La activista criticó el actuar de las autoridades, acusando que “intentan suavizar la tragedia”
Fernanda López-Castro
Cecilia Flores, fundadora del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, se posicionó entorno al recorrido que organizó la Fiscalía General de la República (FGR) para periodistas y familiares de personas desaparecidas al Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, utilizado por el crimen organizado como campo de adiestramiento y, presuntamente, crematorio clandestino.
En su cuenta de X, antes Twitter, la activista acusó a la FGR de burlarse del dolor de los familiares de personas desaparecidas, luego de que algunas de las madres buscadoras que acudieron al recorrido lo describieron como “una visita al museo”, al señalar que lucía vacío y “limpio”, además de que se limitó el paso a diversas áreas.
Por ello, Flores Armenta aseguró que las autoridades nunca dirán la verdad sobre el caso, tras lo ocurrido durante el recorrido.
“La FGR no sólo se burló del dolor y la esperanza de todas las madres que buscan señales de sus hijos en ese lugar; también nos adelantó, que nunca nos dirán la verdad.
“El día que tengan que rendir cuentas, tendrán la respuesta perfecta: ustedes entraron y vieron lo que nos entregaron, todo es culpa del estado”, escribió en la red social.
En una segunda publicación, denunció que circula una versión de que en el rancho se contrataba a personas para cosechar fruta, asegurando que esto es falso y que esto es parte de un intento “de suavizar la tragedia”.
“En el Rancho Izaguirre no contrataban gente para cosechar fresas, ahí sólo se sembraba miedo y cosechaban muerte. La versión de que el gobierno reclutaba personas para un cártel solo para cortar fruta, intenta suavizar la tragedia de todo lo que pasaba ahí”, agregó.
A esto se sumó el activista Bryan LeBaron, quien consideró “desolador ver a las madres llorando” y cuestionando las intenciones de las autoridades al realizar el recorrido, resaltando que en predio ya no había pruebas “ni rastros de nada”.
“Lo que hizo la FGR fue una burla al dolor de muchas familias que tienen la esperanza de encontrar un rastro de sus hijos en ese rancho.
“Es desolador ver a las madres llorando, rezándole al viento imaginando que sus hijos pudieron haber estado ahí. No se sabe cuál era la intención, no había pruebas, ni rastros de nada… solo había muchas madres suplicando por conocer la verdad”.