Unas 7.000 personas se manifiestan en California para recordar el legado de resistencia y lucha del líder sindical César Chávez
Luis Pablo Beauregard
Miguel Palafox se dice optimista. Este trabajador del campo no descarta una amnistía para los indocumentados como él y se aferra a la esperanza incluso en los tiempos amargos de Donald Trump. En Estados Unidos desde 1989, este hombre de 47 años aún sueña con reencontrarse con su padre, a quien no ha visto desde que dejó su pueblo en el estado mexicano de Veracruz. Aunque lleva 11 años con un permiso de trabajo, el miedo a no poder regresar lo mantiene anclado en este país. Este lunes, a pesar del clima de persecución que enfrenta la comunidad migrante, ha salido a marchar por primera vez. “No diré que no tengo miedo, pero creo que es importante hacerlo”, señala Palafox, quien se gana la vida cosechando cítricos en el Valle Central de California.
Palafox es uno de los miles que este lunes recorrieron las calles de Delano, un pueblo agrícola a 230 kilómetros al norte de Los Ángeles. La localidad tiene un peso simbólico para los latinos del país: aquí se forjó la leyenda de César Chávez, el líder campesino de United Farm Workers (UFW), quien en la década de los sesenta se convirtió en un referente en la lucha por los derechos de los campesinos. Esta misma comunidad vive hoy bajo la amenaza de las políticas migratorias de Trump.
“Ante todos estos ataques es importante enseñar a la gente que tiene miedo que hay que luchar y dar la contra. Hay que animar a la raza para proteger sus derechos”, dice Paul Chávez, uno de los ocho hijos del histórico líder sindical, fallecido en 1993. El legado de Chávez es tan relevante que su cumpleaños, el 31 de marzo, fue declarado como día festivo por Barack Obama en 2014. Es un feriado obligatorio en California. “Decidimos honrar el cumpleaños con una protesta grande, una marcha que anuncie a todos que aquí estamos y que vamos a luchar contra Trump y sus achichincles”, señala Paul Chávez.
La movilización reunió a unas 7.000 personas, según los organizadores. El recorrido, de cinco kilómetros, comenzó en un parque público y culminó en el rancho Los 40 Acres, la primera sede de la UFW y el lugar donde César Chávez realizó su primer ayuno en 1968. En abril de 1993, unas 50.000 personas recorrieron este mismo camino para despedir a Chávez tras su muerte a los 66 años en Arizona. Los historiadores lo consideran uno de los funerales más multitudinarios de un líder sindical en la historia de Estados Unidos.

La manifestación de este lunes, en cambio, ha conmovido a la comunidad de otra forma. Verónica Tapia y varios vecinos salieron de sus casas para grabar con sus teléfonos la kilométrica protesta, en la que ondeaban banderas de México, El Salvador, Guatemala y Filipinas, un país con lazos históricos con el movimiento obrero de Chávez. “Hace años que no veía una marcha tan grande. Se enchina el cuero”, afirma Tapia, quien no pudo evitar las lágrimas.
Esta tierra, el condado de Kern, se ha convertido en un campo de batalla. A principios de año, una redada marcó el inicio de una nueva era. Agentes de la Patrulla Fronteriza, desplazados casi 500 kilómetros desde su base de operaciones, improvisaron un operativo sin la autorización de sus superiores para exigir documentos a los campesinos de la zona. La acción resultó en la detención de 78 personas, muchas de ellas procesadas para ser deportadas. Ocurrió en las últimas horas de la presidencia de Joe Biden. Los defensores aseguran que la operación se llevó a cabo con el único propósito de anunciar lo que estaba a la vuelta de la esquina.
Luego llegó Donald Trump y, con él, una cacería de migrantes que alcanzó todos los rincones del país. Alfredo Juárez, un activista y promotor de UFW, fue arrestado en el Estado de Washington por agentes de ICE (la policía de migración) mientras dejaba a su pareja en el trabajo. Los policías rompieron el cristal de su auto y lo sacaron por la fuerza, alegando que un juez de migración había ordenado su expulsión a México desde 2018 y que el muchacho de 25 años no estaba cooperando. Juárez está hoy en un centro de detención en Tacoma. La prensa local afirma que la única mancha en su expediente es una infracción de tránsito cometida hace una década.
“Era una voz muy importante para la comunidad que educaba a los trabajadores sobre sus derechos. Es una injusticia porque él no hizo nada malo”, denuncia Teresa Romero, presidenta de UFW, y quien recibió de Biden una de las principales condecoraciones civiles del Gobierno de Estados Unidos.. “Eso es lo que quieren hacer: quitarnos la voz, nuestra fuerza… quieren que tengamos miedo”, añade.

Alfred Valenzuela asistió a la marcha con varias fotografías de su hermano mayor, Frank Tito Valenzuela, fallecido en 2024 a los 91 años. En una de ellas, Tito aparece golpeado y esposado por la policía del condado de Kern tras una manifestación en 1973 en el rancho Giumarra, un viñedo en Bakersfield que fue escenario del boicot a la cosecha de la uva, uno de los momentos más emblemáticos de la UFW. “Así lo dejaron por defender a una mujer embarazada a la que la policía estaba golpeando”, recuerda con orgullo Alfred, quien viajó desde Hollister para estar presente en la marcha.
Hoy, la policía de Delano ya no es una amenaza. Este lunes, algunos agentes saludaban a los manifestantes e incluso grababan la multitudinaria protesta con sus teléfonos. Alfred Valenzuela destaca que el ambiente era festivo, muy distinto a las marchas a las que asistía con su hermano décadas atrás. “Hoy esta manifestación está llena de niños y de gente con derechos. Pero esas libertades hay que seguir defendiéndolas en la calle. No podemos perder la esperanza, ni siquiera ahora”, sentencia.