
Sé de buena fuente que mucha gente sigue reivindicando el paradigma socialista, la izquierda, pues, la izquierda, izquierda y no esas cosas de degradación política e institucional que representan los partidos.
En todo el panorama político del estado de Sonora, como en el país, los actores políticos, entre ellos la clase política y sus castas, se mueve de acuerdo a intereses y la dinámica de los partidos institucionales; que en un sentido ideológico no existen
Lo mismo pueden salir del PAN y estar en el PT o bien en Morena o del PRI y emigrar a los partidos que en ese momento circunstancial les conviene en su pragmatismo político.
Hay otro sector pequeño que actúan en resistencia, pero en la orfandad ideológica y política. Y también hay un grupo que viene de las organizaciones de izquierda formada en el paradigma socialista, que ni están en ese círculo ni tampoco están en los partidos institucionales, pero también carecen de referencia ideológica y política.
Ese último sector que viene de definiciones clasistas puede hacer la diferencia, muchos están deprimidos otros más desmoralizados de lo que fueron las alternativas de la izquierda institucional como el PRD, PT o Morena y otros más que nunca se dejaron seducir por estas referencias y decidieron alejarse y esperar mejores tiempos.
En Sonora hay un número nada despreciable de viejos militantes que vienen de esta formación clasista, pero la ausencia de iniciativas los mantiene paralizados y es posible reagrupar estas fuerzas para presentar un proyecto unitario que pueda hacer la diferencia ante los partidos institucionales.
Nadie puede negar que la crisis política iniciada en 1988 en el país, está intacta o profundizándose, y hasta hoy ninguna fuerza institucional ha podido hacerle frente, más allá de la política asistencial de nuevo régimen, que ahora recurre a los fondos de los trabajadores para la asistencia de otros grupos marginales o fuera de la población económica activa.
La izquierda puede relanzarse, puede convertirse en una alternativa en este país, una izquierda sólida teóricamente, pero capaz de hacer política cotidiana; el error histórico de los grupos trotskistas, otras variantes marxistas, e incluso el zapatismo es la ausencia de política cotidiana.
Los grupos locales en Resistencia en Sonora, aglutinados en proyectos comunitarios, ya sea de medios o ambientalistas, también pululan en el pragmatismo sin ningún proyecto ideológico que no sea el instinto de resistencia y el sectarismo, tan común en la escuela de izquierda.
Otros sectores tradicionales, como el sindicalismo universitario, se retiran de las reivindicaciones históricas para saltar a la vía institucional con la idea que por medio de esa ruta consolidara sus demandas.
Las opciones representadas por al PAN y el PRI han iniciado con fractura o profundizando diferencias, como se vio en la última gira de Alito, que, por cierto, seguramente anda viendo cómo se esconde; la detención de sus más cercanos colaboradores son mensajes contundentes. Pero también en Morena los propios legisladores se han olvidado de ser contrapesos al mandato de ejecutivo y se han dedicado a recorrer el estado a la sombra del gobernador yéndose de bruces sin importarles las consecuencias políticas al no respetar instancias y creando un malestar entre otros que también buscan las candidaturas.
A la par, estos estos actores políticos, carecen de base social y todo esta recargada en lo que le queda de prestigio a Morena, a la política asistencial y al poder del dinero, ya sea por medio de instituciones gubernamentales o prerrogativas; y esas prácticas son las que la conciencia de la sociedad reprueba. Además, los posibles candidatos, aun de representar cargos legislativos, están plenamente ajenos de conceptos y su política es solo repartir la línea y “levantar el dedo” sin ningún empacho.
Los partidos institucionales carecen de voluntad en levantar el nivel de sus representantes y esto ha profundizado la degradación política.
Es posible que grupos y ex militantes de izquierda puedan convocar a una asamblea popular y si esta va acompañada de un discurso adecuado puede, es posible, convocar a sectores de la población despolitizados, pero agraviados, como son los deudores de las tarifas eléctricas, usuarios de agua potable, ahorradores del Afore y de la Subcuenta del Infonavit y derechohabientes de la misma, madres buscadoras, movimientos civiles, etc.
Una asamblea popular con estas características, si es representativa, puede poner en aprietos no solo a los candidatos de la Alianza PRI-PAN sino a Morena. Y puede detonar un gran frente político donde hasta los impensables se pueden integrar.
La conciencia y el pensamiento crítico, se impulsa también con optimismo, ánimo, vibra, y con riesgo; las plazas, las calles ahí están, y sus posesionarias saben moverse en sus espacios.
Mantengamos los principios y la dignidad, a estas alturas nada puede intimidarnos, total, “y si el gallo no gana, eso comeremos” …