De San Fernando a Iguala, pasando por Allende, los lugares donde el horror de la violencia del crimen organizado ha quedado al descubierto suman casi una decena en 20 años
Andrés Becerril
El rancho Izaguirre, donde colectivos de búsqueda hallaron indicios de un centro donde se entrenaba y asesinaba a personas reclutadas por el crimen organizado, es más reciente de otros sitios similares en el país.
Durante el sexenio 2006-2012, lugares como Chichí Suárez, Yucatán; La Marquesa, Estado de México; San Fernando, Tamaulipas; Allende, Coahuila; Cadereyta, Nuevo León y La Gallera, Tijuana, han sido escenario de la violencia generada por cárteles y grupos criminales.
En la siguiente administración, de 2012 a 2018, se registraron casos como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los 28 cuerpos encontrados en La Parota, ambos en Guerrero.
Para Fernando Ocegueda Flores, quien descubrió en Tijuana las fosas y tambos donde El Pozolero disolvía en ácido a sus víctimas, dentro del horror de Teuchitlán hay algo esperanzador: que algunas familias puedan, a partir de los restos hallados, sacar ADN y saber dónde quedó su desaparecido.
Asegura que el caso del Pozolero está abierto, pues la semana pasada se reunió con funcionarios de la FGR para conocer sobre el proceso de identificación de 500 kilos de huesos humanos, prótesis e implantes, así como 16 mil 500 litros de emulsión orgánica (mezcla de ácido con sangre) que siguen resguardados.
Como Teuchitán, abundaron otros sitios
Preocupa que gobiernos permitan esas anomalías, dijo Fernando Ocegueda, quien descubrió dónde El Pozolero desintegró a cientos de personas en Tijuana; el caso está abierto:16,500 litros de emulsión orgánica por examinar
Una de las épocas más oscuras de la historia reciente de México, desde que inició la llamada guerra contra el narco, está marcada por los hallazgos de los sitios donde el crimen organizado ha dejado tiradas a sus víctimas de manera brutal y masiva.
Durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), lugares como Chichí Suárez, Yucatán; La Marquesa, en el Estado de México; San Fernando, Tamaulipas -en dos ocasiones-; Allende en Coahuila, Cadereyta, Nuevo León, y La Gallera, en Tijuana, se convirtieron en siniestros testimonios de barbarie de las disputas de grupos criminales como Los Zetas, el Golfo, los Arellano Félix, el Cártel de Sinaloa, principalmente.
Durante la administración de Enrique Peña Nieto, están los casos de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los 28 cuerpos encontrados en La Parota, ambos en Guerrero, en 2014, cometidos por Guerreros Unidos; y Patrocinio, Coahuila, en 2009.
Al cumplirse el primer cuarto del siglo XXI, el descubrimiento de un asentamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación en Teuchitlán, Jalisco, aún con un número indeterminado de muertos, reactiva un sentimiento de indignación entre la población ante el macabro escenario.
Fernando Ocegueda Flores, quien descubrió en Tijuana las fosas y tambos donde el cártel de los Arellano Félix mandó disolver en ácido a sus enemigos afirmó que, como el descubierto en Teuchitlán, “ha habido muchos sitios así en México, que son campos de exterminio”.
Lo preocupante es el asunto de los gobiernos, que permiten todo ese tipo de anomalías. Así pasó en Baja California, igual que en todos esos sitios. El gobierno sabía qué algo malo había. Sabía que había gente pozoleada, porque en la averiguación previa mencionan que eran policías y elementos de la policía estatal preventiva los que le llevaban los cuerpos a Santiago Meza, El Pozolero”.
El fundador de la Asociación Unidos Por los Desaparecidos de Baja california dijo que dentro de todo lo malo que pueda encontrarse y saberse del rancho de Teuchitlán, “yo lo miro como un elemento que da esperanza a algunas familias, que puedan, de una forma u otra, a partir de los restos quemados, poder sacar ADN y que saber dónde quedó eventualmente su familiar. Me da gusto que se haya descubierto y me da gusto que desbaraten todo eso”.
El número de esos entierros ilegales sube a la par de personas desaparecidas.
De acuerdo con cifras oficiales, entre 2007 y 2016 se localizaron 855 entierros ilegales en el país, mientras que entre 2018 y 2023 las localizaciones fosas clandestinas fueron de 2 mil 863 fosas clandestinas.
Actualmente, la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación reporta 124 mil 265 personas desaparecidas y no localizadas.
16 AÑOS BUSCANDO A SU HIJO FERNANDO
Ocegueda Flores busca, sin resultado positivo, a su hijo Fernando Ocegueda, que fue sacado con violencia de su casa el 10 de febrero de 2007. Ese fue el motor. Durante dos años caminó y caminó en distintos puntos buscando a su hijo hasta que fue ubicando varios sitios donde El Pozolero desapareció a cientos de personas, se refiere que fueron hasta 750.
El caso de La Gallera, como se le conoció al hecho descubierto por Ocegueda Flores está abierto. La semana pasada el activista se reunió con funcionarios de la Fiscalía General de la República para conocer sobre el proceso de identificación de 500 kilos de huesos humanos, prótesis e implantes que se encontraron en los sitios donde operaba El Pozolero y los 16 mil 500 litros de emulsión orgánica –mezcla de sangre y ácido–, que siguen resguardados para poder conocer quiénes fueron ultimados ahí.
En el contexto del descubrimiento del rancho de Teuchitlán, Jalisco, Fernando Ocegueda, recordó su experiencia del horror que descubrió en la colonia Maclovio Rojas en Tijuana, Baja California, el 10 de marzo de 20011.
Desde la desaparición de su hijo, Ocegueda Flores refiere que vivió un calvario con todas las autoridades, que no le hacían caso a su demanda de búsqueda.
En el 2008 recibíamos mucha información de dónde supuestamente habían tirado a nuestros hijos o dónde los habían enterrado; entonces no había tantos mecanismos de comunicación como WhatsApp o Facebook: Lo que hacíamos eran búsquedas en relación a lo que nos daba la población, y así fue como iniciamos la primera búsqueda como en marzo, abril de 2008.
Todo esto porque convencimos al gobierno federal de que hicieran un grupo de búsqueda en la subprocuraduría contra la delincuencia organizada y formamos el primer grupo de búsqueda a nivel nacional en Tijuana, donde fuimos acompañados por la entonces SEIDO”.
El activista recordó el día que recogió la correspondencia del buzón de su casa. Ahí encontró un sobre amarillo que decía ‘para su atenta atención’. “Lo abro y me encuentro con que era la declaración ministerial de Santiago Meza alias El Pozolero, donde mencionaba todos los lugares donde él deshizo cuerpos en ácido”.
EN LA COLONIA ROJAS TODOS ERAN GALLEROS
A El pozolero lo atraparon en una fiesta que ofreció Teodoro García Simental, alias El Teo después de la ruptura que tuvo con El Ingeniero de los Arellano Félix, que habían perdido mucho poder. García Simental se unió cártel de Sinaloa y así empezó la guerra entre los Arellano y el cártel de Sinaloa.
Al tener esta información toqué muchas puertas y nadie me ayudó. Estaba solamente el Capea, que era una oficina rascuache; hasta que pude tener el apoyo de la SEIDO. Conocí a un agente muy comprometido. Me ayudó mucho. Entre los dos le dimos forma a la ubicación, obviamente primero se atrapó a Santiago Meza, lo presentaron en el ejido Ojo de Agua y de ahí se lo llevaron a la PGR, entonces salió el tema de la declaración que yo recibí”, dijo.
Flores Ocegueda mencionó que, con la información obtenida, lo primero que hizo fue empezar a buscar él solo. Arrancó su búsqueda en la colonia Maclovio Rojas, solamente sábados y domingos porque tenía que trabajar para sobrevivir.
Resultó que en el predio conocido como La Gallera había como 100 galleras porque en la Maclovio Rojas, todo mundo era gallero, entonces se complicó mucho. Hasta que una ocasión, cuando ya casi nos dábamos por vencidos logramos ubicar el predio de La Gallera”, contó.
El activista dijo que antes de dar con La Gallera, donde aún permanece los 16 mil 500 litros de emulsión orgánica, su búsqueda pasó por el ejido Ojo de Agua; en Valle Bonito descubrió un lugar al que la gente se refería como la Cara de Chango porque hay una cabeza tipo Olmeca, pero tiene una cara de chango. “Ahí encontramos muchos cuerpos deshechos en ácido, pero ahí el sistema era diferente: estaban en unos hoyos en la tierra como a un metro de separación uno de otro.
Todo lo que se encontró ahí la SEIDO se lo llevó para los exámenes de ADN; después fuimos a otro lugar por el lado sur de Tijuana; seguimos las huellas de todo lo que Santiago Meza mencionaba en esa declaración. Esa era nuestra base y sustento de cómo buscar en esos lugares; qué es lo que había pasado. Para encontrar La Gallera tardamos casi un año. Un camino recto hacia arriba, dos ductos de agua potable… En el predio conocido como La Gallera había disuelto 750 personas o más, eso es lo que decía la declaración de Santiago Meza”, señaló Ocegueda.
Enlace: https://www.excelsior.com.mx/nacional/como-teuchitlan-abundaron-otros-sitios/1705815