6 de abril de 2025.- Los acontecimientos son muy densos y se suceden rápidamente en un cambio de fase: recordemos los primeros 100 días de la administración de Franklin Delano Roosevelt (FDR) que sentaron las bases para que la economía estadounidense emergiera de la Gran Depresión como la mayor potencia económica y militar jamás vista en la historia.
Ya hemos visto los primeros 70 días del segundo mandato de Donald Trump. En este breve período, la vergonzosa y antinatural “relación especial” que unía a Estados Unidos con el Reino Unido se ha deshecho de facto. Washington ya no desempeñará el papel de “músculo” ni Londres el de “cerebro” en las operaciones imperialistas angloholandesas. Fueron estas operaciones las responsables del odio mundial hacia Estados Unidos. La principal artimaña de Satanás fue difundir el rumor de su inexistencia.
En estrecha relación con este gran giro, el presidente Trump impulsó medidas para desmantelar el llamado “Estado Profundo” británico, que controlaba las decisiones estratégicas del gobierno. En este rigor antibritánico, el presidente Trump se identifica con William McKinley, el vigésimo quinto presidente de Estados Unidos (1897-1901), figura destacada de la corriente antibritánica del sistema estadounidense de economía política, abiertamente opuesto a la doctrina liberal británica.
Continuando con esta serie de rupturas antibritánicas coherentes y necesarias, por decisión presidencial, Estados Unidos se retiró de organizaciones globales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), suspendió la financiación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) e inició la transición para poner fin al Tratado de Libre Comercio (T-MEC). Con estas decisiones, se pone fin al globalismo.
Es muy significativo que los directores del Banco Mundial teman ahora que Estados Unidos se retire de ese organismo internacional, que junto con el Fondo Monetario Internacional es el policía del sistema especulativo global.
Si a esto le sumamos el diálogo entre Trump y Putin por la paz en Ucrania —y por grandes proyectos comunes en la Tierra y el espacio— y la notificación del presidente Trump de su retirada de los Acuerdos Climáticos de París, ambos representan un golpe decisivo a la creciente amenaza de una guerra nuclear, una amenaza directamente relacionada con la imposición de un Nuevo Orden Verde Maltusiano en el mundo.
Con estas acciones históricas, el presidente Donald Trump ha infligido una formidable derrota al imperio angloholandés y ha convertido a Estados Unidos en un Estado-nación soberano una vez más.
Estas son buenas noticias para Estados Unidos, pero también para el mundo entero, y por supuesto para México. Basta con revisar la historia de la relación entre México y Estados Unidos para comprenderlo. La historia nos dice que cuando Estados Unidos ha sido gobernado por figuras identificadas con la corriente antibritánica de sus fundadores, ha habido prosperidad económica en el país y, en consecuencia, una fructífera relación soberana entre México y Estados Unidos.
Así fue cuando Juárez fue presidente de México y Lincoln de Estados Unidos. De igual manera: Cárdenas y Franklin Roosevelt, o López Mateos y John F. Kennedy. Por otro lado, cuando Estados Unidos es gobernado por hombres al servicio del establishment probritánico (Wall Street, el Complejo Industrial Militar, la Reserva Federal, etc.), es cuando Estados Unidos decae económicamente y cuando México ha sufrido los peores agravios: recordemos a William Polk, Teddy Roosevelt, los Bush, los Clinton, Obama y Biden. De esta corriente probritánica surgió la frase lapidaria: «No permitiremos un nuevo Japón al sur de la frontera».
El expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO, 2018-24) entendió bien las lecciones de la historia cuando dijo “Necesitamos un Estados Unidos económicamente próspero, no queremos un Estados Unidos en decadencia y militarmente fuerte”.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo también comprende estas lecciones, como lo demostró en el importante discurso que pronunció el sábado 9 de marzo en el Zócalo de la Ciudad de México, ante un numeroso público. Allí, destacó aquellos momentos históricos en los que el gran liderazgo de ambas naciones coincidió con un gran entendimiento y cooperación entre ellas.
Colocó en ese contexto de buena vecindad la relación que existió entre el presidente AMLO y el presidente Donald Trump durante su primer mandato, y proyectó de esta manera la relación que busca establecer con el presidente Trump en su segundo mandato.
La participación de México en el cambio de fase estratégico.
México ha desempeñado un papel importante en la generación del actual cambio de fase global. La contundente victoria electoral de AMLO en 2018 frustró el intento del imperio angloholandés de coronar la ocupación de México a través del TLCAN, imponiendo el parlamentarismo. Dos años antes, Donald Trump había ganado la presidencia de Estados Unidos. Ambos, identificándose como figuras “antisistema”, forjaron una relación muy fructífera para ambas naciones desde el principio. Gracias a ese entendimiento, como el propio AMLO reconoció, fue posible recuperar la soberanía petrolera de México.
Desde el inicio de su mandato, AMLO se encargó de restaurar el poder constitucional de la Presidencia de la República. En una acción dirigista, detestada por la oligarquía globalista, ordenó la reconstrucción de la petrolera estatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El gran proyecto sexenal de su presidencia se caracterizó por una inversión sustancial en infraestructura ferroviaria, portuaria y petrolera en la estratégica zona sur-sureste del país. Una zona que, por su riqueza y ubicación, había sido marginada del desarrollo soberano de México por intereses imperialistas. Esto es algo que nunca le perdonaron a AMLO.
Al final de su mandato el año pasado, impulsado por el triunfo electoral de Claudia Sheinbaum Pardo, AMLO disolvió los organismos autónomos y la justicia globalista que el TLCAN había impuesto en México. Estos incluían la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y muchos otros. Este proceso concluyó al inicio del mandato de Claudia Sheinbaum.
Con estas acciones, México es participante activo de la derrota del globalismo imperial y del regreso del Estado Nacional Soberano: característica del cambio de fase.
Plan México y la Integración Hemisférica.
El 13 de enero, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el Plan México a representantes del sector empresarial mexicano. El plan busca impulsar la economía mexicana del 12.º puesto entre las economías más desarrolladas del mundo al 10.º. Informó que el Plan ya cuenta con una cartera inicial de 277 mil millones de dólares para invertir en los sectores textil, de la confección, del calzado, de dispositivos médicos, agroindustria y otros. En primera instancia, el Plan busca rescatar a la pequeña y mediana industria, prácticamente arruinada por las importaciones de China en el marco de la OMC, para reemplazarla con productos fabricados en México o en otras partes del hemisferio occidental. Busca crear cadenas de suministro en este hemisferio.
Las importaciones chinas, que al principio eran baratijas, se han convertido en un tsunami que abarca casi toda la gama de productos del mercado mexicano. En el sector financiero ya existen dos bancos chinos, mientras que en México se venden unas veinte marcas de automóviles chinos. A este ritmo, la economía mexicana será absorbida por este tsunami globalista.
Más allá del Plan México.
El Plan México busca construir una especie de rompeolas para contener el tsunami globalista de la OMC, que viene desde Oriente para servir al sistema especulativo global.
El actual cambio de fase del escenario estratégico mundial está creando las condiciones, excepcionales en la historia, para poner fin a la colosal perturbación oceánica que genera este y otros tsunamis devastadores. El problema no es la China soberana, sino el sistema especulativo global.
Un nuevo Bretton Woods.
México participó como un aliado importante del presidente Franklin Roosevelt en la configuración del nuevo sistema monetario y financiero de la posguerra en la conferencia de Bretton Woods de 1944, lo que presagió el futuro compromiso militante de México con la construcción de un orden mundial justo.
El último presidente de México que destacó por este compromiso histórico fue el presidente José López Portillo, amigo de Lyndon LaRouche. Durante su administración, el presidente José López Portillo y el presidente estadounidense Ronald Reagan convocaron la Cumbre Norte-Sur para un Nuevo Orden Económico Internacional, que se celebró con gran éxito los días 21 y 22 de octubre de 1981 en Cancún, México, con la participación de numerosos líderes nacionales.
Ha llegado el momento de poner fin al actual sistema especulativo global en bancarrota. El cambio de fase actual lo permite. Es ahora o nunca para comenzar a forjar un Nuevo Sistema Monetario y Financiero dirigido por las naciones soberanas del mundo, libre de la City de Londres y Wall Street, e inspirado en el espíritu de Bretton Woods.
La presidenta Claudia Sheinbaum cuenta con las condiciones para retomar la histórica misión de México por un Nuevo Orden Internacional justo, conforme lo permita el cambio de fase actual. Es hora de plantearle al presidente Donald Trump el reto de convocar la cumbre para un Nuevo Bretton Woods, con el fin de crear un Sistema Monetario y Financiero que haga posible la paz y la prosperidad en el mundo.
Al igual que en Bretton Woods, el continente americano debe unirse a la alianza de las cuatro grandes potencias: Estados Unidos, China, Rusia e India. Los pasos que siguió Roosevelt son una guía válida hoy: cabe recordar que antes de Bretton Woods, varias naciones latinoamericanas recibieron el apoyo de Roosevelt al declarar una moratoria de la deuda para contar con recursos para el desarrollo. En este sentido, esa unidad no se logrará con individuos ideologizados como el presidente de Argentina, Javier Milei, o el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Lo que une soberanamente al continente de repúblicas son los principios, no las ideologías.
Publicada originalmente por Promethean Action https://www.prometheanaction.com/mexico-in-the-phase-change-of-the-world-strategic-scenario/
*** Leonardo Espitia pertenece los Veteranos por la República de México