta Sheinbaum lanzó un fuerte llamado de atención a la senadora Andrea Chávez, que forma parte de la órbita más cercana a Adán Augusto, por su obvia campaña anticipada a la gubernatura del Estado de Chihuahua, contra todos los reglamentos y cuando faltan dos años para la elección local. Chávez, de 28 años y una estrella en ascenso en el partido, ha acumulado poder bajo la protección del coordinador morenista. En las filas del bloque gobernante, formado por Morena, el PT y el PVEM, los senadores entienden que, cuando la joven política habla y negocia, lo hace con el respaldo absoluto del jefe de la bancada, de acuerdo con legisladores consultados. La llamada de atención de Sheinbaum recayó, pues, no solo en Chávez, sino también en el principal impulsor de sus aspiraciones.
El segundo evento de su semana horribilis tuvo lugar durante la designación de magistrados electorales en los Estados. La disputa por el control de los tribunales que califican los comicios locales dejó ver profundas divisiones en el bloque oficialista. Las diferencias condujeron a que, en una primera votación en el pleno, el miércoles, Morena y sus aliados no lograran la mayoría necesaria para aprobar las listas, en lo que significó el primer triunfo de la mermada oposición sobre la otrora aceitada aplanadora legislativa. En la reunión previa a esa sesión, en la plenaria morenista, los senadores confrontaron a su coordinador por no haber negociado con ellos los nombres de los candidatos a magistrados. “Había jueces con alianzas locales que no debían pasar. Pero a nosotros no se nos consultó. Las listas se palomearon en Palacio Nacional, cuando somos nosotros quienes mejor conocemos nuestros Estados”, ha dicho a este periódico un legislador que ha pedido reservar su nombre.

El morenista Gerardo Fernández Noroña, cabeza del Senado y aspirante, como Adán Augusto, a la presidencia en 2030, desautorizó públicamente al coordinador tras el fracaso del oficialismo en la votación del pleno. “Yo sí comenté desde la mañana que veía que hacía falta un poco más de procesamiento [de las listas de magistrados], entonces no me sorprende [el resultado]”, comentó. Las diferencias internas se hicieron públicas en el pleno. A la vista de todos, Ricardo Sheffield revivió una vieja rencilla con su correligionaria Malú Micher por el control de posiciones políticas en Guanajuato. La votación se frustró porque algunos miembros del oficialismo se ausentaron intencionalmente y otros votaron en contra de las listas. El coordinador Adán Augusto tuvo que tejer nuevos acuerdos entre sus filas y con la oposición que le permitieron, al día siguiente, jueves, el aval de las magistraturas tras hacer cambios en los listados.
Operador clave
Secretario de Gobernación en la era del expresidente López Obrador, Adán Augusto ha dado muestras de su destreza negociadora. Pocos dentro de Morena dudan de su eficacia para conseguir los encargos que el Ejecutivo, antes como ahora, con Sheinbaum, deposita en sus manos. A veces teje acuerdos con filigrana; otras, sin embargo, el jefe morenista ha apretado demasiado o ha recurrido la fuerza, lo que evoca a los modos del viejo PRI. Cuando estaba por aprobarse en el Senado la reforma judicial, Adán Augusto consiguió para el oficialismo el voto del polémico clan Yunes, cuyos integrantes arrastran señalamientos de corrupción. El líder parlamentario también negoció que se ausentara de la votación el senador Daniel Barreda, de MC, y estuvo a punto de conseguir el favor de Alejandro Alito Moreno, el polémico dirigente priista.
El pragmatismo del operador todoterreno estaba justificado: sacar adelante la reforma judicial era la máxima prioridad del grupo gobernante. Cuando la pelota llegó a la cancha de la Suprema Corte, que tenía que decidir si validaba la enmienda, Adán Augusto volvió a entrar a escena y consiguió el voto favorable del ministro Pérez Dayán, quien, a cambio, ha recibido del Gobierno la promesa de una embajada en Europa, según han confirmado fuentes de la Presidencia a EL PAÍS. El togado intentó antes amarrar un lugar en el poderoso Órgano de Administración Judicial que se ha creado a partir de la reforma a la Judicatura, pero el oficialismo le denegó esa petición y en su lugar le ofertó el nombramiento diplomático. Este diario ha intentado contactar a Pérez Dayán para obtener su comentario, pero no atendió la solicitud.
El coordinador morenista está orgulloso de los logros que ha conseguido para su formación y el Gobierno de Sheinbaum. Así lo hizo saber a sus correligionarios cuando se tramitaba la reelección de Rosario Piedra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Adán Augusto presumió ente sus senadores de cómo había conseguido los apoyos de Yunes y Pérez Dayán, y contó que le había pedido a la presidenta que le designara oficialmente como el único interlocutor válido del Ejecutivo para tramitar los asuntos que pasaban por el Senado. El jefe de Morena obtuvo, en efecto, su preciado título.
Desde esas alturas a las que ha llegado, Adán Augusto ha proyectado una larga sombra sobre otros actores que buscan luz propia. Hace unos meses se confrontó con Ricardo Monreal, su homólogo en la Cámara de Diputados, también muy influyente dentro del partido, también pragmático y eficaz, también aspirante a la presidencia en 2030. El dogma de López Obrador dice que todos caben en Morena si anteponen el proyecto de transformación a los intereses personales. El problema es que la principal silla del país solo es una, y la lucha por alcanzarla requiere de ambición y puede ser desbordante. Las divisiones internas ya afloran, apenas a seis meses de que comenzó el sexenio de Sheinbaum.
Enlace: https://elpais.com/mexico/2025-04-13/las-horas-mas-bajas-de-adan-augusto-lopez.html